En ocasiones no dimensionamos los rendimientos de nuestros deportistas, o al menos no con todo el rigor que merece un resultado X.
Comenzaré hablando nuevamente del vocablo eficiencia, al parecer, notablemente remarcado en nuestras delegaciones deportivas a los últimos eventos de primer nivel. Y lo digo porque por estos días, con una comitiva de cinco atletas, en el mundial juvenil de Nairobi, Kenia, se han materializado tres preseas, a razón de un oro y dos bronces, lo cual colocaba a Cuba momentáneamente en el cuarto puesto del medallero, a la escolta de los anfitriones (2-1-1), Etiopía (1-2-1) y Sudáfrica (1-1-0).
Eso sin contar que el martillista Ronald Menciá igualmente estará en la definición de su prueba luego de 74.98 metros en la clasificatoria que le merecieron el tercer puesto y avance entre 24 contendientes a la discusión de las preseas de hoy; y la lamentable descalificación por invasión de carril de la ochocentista Daily Cooper, quien hubiera pasado segunda a semifinales con 2:09.06 minutos.
Si eso no se considera eficiencia suprema, no sabría explicarles qué lo es.
El segundo componente y no menos relevante es que se trata de tres eventos que hasta cierto punto estaban empolvados en nuestro panorama atlético: en el caso de la bala masculina, primera ocasión que se accede al podio en estas lides, y fue con oro de Juan Carley Vázquez (19.73 metros).
La jabalinista Yiselena Ballar cumplió con su profecía precompetencia (55.48-bronce), si bien no se acercó en demasía a su mejor registro; en tanto el velocista Shainer Reginfo devolvió a la prueba reina a la palestra, mejorando sus 10.35 segundos cimeros hasta 10.32, acreedores del metal bronceado.
Digo esto porque existe una variable competitividad, que acompañada del componente psicológico no siempre resulta fácil de desarrollar, más aún tratándose de atletas noveles, con poco kilometraje o aval en certámenes cualitativamente superiores, y marcados en este caso por el azote de la pandemia de la Covid-19, que pudo haber frenado su curva evolutiva y atentado contra la obtención de forma óptima deportiva.
Toca entonces ponderar su desempeño, como también en su momento analizar las causas de haber presentado una legión tan reducida en Nairobi, cuando en la cantera disponemos de otros talentos con empuje.
Profundizando en los rendimientos
Expuestos algunos argumentos, toca centrarse en los rendimientos de los nuestros:
Estoy convencido de que Juan Carley Vázquez nunca olvidará ese dorsal 199, como tampoco el sexto intento de su secuencia en Nairobi. Antes, sus músculos tensos, el esfuerzo supremo, y la mirada clavada a la distancia de 19.70 metros, le hacía removerse en su interior ante la imposibilidad de proclamarse campeón y una piedra bielorrusa en el zapato de nombre Yauheni Bryhi (19.70-marca personal), quien había impulsado de miedo en su intento inicial.
Juan Carley estaba decidido a tocar la gloria, y así lo demostraba en cada uno de sus registros (19.47-19.68-18.92-18.95-X), signando la mejor secuencia de la docena de finalistas hasta el adiós de 19.73 que todos conocemos.
Reitero la idea de que se inscribió en una relación en la cual ningún otro balista antillano había podido lograrlo en esta categoría. Además, desde la fallida incursión de Carlos Véliz en Londres 2012, sin demeritar su calidad para inscribirse bajo los cinco aros y codearse con los mejores del continente en su momento, habíamos carecido de un exponente serio en dicho evento.
El actual recordista nacional juvenil, se aproximó a su tope de 20.32, pero lo más importante resultó ser la estabilidad evidenciada sobre los 18.90 metros, rango solo alcanzado por siete de los 12 agraciados en la final.
Yiselena Ballar: Igualmente mostró una notable estabilidad en su estructura de lanzamientos (54.54-48.51-55.13-53.44-55.48 y 51.77), lo cual dice bastante igualmente de la ejecución de su técnica, pues la espigada cienfueguera no cometió fouls.
Solo la serbia Adriana Vilagos (61.46-liderazgo anual), y la griega Elina Tzengko (59.60), precisamente sus dos rivales más rocosas antes de empuñar el dardo, le antecedieron en la final directa de 14 contendientes.
Si bien Ballar distó de sus 60.84 cúspides, puede considerarse digna heredera de María Caridad Colón, su entrenadora Xiomara Rivero, Odisleydis Menéndez, y compañía.
Shainer Reginfo: Shainer fue la viva estampa de lo que idílicamente se les pide siempre a los atletas. Emular o superar sus mejores registros en la competencia fundamental de la temporada. Shainer lo hizo en dos oportunidades: luego de sus 10.40 segundos en preliminares, cuarto mejor crono entre los 47 bólidos inscritos; estampó tope personal de 10.29 en semifinales, quinto tiempo de esa instancia.
Eso, antes de dibujar 10.32 y escoltar en el segmento decisivo, desafiando las secuelas dejadas por la lluvia, al botsuanés Letsile Tebogo (10.19), y al sudafricano Benjamin Richardson (10.28).
Ahora podemos afirmar que Cuba cuenta con una cantera de sprinters interesante, pues a Reginfo se suma el plusmarquista nacional juvenil Yenns Fernández (10.14).
Tocará con todos ellos, y con los restantes de la preselección de la categoría que no hicieron el grado continuar moldeando talento y potencialidades, cuidar su físico, fraguar la psiquis y soltarlos a pelear en próximos escenarios de batalla, el más póximo, los venideros Juegos Panamericanos Junior de Cali, Colombia.