No se trata de matemática de bodegueros, como se dice cuando se quiere ejemplificar una cuenta sencilla. Bien complejo resulta para los cubanos hoy administrar los salarios de manera que alcancen para satisfacer las necesidades básicas; mucho menos hablar de algún otro tipo de gustos, por supuesto.
Y es que los precios se han disparado, situación que en estos meses de pandemia se ha visto agudizada por el desabastecimiento y la elevada tasa de cambio en el mercado informal de divisas, la cual está por encima de 1×70.
Ello representa una inflación de 6 900 por ciento e incide tanto en la inflación mayorista como en la minorista, según explicó recientemente en el VII Periodo Ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), Marino Murillo Jorge, quien tenía a su cargo la Comisión de Implementación de los Lineamientos.
La dificultad, reconoció, está en la inflación minorista, pues la devaluación trae consigo el incremento de precios.
Lo cierto es que la canasta básica calculada para la Tarea Ordenamiento era de 1 528 pesos, y en función de ella se levantaron salarios, pago de pensiones y la Asistencia Social. Sin embargo, según se informó en las sesiones del Parlamento, en el mes de marzo era de 2 347 pesos, en mayo 2 628, en junio 2 700 y en agosto 2 821 pesos, casi el doble de los cálculos iniciales.
Con un salario medio de 3 888 pesos, se justifica que, en términos matemáticos, hay mucha gente a la que no le alcanza, o en otra lectura, no todos están consumiendo lo que necesitan.
La situación de los excesivos precios ha ido al límite. Hablamos entonces de que el arroz llegó a costar 70 pesos la libra y la carne de cerdo y el jamón entre 160 y 180; una pizza especial entre los 50 y los 125 pesos, según el establecimiento; un paquete de panes cuesta 80; un pomo de refresco 120 y un nasobuco desechable en la red de Comercio se expende en 22 pesos. Algunas cifras son irracionales.
En resumen: nos enfrentamos a precios 10 veces mayores a los estimados en el diseño de la Tarea Ordenamiento.
Algunos trabajadores por cuenta propia alegan que los precios se construyen a partir de los costos de las materias primas que adquieren en MLC, una realidad que también hay que aceptar, aunque no resuelve el problema de quien percibe uno o dos salarios en el hogar.
Alejandro Gil Fernández, viceprimer ministro y titular de Economía y Planificación (MEP), dijo en las sesiones de la Asamblea que el camino no es topar precios, porque ello solucionaría el problema solo por un tiempo. No obstante, quizás valdría la pena repensar este tema y poner límite a determinados productos, sobre todo los alimenticios, y de ello es responsable el Gobierno.
La ruta está en elevar los niveles de producción de alimentos y la oferta, un camino complejo y difícil cuando prima el déficit de materias primas.
Mientras no se alcance la eficiencia de las empresas estatales y la ampliación de las capacidades productivas de la industria nacional, los precios seguirán astronómicos y marcará la pauta aquello que se vende en el mercado informal y a través de las redes, donde productos de primera necesidad alcanzan números elevadísimos, fuera del alcance de cualquier trabajador.
La entrada al escenario de los nuevos actores económicos pudiera en un mediano y largo plazos ayudar a minimizar esta situación, a la vez que otras medidas como el autorizo de las ventas de garaje que se pensaron para tener una oferta más asequible al bolsillo de algunos.
Conocido es el recrudecimiento del bloqueo, que asfixia, que ahoga, y también el desorden financiero de un mundo en pandemia, y del cual Cuba no escapa, pero la realidad hoy es que o se toman a tiempo medidas que protejan a la población o unos cuantos vivirán de muchos.
No se trata de cuenta de bodegueros, no se sacan tan fáciles cuando se resta más de lo que se suma.