“Desde que nací estoy en el campo, lo llevo en la sangre. Quien soy hoy se lo debo a mi familia y a la Revolución”. Con esas palabras precisas y la seguridad de que le falta mucho por hacer aún, habla Félix Yosbel Camejo Almeida de su labor diaria.
Tiene solo 33 años y ya este joven asociado a la CCS Juanelo Casanueva es uno de los mejores productores de tabaco y cultivos varios del municipio de Pinar del Río. En su trayectoria por la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) y su desempeño en las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) acumula tantos reconocimientos que pudiera hacer un sitial de honor.
“Desde el 2010 soy usufructuario asociado a la cooperativa. La finca era de mi abuelo, desafortunadamente ya no está conmigo, él me enseñó todo lo que sé, y ahora yo estoy al frente. Aunque el objeto social nuestro es el tabaco, también nos dedicamos a los cultivos varios y a la ganadería”.
Tres caballerías de tierra dedica a la siembra de la aromática hoja: dos al tabaco de sol y una al tapado. Comenzó sembrando 80 000 posturas y ya hoy va por dos millones y medio. A pesar de que reconoce que ha crecido, reitera que no está contento y que puede aportar más.
“Tengo un rendimiento de 2.82 toneladas por hectárea en el tabaco de sol y dos en el tapado. El pasado año tenía contratadas 800 000 posturas del primero y 300 000 del segundo y sobrecumplí ambos planes, pero eso ha sido gracias al esfuerzo y el sacrificio de trabajar desde que amanece hasta que se pone el sol y con mi familia, quienes están ‘batíos’ ahí conmigo”.
En el kilómetro siete de la carretera a Viñales, en lo que se conoce como el camino al Marañón, tiene Yosbel su finca donde laboran además de él y sus padres, 80 personas: 60 hombres y 20 mujeres.
“Tenemos contrato de maíz, frijol, hortalizas, viandas y también carneros y reses. Todas mis producciones son de primera, no entrego a Acopio nada de segunda. Lo que no me pueda comer yo no se lo come el pueblo. Las de segunda y tercera van para el consumo animal u otro destino, pero todo tiene su utilidad”, afirma.
EL ALTRUISMO QUE SALE DEL SURCO
Hace varios días, Félix Yosbel llegó al hospital pediátrico Pepe Portilla de la capital pinareña en su tractor. En el almacén de la institución entregó un donativo de más de 20 quintales de viandas, hortalizas y granos, además de pollos y carneros.
“Todo lo que se haga es poco, pienso que podemos contribuir más todavía. Los campesinos estamos llamados a apoyar los procesos que lleva a cabo la Revolución, y los niños son el futuro de este país. Qué mejor destino para mis cosechas que ayudar en a la alimentación de los que ahora están en este hospital, incluso luchando contra la COVID-19”.
Pero no solo se empeña este joven en aportar lo que produce. Días antes había convocado a sus trabajadores a realizar una donación de sangre en saludo al octavo congreso del Partido y el aniversario 60 de la constitución de la ANAP.
“Sesenta de mis trabajadores, incluido yo, decidimos hacer un aporte al Banco de Sangre del municipio. En coordinación con la UJC y la dirección de Salud, se hicieron las adecuaciones pertinentes y en áreas de la finca realizamos la donación”.
Félix Yosbel prefiere hablar de lo que saber hacer en el surco y no de reconocimientos y distinciones. Su objetivo está bien definido y enfoca todos sus esfuerzos en incrementar los volúmenes productivos.
El campesinado joven cubano demuestra que no valen las adversidades cuando se siente amor por el trabajo y se honran las convicciones. El campo también forja, engrandece y nos hace mejores.