La Cumbre de la Amazonia, en Belém, Brasil, concluyó este miércoles con acuerdos en torno a una agenda para reducir la deforestación y el crimen en la mayor selva tropical del planeta, que comparten ocho países; la coordinación entre Estados para apoyar a autoridades locales en la protección del ecosistema y un llamado a las naciones desarrolladas a cumplir sus compromisos de recursos para la acción climática.
A lo largo de los dos días de sesiones estuvieron representados Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela, miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), recientemente revitalizada.
Este miércoles se sumaron a la reunión los presidentes de la República del Congo y la República Democrática del Congo, un emisario del presidente de Indonesia y el embajador francés en Brasil, en representación del territorio de Guyana Francesa. También asistió un emisario de Noruega, el mayor contribuyente al Fondo Amazonas brasileño para el desarrollo sustentable.
Analistas destacaron que se haya concebido una hoja de ruta para proteger las selvas tropicales, calificada como paso importante en la lucha contra el cambio climático, pero señalaron que no se llegó a los compromisos concretos que pedían algunos ambientalistas para poner fin a la deforestación.
El martes, presidentes y ministros de ocho países amazónicos firmaron una declaración de sus planes para impulsar el desarrollo económico de sus países y a la vez impedir que la larga agonía de la región “llegue a un punto de no retorno”.
“Es significativo que los mandatarios de los países de la región hayan escuchado a la ciencia y comprendido el llamado de la sociedad: la Amazonia está en peligro y no tenemos demasiado tiempo para actuar”, dijo el grupo internacional WWF en un comunicado.
Marcio Astrini, director de Observatório do Clima, organización que agrupa a más de 70 grupos ambientalistas brasileños, reconoció que luego de años de retroceso lo visto en Belém es “un primer paso”, pero lamentó la falta de “decisiones concretas” sobre temas como la deforestación en la selva, un punto que también señalaron WWF y otros organismos.
La cumbre refuerza la estrategia de Lula para potenciar el interés mundial en la conservación de la Amazonia. Alentado por una disminución de la deforestación del 42% en sus primeros siete meses en funciones, ha buscado apoyo financiero internacional para la protección de la selva.
En declaraciones a la prensa después de la reunión del miércoles, Lula deploró las “medidas proteccionistas disimuladas como inquietud ambiental” que limitan las importaciones de países en desarrollo, y dijo que los países desarrollados deben cumplir sus promesas de dar apoyo monetario a la protección de los bosques.
“La naturaleza, que el desarrollo industrial contaminó durante 200 años, necesita que paguen su parte para que podamos revivir parte de lo que se arruinó. La naturaleza necesita dinero”, afirmó el presidente brasileño.
La Amazonia se extiende por una superficie dos veces el tamaño de la India. Dos terceras partes de ella están en Brasil, mientras que otros siete países y un territorio comparten el tercio restante. Históricamente, losGgobiernos la han visto como una zona de colonización y explotación, con poca consideración por la sustentabilidad o los derechos de sus pueblos indígenas.
Todos los países presentes en la cumbre han ratificado el Acuerdo de París, el cual requiere a las partes firmantes establecer objetivos para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
La Declaración de Belém, que plasma los compromisos acordados en el encuentro y comprende 113 puntos, urge a los países desarrollados a “cumplir con sus compromisos de provisión y movilización de recursos, incluyendo la meta de movilizar 100 000 millones de dólares anuales en financiamiento climático”.
También anuncia la creación del Centro de Cooperación Policial Internacional en la Amazonia, que tendrá como responsabilidad coordinar la cooperación logística de los Estados signatarios para ayudar a sus autoridades locales a proteger el bioma amazónico, aunque deja libertad a los Gobiernos para definir sus propios métodos de protección.
En el punto 79, la declaración recoge el compromiso de los firmantes de “iniciar un diálogo sobre la sostenibilidad de sectores tales como minería e hidrocarburos en la región amazónica”.
El documento también expresa consenso en temas como la inclusión de los pueblos indígenas en las campañas de protección ambiental de la Amazonia.