Las recientes conversaciones migratorias entre Cuba y Estados Unidos y el anuncio de la próxima reanudación de los servicios en la Embajada de Washington en esta capital abrieron este año una pequeña rendija en las relaciones bilaterales.
Lo cierto es que, desde la llegada a la Casa Blanca en enero de 2021, el actual presidente Joe Biden, impulsó, salvo ligeros ajustes, una política respecto a la isla similar a la de su antecesor Donald Trump (2017-2021) y mantuvo invariables las 243 medidas impuestas bajo esa administración.
A partir de septiembre de 2017, la sede diplomática estadounidense asumió funciones limitadas, luego de supuestos ataques sónicos contra los funcionarios; ello conllevó a la reducción del 60 por ciento del personal, pese a la ausencia de pruebas factibles que justificaran tal desmantelamiento.
Tampoco emergió un culpable real de los misteriosos problemas de salud, por tanto, «el pretexto de los incidentes sónicos, desmontado luego con todo rigor por la comunidad científica, y el daño de las relaciones bilaterales, acarreó enormes dificultades para la familia cubana”.
Así lo declaró a Prensa Latina el historiador y profesor titular de la Universidad de la Habana (UH) Hassan Pérez Casabona, quién añadió entre las medidas dispuestas por el gobierno de Trump la obligación para los cubanos de viajar a Guyana y otros países para la realización de trámites migratorios.
Según el académico, tal determinación supuso un obstáculo para el traslado legal, seguro y ordenado, sumado a otras disposiciones como la Ley de Ajuste Cubano, que permite a los ciudadanos de la isla, presentes físicamente en Estados Unidos durante al menos un año, recibir la residencia permanente.
«Ese mecanismo alienta la migración irregular y desordenada y el tráfico de personas, con un costo significativo de vidas. También, tiene un carácter criminal porque estimula, basado en el reencuentro de las familias, procesos migratorios que no están estipulados y defendidos de manera internacional», indicó.
Desde el 4 de enero, la embajada estadounidense retomará el procesamiento completo de visas, con la inclusión de familiar inmediato, preferencia familiar, diversidad y visa de prometido; lo cual significaría un aumento de las personas beneficiadas.
La decisión, difundida el 9 de noviembre pasado, trascendió de un encuentro de funcionarios de ambos países, entre ellos, la secretaria adjunta del Departamento de Estado para Temas Consulares, Rena Bitter, y la directora de los Servicios de Ciudadanía e Inmigración del Departamento de Seguridad Interna, Ur Mendoza.
Hasta la fecha, ellas son las representantes de mayor nivel de visita en este país, desde la llegada de Biden al despacho oval.
De acuerdo con cifras oficiales, en los últimos cinco años, la embajada sólo tramitó alrededor de cuatro mil visas y, por consiguiente, ello significa que la Casa Blanca no ha cumplido con los acuerdos migratorios suscritos con Cuba en 1994 y 1995.
En ellos se establece el compromiso de otorgar un mínimo de 20 mil visas anuales a cubanos que deseen viajar a Estados Unidos y la celebración de rondas semestrales de conversaciones para comprobar su cumplimiento.
¿SON POSIBLES LOS VÍNCULOS?
Para Pérez Casabona la noticia, divulgada por el Buró de Asuntos Consulares, avanza en la dirección correcta, y demuestra, una vez más, la capacidad de ambos países para la articulación de vínculos respetuosos, centrados en intereses comunes y la enorme posibilidad de avanzar en múltiples ámbitos.
Los acuerdos y memorandos firmados durante el último mandato de Barack Obama (2013-2017), permitían un entendimiento diplomático respetuoso y civilizado e involucraron a sectores de la ciencia, medio ambiente y cultura.
“Ello fue el principio de un camino que pudo ser más amplio, de no producirse el proceso de reversión y estancamiento que llegó durante la presidencia de Trump y continúa actualmente», añadió el experto.
Opinó que, luego de las elecciones de medio término en Estados Unidos para la renovación de los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 35 de los 100 del Senado, durante esta recta final de su mandato, Biden puede retomar algunas de las acciones prometidas durante su campaña electoral.
