El viaje comienza en mi cabeza. Apenas puedo conciliar el sueño por la emoción de volver a mi infancia. Selecciono los libros que han de acompañarme, los poemas que no pueden faltar, las cosas que no debo dejar de decir, las personas que no puedo dejar de ver…
Llego y me esperan. Hay bullicio en las calles de San Juan y Martínez porque estamos celebrando el Día del Niño. Tomo un delicioso café y me dispongo a conversar. Saco mi arsenal literario y lo pongo a disposición de los escuchas. Hay colas en la farmacia, en la tienda, en la panadería.
Desde el portal de la Biblioteca Municipal dirijo la palabra a quienes se encuentran más próximos y a quienes están más lejos, pues tengo la certeza de que estoy siendo escuchado por una multitud y, sin la menor duda, el eco de mi voz atravesará las palmas con que el pueblo recibe a sus hijos y visitantes.
San Juan y Martínez es tierra bendecida: muchos son los artistas que, nacidos en este territorio, han esparcido su arte por doquier, como semillas que han de rendir frutos y otra vez semillas. La música, las artes plásticas, la danza, el teatro, la literatura y los medios audiovisuales en función de promover los valores culturales e históricos que nos enriquecen.
Me fue muy grato encontrar a directivos del Sectorial Municipal de Cultura y la casa de cultura Rafael Morales y González que, junto a la biblioteca municipal Guillermo de Montagú y Vivero, la librería Javier Rodríguez y demás instituciones culturales, pusieron su energía y presencia a favor de la infancia y la juventud en fecha tan señalada.
Entre poemas, narraciones orales y promoción de libros transcurrieron las primeras horas de la mañana. Y de ahí tomamos una carreta rumbo a Río Seco, acompañados por una pertinaz lluvia que no quería perderse el encanto de la celebración.
Río Seco es mi barrio natal. Allí viví 38 años y todavía no dejo de pertenecerle, porque en mi libro Historias de Río Seco dejé memorias de personajes que me acompañaron en mi crecimiento y siguen conmigo en todos mis caminos.
Me conmovieron los esfuerzos mancomunados de todos los factores que hacen posible el cumplimiento de un exitoso programa. En el Círculo Social estaban la presidenta del Consejo Popular y la secretaria de la Asamblea del Poder Popular del municipio, los promotores culturales, la trabajadora social, el Sectorial de Deportes y muchos, muchísimos niños que fueron el centro de la fiesta.
Se presentaron el teatro callejero La familia, un mago, números de zancos. Acudieron mis primos con sus hijos y nietos, mis compañeros de la escuela, mis alumnos, vecinos y nuevos habitantes de la localidad.
Hubo cake, fotos, música, alegría. Trabalenguas, declamaciones y canto por parte del talento infantil de la comunidad.
Bailamos y agradecimos a la vida y a Cuba por poder materializar momentos como este, pues, mientras en otras regiones del mundo, la pandemia hace más pobres, carentes e infelices a los seres humanos, en Río Seco, San Juan y Martínez, sin dejar de seguir las normas establecidas, celebramos el Día del Niño por todo lo alto.
Yo nunca me despido de Río Seco. Nunca me marcho. Por mí hablan mis libros, los bancos del parque, el arroyo, las vegas de tabaco, mi escuelita rural, el cine, la antigua Casa de Cultura, los papalotes que surcan el aire, los trompos, las chinatas, los juegos a las casitas, los trillos y veredas donde hice mis primeras travesuras. Allí está mi gente, los que me conocen y a quienes conozco. Allí doy y me dan el abrazo más sincero, la seña más cómplice, el café más rico y las más grandes muestras de amor y cariño.
Gracias Río Seco.
Gracias San Juan y Martínez.