Aunque las cifras de contagio de la COVID-19 en Cuba muestran una tendencia a la disminución, el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) implementó un protocolo de actuación, con alcance nacional, que contribuya a la prevención, control y mejor manejo de casos positivos.
Para su elaboración, el organismo adoptó las mejores evidencias científicas existentes, no obstante, dada la novedad de esta enfermedad, dicho protocolo se encuentra en continua revisión y estará sujeto a modificaciones, según reportes clínicos, epidemiológicos y terapéuticos, señala el periódico Granma.
El mismo contempla dos escenarios: uno preventivo, y otro de atención a pacientes contagiados con el nuevo coronavirus en sus diferentes estadios.
Cuenta con acciones que se inician en la comunidad, en el nivel primario de atención, y se continúan en aquellos centros destinados al aislamiento de contactos o personas provenientes de zonas de riesgo.
También se incluyen las acciones sobre el personal de Salud y auxiliar, que necesariamente tiene que laborar frente a casos de contactos, sospechosos y confirmados, incluyendo el asintomático.
Sobre la asistencia primaria establece entre sus principales responsabilidades el habilitar consulta diferenciada para pacientes con manifestaciones de infección respiratoria aguda en los policlínicos y disponer de los medios de protección para el personal que trabajará en la consulta diferenciada.
Además, realizar interrogatorio y examen físico del paciente que permita una evaluación de este y su clasificación de caso; ejecutar la pesquisa activa a toda la población para la identificación de casos con infecciones respiratorias agudas, así como de contactos y sospechosos.
El protocolo norma los criterios a seguir para determinar que una persona debe ingresar en una Unidad de Cuidados Intensivos, entre ellos la presencia de algún signo de alarma o disnea creciente, uso de músculos accesorios de la respiración, tiraje intercostal o subcostal, necesidad de ventilación artificial, asociación con enfermedades crónicas descompensadas (diabetes mellitus, asma bronquial, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y otras).
Incluye también a toda gestante o puérpera con una afección, que por su gravedad requiera ingreso en cuidados intensivos y en la que, además, exista sospecha o confirmación de infección por coronavirus.
Destaca que hasta la fecha existen pocos datos disponibles sobre embarazadas afectadas por la COVID-19, pero no se puede afirmar que no son susceptibles.
Los síntomas y signos que suelen ocurrir en este grupo son: fiebre, mialgias, dolor de garganta, diarreas; las neumonías las reportan como poco graves.
En muy pocas pacientes ha sido necesaria la ventilación mecánica, y los nacimientos reportados son mayoritariamente por cesáreas.
Al ser nuevo el virus, aún no se dispone de suficiente información que evidencie su impacto en la población pediátrica, no obstante, el reconocimiento de este tipo de paciente constituye una prioridad en la asistencia médica.
Este será diagnosticado en cualquier nivel de atención, desde el consultorio del médico de familia, el cuerpo de guardia o sala de hospitalización de una institución de Salud.
Los principales síntomas en los niños son fiebre, tos, polipnea, congestión nasal, odinofagia, alteraciones digestivas, específicamente diarreas, artromialgias y decaimiento.
La prematuridad, el bajo peso al nacer, la desnutrición, las cardiopatías congénitas, enfermedades crónicas de la infancia, las afecciones malignas, los tratamientos inmunosupresores, sicklémicos y pacientes con ventilación a domicilio, son factores de riesgo asociados a formas clínicas severas y complicaciones.
En los servicios pediátricos de hospitalización está institucionalizado el familiar acompañante, por lo cual se requiere extremar medidas de prevención.
Debe estipularse un solo acompañante, quien debe tener permanencia, usar medios de protección y cumplir medidas de aislamiento; si la madre u acompañante resulta enferma debe valorarse su ingreso junto al menor.
Los criterios de alta clínica en el caso sospechoso son mejoría clínica y radiológica del paciente, estar descartada la infección a través de estudio virológico y se mantiene ingresado hasta completar los 14 días.