El especialista valoró el enorme potencial entre Washington y La Habana respecto a los campos académico, cultural, científico y deportivo, más allá de diferencias ideológicas y posturas contrapuestas sobre conceptos como democracia, participación popular y el carácter socialista de la Revolución Cubana.
«Cuba es un interlocutor de respeto, con un ordenamiento social estable y tranquilo que posee numerosos avances científicos, perceptibles en la creación de cinco candidatos, tres de ellos convertidos en vacuna, para el enfrentamiento a la pandemia Covid-19», reconoció.
No obstante, en muy pocas ocasiones, el jefe de la administración estadunidense asumió una política propia; por el contrario, su manera de actuar, caracterizada por la inmovilidad, contrasta con sus propias promesas de campaña, alusivas al impulso de nexos semejantes a los emprendidos por Obama.
AGENDA EXTERIOR HACIA LA ISLA
En diálogo con Prensa Latina, Luis René Fernández Tabío, doctor en Ciencias Económicas, aseguró que «esa fue una de las decisiones con mayor impacto en la familia, lazos bilaterales e intercambios pueblo a pueblo».
El profesor titular e investigador del Centro de Investigaciones de la Economía Internacional de la Universidad de La Habana mencionó otras medidas anteriores como el restablecimiento de los vuelos a otras provincias cubanas, eliminados en 2019 y que desde agosto de 2020 solo incluían a La Habana.
Sin embargo, valoró que los dictámenes de la presente administración, en casi dos años de mandato, no han tocado los instrumentos más sensibles y de alto impacto sobre la realidad cubana, entre ellos, las remesas; tampoco fueron alterados los mecanismos de la guerra económica.
De igual manera, Cuba continúa en la lista de países patrocinadores del terrorismo- incluida nuevamente en enero de 2021-, lo cual desconoce los 19 convenios internacionales suscritos por La Habana sobre el enfrentamiento al terrorismo.
«Incluso el presidente de Colombia, Gustavo Petro, le dijo directamente al secretario de Estado de EE.UU, Antony Blinken, que eso era una injusticia e hizo un recuento histórico respecto al papel de la isla en el proceso negociador y los diálogos de paz con la FARC-EP, bajo el gobierno de Juan Manuel Santos», aseveró.
Pese a que, en mayo último, Washington comunicó una serie de iniciativas aparentemente dirigidas a revertir las acciones punitivas de Trump, en el caso de las remesas, por ejemplo, aún no existe un soporte práctico para restablecer su envío, tampoco hay nexos interbancarios y persisten las sanciones a la corporación cubana Fincimex.
Todo ello tuvo lugar en el contexto de una crisis económica nacional y mundial, pandemia Covid-19, incremento de los precios; diversos accidentes; el paso del huracán Ian en el pasado mes de septiembre y la persecución constante en las esferas de transporte, transferencias y adquisición de insumos.
DENUNCIA INTERNACIONAL AL BLOQUEO
El profesor titular Pérez Casabona se refirió a la votación de la resolución contra el bloqueo económico, comercial y financiero, impuesto por Estados Unidos, presentada por Cuba en la Asamblea General de las Naciones Unidas, los días 2 y 3 de noviembre.
Por trigésima ocasión, el mundo reclamó el fin de ese cerco, en esta oportunidad, con 185 votos a favor, dos abstenciones- Ucrania y Brasil- y dos votos en contra, Estados Unidos e Israel.
A juicio del analista, los representantes de los estados participantes en el debate denunciaron de manera contundente esa política «criminal, genocida y que impide el desarrollo estratégico del país; pues no solamente nos priva de alimentos y medicinas, también resulta una espada de Damocles que incide en la cotidianidad de cada uno de nosotros».
Argumentó que, en los primeros 14 meses de presidencia de Biden, el bloqueo causó pérdidas valoradas en más de seis mil 300 millones de dólares y, de agosto de 2021 a febrero de 2022, el valor ascendió a tres mil 800 millones de dólares.
«Estados Unidos carece de credibilidad cuando, después del paso del huracán Ian, ofrece dos millones de ayuda humanitaria. En realidad, si le preocupase el bienestar del pueblo cubano, al menos debía levantar las sanciones», concluyó.