El Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares entra hoy en vigor y Cuba está entre los primeros Estados signatarios, de los 51 que ya lo ratificaron.
La isla caribeña firmó el instrumento el 29 de septiembre de 2017, día cuando se abrió a la firma en la sede de Naciones Unidas, en Nueva York.
Cuba fue además el quinto país en ratificarlo, el 30 de enero de 2018, muestra del compromiso con el desarme general y completo.
Al cierre del 18 de enero, el Tratado cuenta con 51 Estados partes, de los cuales 21 son de América Latina y el Caribe.
Son ellos Antigua y Barbuda, Belice, Bolivia, Costa Rica, Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Guyana, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, San Kitts y Nevis, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.
El continente latinoamericano se ubica en la vanguardia histórica en el compromiso con el desarme nuclear.
Así lo evidencia la adopción del Tratado para la Proscrición de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe, más conocido como Tratado de Tlatelolco, el cual dispuso que la región fuese la primera densamente poblada del mundo, declarada Zona Libre de Armas Nucleares.
También se reafirma con declaraciones especiales de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
El 7 de julio de 2017 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el primer Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares.
Durante sus negociaciones fue superada la oposición de los países que disponen de arsenales nucleares y de otros ‘protegidos’ por la sombrilla atómica, que no participaron en las tratativas.
El Tratado prohíbe el desarrollo, ensayo, producción, fabricación y otras formas de acceso a las armas nucleares, la transferencia o recepción y el estacionamiento; no se permite ninguna ayuda o incentivo.
Resulta el primer instrumento que califica el uso del armamento nuclear como una amenaza para la humanidad y un acto contrario al Derecho Internacional y al Derecho Internacional Humanitario.
El convenio abre las puertas a que los poseedores de armas nucleares se unan y destruyan sus arsenales.
También introduce nuevos temas relacionados, como la asistencia a las víctimas, la restauración ambiental y las cuestiones de género en el desarme nuclear.
Todos estos propósitos tuvieron a Cuba como activo promotor.
Por iniciativa de La Habana, y con el apoyo del Movimiento de Países No Alineados, la Asamblea General de las Naciones Unidas realizó en septiembre de 2013 una Reunión de Alto Nivel sobre Desarme Nuclear, la primera de su tipo dedicada al tema en la historia de la ONU.
Cuba, según la Constitución promulgada el 24 de febrero de 2019, ‘promueve el desarme general y completo y rechaza la existencia, proliferación o uso de armas nucleares, de exterminio en masa u otras de efectos similares, así como el desarrollo y empleo de nuevas armas y de nuevas formas de hacer la guerra, como la ciberguerra, que transgreden el Derecho Internacional’.
En discurso pronunciado durante la clausura del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en La Habana, el 5 de agosto de 1978, el entonces presidente cubano, Fidel Castro, reafirmó la postura de su país respecto a la necesidad del desarme nuclear:
‘El ruido de las armas, del lenguaje amenazante, de la prepotencia en la escena internacional debe cesar. Basta ya de la ilusión de que los problemas del mundo se puedan resolver con armas nucleares. Las bombas podrán matar a los hambrientos, a los enfermos, a los ignorantes, pero no pueden matar el hambre, las enfermedades, la ignorancia.’
Y el líder histórico de la Revolución cubana concluyó: ‘En una guerra nuclear el daño colateral sería la vida de la humanidad’.