En su extensa obra periodística y literaria José Martí usó varios seudónimos, entre ellos: Orestes, Anáhuac, J. M., M. de Z. y Adelaida Ral, este último lo empleó en la novela Amistad funesta, encargada inicialmente a Adelaida Baralt, quien luego le trasladó dicha misión a Martí.
En La Edad de Oro, José Martí le dedicó el poema Los zapaticos de rosa a “A mademoiselle Marie”, la niña María Mantilla… En el poema IX, de los Versos Sencillos, Martí habla de una “almohadilla de olor” que le regalara María García Granados, La niña de Guatemala, obsequio que actualmente atesora la Fragua Martiana.
Al parecer, la belleza y erotismo de la dama Carolina Otero, más conocida como La bella Otero, inspiraron al Apóstol a escribirle los conocidos versos de La bailarina española, luego de asistir a una de las presentaciones de la artista, quien estaba de gira por Nueva York en 1890.
La pinareña Paulina Hernández de Pedroso es considerada “la madre negra de Martí”, pues en ella el Apóstol encontró los cuidados y el amor de una madre, una figura clave dentro de la emigración revolucionaria de cubanos y puertorriqueños en Tampa.
El sábado 23 de diciembre de 1893, el dominicano Fernando Figueredo Antúnez se convirtió en el primer niño que dibujó a Martí, durante un viaje en tren que ambos hicieron entre Baldwin y Jacksonville, estado de la Florida.
Frases célebres de Martí. Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro… Los que no tienen el valor de sacrificarse, han de tener al menos, el valor de callar ante los que se sacrifican… Cuando se tiene los ojos fijos en lo alto, ni zarzas ni guijarros distraen al viajero de su camino… La vida es como el pan, que agrada al sabor después de hecho, pero se hace con levadura agria… El que tiene un derecho no obtiene el de violar el ajeno, para mantener el suyo… La gratitud, como ciertas flores, no se dan en las alturas, mejor reverdecen en la tierra fértil de los humildes… La ignorancia mata a los pueblos, por eso, es preciso matar a la ignorancia… Todo es gozo cuando se pelea por la luz del mundo.
VERSOS SENCILLOS (1891). Poema XXXVII
Aquí está el pecho, mujer,
Que ya sé que lo herirás;
¡Más grande debiera ser,
Para que lo hirieses más!
Porque noto, alma torcida,
Que en mi pecho milagroso,
Mientras más honda la herida,
Es mi canto más hermoso