«Su obra es periodismo, pero periodismo elevado a nivel artístico, como jamás se ha visto en español, ni probablemente en ningún otro idioma». Así confesó el intelectual dominicano Pedro Henríquez Ureña su deslumbramiento ante el legado de José Martí en esa labor.
Para enamorar a los públicos con su causa, el Apóstol potenció al máximo la función utilitaria de la escritura y privilegió formas comunicativas como la oratoria y el trabajo en la prensa.
Su práctica periodística contribuyó a fundar el modernismo, pero al mismo tiempo señaló la urgencia y la esperanza de una modernidad diferente a la impuesta bajo el signo imperial, donde el desarrollo posee un precio: el sufrimiento ajeno.
Cual Gran Semí referido en el ensayo Nuestra América, el Héroe Nacional regó, «sentado en el lomo del cóndor (…) por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva». Propagó sus ideas desde trincheras como la Revista Universal y El Partido Liberal, de México; La Opinión Nacional, de Caracas, y La Nación, de Buenos Aires.
En Nueva York, dentro de las entrañas del monstruo, continuó su empeño por liberar al hombre –inmediatamente en su país natal y en Puerto Rico–, además de su apuesta por la comunión espiritual y el progreso autóctono de América Latina y por el equilibrio planetario ante el surgimiento de una potencia dispuesta a conseguir, por cualquier medio, la hegemonía.
Patria, publicado por primera vez el 14 de marzo de 1892, y considerado por el estudioso Pedro Pablo Rodríguez, «la apoteosis de la integralidad periodística del líder cubano», devino órgano oficial del Partido Revolucionario Cubano y difundió su programa, sus bases y propósitos, para convencer sobre su lucha mediante textos de combate y propaganda.
Allí, Martí incursionó en la dirección y disminuyó su actividad de cronista excepcional a favor de géneros opinativos como artículos y editoriales, sin ninguna concesión de sus dotes literarias. Convirtió esas páginas en una ventana abierta a los elementos de la cubanía movilizadores del orgullo de su pueblo.
El Apóstol asumió, más allá de los límites, su original concepción de la palabra, hembra del acto, y la fecundó con el sudor de su existencia y con la muerte que brinda a quienes batallan por la vida.
Desde 1992, la familia de la prensa cubana celebra su día cada 14 de marzo. Esa fecha señala un compromiso, un rumbo: acercarnos cada vez más al abrazo de la patria desde el periodismo.