Tras la compleja situación económica mundial, nuestro país debe aumentar la capacidad de autosuficiencia en determinados rubros imprescindibles para el desarrollo de la sociedad. Entre ellos resulta vital lo referente a la producción de alimentos y por supuesto la agricultura.
En ese sentido, aprovechar cada pedazo de tierra para la obtención de cultivos es una cuestión de supervivencia en medio del actual contexto que atraviesa la nación, momento sensible por la presencia de una pandemia que ha atacado a todos los continentes.
Ejemplos sobran fuera y dentro del país, incluso van desde los ya antiguos cuentos sobre la rentabilidad que sacan los asiáticos a pequeñas porciones de tierra hasta los patios que mantienen el autoabastecimiento y dejan ganancias a cualquier vecino nuestro.
Pero en esta etapa debe ser tarea de cada persona que posea un espacio, cuyas características sean propicias para determinado cultivo, el usar esta área primero como fuente para el consumo del hogar y por otra parte algo, por qué no, para el bien de la comunidad.
Lógicamente, este objetivo demanda apoyo del sistema de la Agricultura, en especial para adiestramiento, y quizás algunos recursos como semillas para que la nueva oleada de agricultores pueda iniciarse.
Punto fundamental es poner el capital humano en función prioritaria de la agricultura urbana y los ingenieros y técnicos agrónomos a enseñar cómo poder sacarle lo deseado a la tierra, aspecto que en realidad es más difícil de lo que se piensa.
Así se aplicará la ciencia a la producción, objetivo tan perseguido en Cuba y que en ocasiones parece ser una fantasía, inexplicable por la cantidad de especialistas graduados en diversas ramas.
Y señalo a la agricultura urbana porque es la vía para acercar la fuerza de trabajo a las producciones, pues mano de obra para dicho sector no abunda demasiado entre los cubanos, entre otras causas por la migración hacia la ciudad y por las oportunidades de estudios para los jóvenes de zonas rurales.
Pienso que la urgencia agrícola deberá aplicarse a algunas empresas y escuelas, con el trabajo en huertos, donde se garanticen aportes a los comedores.
Otro aspecto que no debe descuidarse es facilitar los trámites a las personas que quieran obtener en usufructo ciertas tierras ociosas y además supervisarlos, si es que no tienen la experiencia suficiente con la intención de que se logren las metas productivas.
Censar cada rincón de los pueblos y las extensas superficies que aún se encuentran sin uso en zonas periféricas será necesario, y la inactividad de esos lugares no es un lujo que podemos darnos los cubanos.
Lo cierto es que estamos ante un panorama, quizás el más difícil para Cuba luego del llamado periodo especial, y me refiero, con esta etapa mencionada a los primeros años de la década del ’90 del siglo pasado, cuando hubo que buscar estas alternativas para la alimentación ante el poco comercio exterior de la Isla en esos momentos.
Por esto no se está errado si se asevera que cultivar, en estos tiempos, es la palabra de orden; sin embargo, hay que hacerlo bien, de forma organizada y bien estudiada, con el análisis previo de las potencialidades de cada territorio. Sin dudas un nuevo reto al que se enfrenta la nación.