El ruido que hacen los humanos afecta de forma nociva a los peces. Científicos de la Universidad de Bristol en el Reino Unido realizaron un estudio que comprueba que los hábitos de estos animales se alteran al percibir sonidos fuertes.
Los investigadores pusieron altavoces bajo el agua en un acuario. Al escuchar el ruido, los peces perdían el equilibrio y les costaba alimentarse. Los peces cometían errores como comer residuos en lugar de sus alimentos. Además, estiman que estos sonidos provocan pérdidas en la audición y un alto grado de estrés debido a la actividad humana.
Los peces están sometidos a radiación intensa. Es por esta razón que buscan protegerse de los rayos ultravioletas a través de la producción de su propio filtro solar. Es el caso del pez cebra que produce gadusol, un componente que le permite resguardarse del sol.