Además de la limosna de casi 2.000 millones de dólares que Estados Unidos ofrecerá a la inversión privada en Centroamérica para supuestamente frenar la migración, de qué más se hablará en la Cumbre de las Américas que comienza hoy en Los Ángeles.
¿Sobre Democracia?
¿De cuál, del ejemplo que Estados Unidos le dio al mundo durante el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 cuando las huestes de Trump pusieron, violencia mediante, una vez más en duda la veracidad de los procesos electorales en ese país o sobre los excluidos «dictadores» que gobiernan hoy, según ellos, en países como Cuba, Venezuela o Nicaragua?
Para nadie es un secreto la doble moral estadounidense en este último aspecto.
De acuerdo con agencia de prensa francesa AFP para Estados Unidos: «Los dictadores son malos, excepto, bueno, cuando no están tan mal» y prueba de ese doble rasero es la próxima visita de Biden a Arabia Saudita donde se espera se reúna con el líder de facto, el príncipe heredero Mohamed bin Salman, quien según los servicios de inteligencia estadounidenses, en 2018, orquestó el asesinato y desmembramiento de un destacado disidente, Jamal Khashoggi, residente en Estados Unidos y columnista de The Washington Post.
Durante su campaña presidencial, Biden dijo que ese crimen convirtió a Arabia Saudita en un ‘paria’, por lo que en los últimos días no le ha quedado más remedio que aclarar que Estados Unidos sigue respetando los derechos humanos, aunque estos últimos, para el imperio, no signifiquen otra cosa que lograr bajar, con vista a las elecciones de mitad de mandato de noviembre, los inflados precios del combustible.
Histórico resulta el oportunismo imperial en este sentido. Vale recordar que, en 1939, el presidente Franklin Roosevelt comentó que el dictador nicaragüense Anastasio Somoza ‘puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta’.
Inolvidable resultan también el apoyo y asesoramiento de Estados Unidos a los líderes de las criminales dictaduras de derecha en Latinoamérica durante la Guerra Fría, época en la que desaparecieron, literalmente del mapa suramericano, a todo aquel que admirara a la revolución cubana.
De acuerdo con Robert Guttman, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Johns Hopkins, citado por AFP, la inconsistencia de Estados Unidos se reduce a un ‘cínico’ interés propio.
‘La conclusión -agrega el especialista- es que necesitamos petróleo y apoyamos a las personas que tienen el petróleo. Para los recursos naturales que necesitamos, doblegamos nuestros ideales, y en una campaña electoral el presidente está en todos lados’.
¿Sobre cooperación en materia de salud?
Cómo podrá hablar del tema el país que, con un millón de muertos por la pandemia del coronavirus, difama desvergonzadamente sobre el altruismo de los médicos de una Isla a la que, a pesar de negarle hasta el oxígeno para salvar a sus enfermos, ha logrado erradicar prácticamente el virus. ¿Se hablará en Los Ángeles del milagro de las vacunas cubanas que han salvado y salvan miles de vidas en la región?
¿Migración?
Y qué se podrá decir al respecto cuando la principal causa de la ilegal emigración cubana es el criminal bloqueo que Estados Unidos ha mantenido contra el bienestar de un pueblo durante más de sesenta años. ¿Justificarán el crimen de utilizar una pandemia como arma de guerra para subvertir el sistema político cubano las cuatro medidas anunciadas a última hora por el gobierno de Biden para atenuar las más de 200 sanciones tomadas por Trump? Con tanta hipocresía, será muy difícil evitar el ridículo.
¿Derechos Humanos?
Mejor momento no pudo escoger Estados Unidos para convocar a una Cumbre. En ese gran supermercado de armas que es la nación de «las oportunidades» los tiroteos masivos se han convertido en noticia cotidiana. Un país donde, sin estar en guerra, la violencia con armas de fuego ha matado a más de 18.000 personas solo en lo que va de 2022, incluidos casi 10.300 suicidios, según la oenegé Gun Violence Archive.
Como dijo bien el ex vicepresidente Al Gore, a propósito de la reciente masacre de niños en Texas, la democracia norteamericana ha sido comprada por el dinero. Y permanece secuestrada, como sugiere Guttman, por intereses electorales: ‘Todo en lo que tienes que pensar es en Florida 2024 y ellos (los demócratas) necesitan sus votos’.
En los Estados Desunidos de hoy, la democracia es imposible cuando las decisiones en política exterior de toda la nación dependen de las presiones y chantajes de una banda de mafiosos de extrema derecha. En este momento histórico no habrá limosna ni soborno que logre, como solía ocurrir en los tiempos de Monroe, sortear el abismo infranqueable que los separa de Nuestra América.