Por más de 30 años los organismos genéticamente modificados (OGM), también llamados transgénicos, han sido objeto de debate. La polémica, desatada mayormente por parte de organizaciones ambientalistas y movimientos sociales, ha aludido al daño que ocasionan a la salud humana debido al mal manejo de estos cultivos,sobre todo por grandes transnacionales como Monsanto, por citar un ejemplo.
A pesar de que aún cuenta con muchos detractores, el desarrollo de la ingeniería genética ha ido ganando adeptos, pues ha demostrado que, con el debido control y uso adecuado, los cultivos transgénicos pueden traer muchos beneficios.
La FAO los define como organismos vivos cuyas características han sido cambiadas mediante técnicas de biotecnología moderna, principalmente con el objetivo de ser más resistentes a enfermedades y plagas.
Expertos aseguran que la controversia que existe en la actualidad es más social y política que científica, ya que los transgénicos son los organismos más controlados del mundo y el riesgo potencial que algunos refieren que pudiera existir para la vida es muy bajo comparado con el daño altísimo del uso de químicos.
Actualmente, más de 280 entidades técnicas y científicas a nivel mundial han ratificado la seguridad de cultivos transgénicos y sus productos derivados, incluidas la Organización Mundial de la Salud, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Unión Internacional de Ciencias de la Nutrición (IUNS), entre otras instituciones y academias de ciencias de países como Estados Unidos, Canadá, Australia, Sudáfrica, China, India, México, Chile…
EL CIGB, LÍDER EN CUBA
Cuba, a pesar de ser un país en vías de desarrollo y azotado por políticas hostiles por más de 60 años, se ha incorporado a este movimiento en los últimos años. El pasado 23 de julio de 2020 se publicaba en la Gaceta Oficial de la República un Decreto Ley para la implementación de la política cubana para la introducción de los OGM en la agricultura, como una alternativa en medio de la necesidad de equilibrar su balanza agraria.
Al presentar el Decreto Ley, Armando Rodríguez Batista, viceministro de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, refería que la política nacional propone la inclusión controlada de esos cultivos como alternativa en el desarrollo agrícola, a partir de premisas como la soberanía y la seguridad alimentaria, la agroecología, la sostenibilidad y la soberanía tecnológica.
En consecuencia, en febrero de 2021 se estableció en el país la Comisión Nacional, la cual está presidida por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medioambiente (Citma) como organismo rector de la seguridad biológica en el país y de punto focal nacional para el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología, del cual Cuba es signatario desde 2002.
Estos avances están en manos del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), donde se ha desarrollado una semilla de maíz híbrido transgénico resistente a la principal plaga del cultivo en Cuba. Además, extienden sus estudios a la soya, pues son ambos cultivos los de mayor incidencia en la importación de alimentos.
El doctor Mario Pablo Estrada García, director de investigaciones agropecuarias del CIGB, declaró a Cubadebate que un evento transgénico es un tema en el que se mezclan datos, hechos, necesidades y realidades, juicios y alegatos de tipo científico, político, social, económico, medioambiental y mediático.
“Cuba necesita 900 000 toneladas de maíz seco y 500 000 toneladas de soya para producir pienso para que haya cerdo, pollo, huevo y otros alimentos. Hoy todo se compra, pero hay que producirlo aquí, tenemos que independizarnos. No puedes basar en la importación de esos granos toda esa proteína necesaria para la producción animal que hace falta para la nutrición humana. Solo entre maíz y soya, hablamos de más de 500 millones de dólares anuales”, explicó Estrada García.
Igualmente, refirió a Granma la necesidad de forjar alianzas con el uso de la agroecología, ya que ambas alternativas se complementan y cada una, desde su ámbito, está en condiciones de aportar mucho a la producción de alimentos en el país.
Señaló que se establecen las bases para crear innovadoras alianzas económicas destinadas a la producción de semillas biotecnológicas de alto valor productivo que permitirán la siembra de 20 000 hectáreas de maíz en la primavera de 2023, con una potencialidad productiva superior a las 100 000 toneladas.
OGM EN PINAR DEL RÍO, ¿UNA REALIDAD?
A partir de la implementación de la política para la introducción de estos organismos en la agricultura se realizó un experimento en cinco provincias y Pinar del Río fue una de ellas.
De acuerdo con el máster en Ciencias Yusniel Massola Bernal, especialista de la Oficina de Regulación y Seguridad Ambiental (ORSA) en la Delegación Territorial del Citma, el maíz híbrido transgénico del CIGB tiene dos eventos, uno para que sea resistente a un plaguicida y el otro a la palomilla del maíz. Esas son las únicas dos modificaciones genéticas, por lo tanto, no es agresivo.
“Aquí se sembró en cinco hectáreas pertenecientes a un productor de la empresa Cubaquivir, en el municipio de Los Palacios, con el objetivo de obtener semilla para usar en próximas producciones, que tendrían como destino el alimento animal. En noviembre de 2022 se planificaron sembrar 41.2 hectáreas con esa simiente, pero la licencia ambiental no salió en tiempo.
Aclara Massola Bernal que para liberar un OGM al medio es necesario tener una licencia de seguridad biológica que da la ORSA en el Citma a nivel central. Para ello se hace una evaluación de riesgo que consiste en ir al campo, valorar las condiciones para liberar ese grano y hacer una revisión del expediente, luego se envía a la oficina nacional y se otorga la licencia ambiental.
“El área debe tener varios requisitos: primero que garantice seguridad, que no se cometan ilegalidades, que esté cercada y que no entren animales o personas ajenas al trabajo”.
Sostiene el especialista que contrario a lo que la población pueda pensar no hay riesgos para las personas. “El daño no es humano, sino ecológico. Por ejemplo, si hay un campo de maíz transgénico al lado de un apiario y la abeja poliniza ese maíz, ya la miel no es ecológica, entonces no se puede exportar”.
De ahí la importancia de que la Comisión Provincial, integrada además de por el Citma por factores de la Delegación Provincial de la Agricultura y Salud Pública, funcione adecuadamente y que exista una comunicación efectiva entre todos sus miembros, pues es la encargada de velar que se cumplan todos los requisitos que lleva esta forma de hacer agricultura.
“Con esta tecnología se ahorra en plaguicidas y se obtienen rendimientos excelentes, pero es indispensable implementar un plan de capacitación para los campesinos, que pasen talleres, que se logre una correcta selección de los productores para que cumplan al pie de la letra el paquete tecnológico, y que exista comunicación sistemática entre el productor y el equipo de trabajo de la comisión.
Asimismo, apuntó que debido a que la producción de semillas híbridas es novedosa, los productores deben contar con la infraestructura óptima para ello como es un sistema de riego por pívot. Requiere de laboreo manual y selectivo y un monitoreo desde la altura, que se lleva a cabo gracias a Geocuba.
La introducción de OGM en la agricultura cubana constituye una alternativa ante la necesidad de equilibrar la balanza agraria del país. Depender cada vez menos de alimentos importados, desarrollar la ciencia y la tecnología autóctonas son el camino hacia la soberanía alimentaria que nos proponemos. No sería entonces una utopía también tenerlos en la mesa.