Newton cuando era pequeño, mientras los demás niños se dedicaban a jugar, él construía objetos de madera, sobre todo maquetas.
Incluso reprodujo en una maqueta un molino de viento que funcionó a la perfección al colocarlo sobre el tejado. En su infancia, además, fabricó una original linterna de papel arrugado que usaba de camino a la escuela en las oscuras mañanas de invierno. Era plegable y podía doblarla en su bolsillo.
Ya joven Isaac estaba obsesionado con los relojes de sol, que supusieron para él un reto intelectual. Llenó su habitación con puntas para marcar las horas, las medias e incluso los cuartos. Aprendió a distinguir los equinoccios y los solsticios.
Newton descubrió la gravitación universal e inició la teoría de la luz dando paseos por el campo durante el periodo que tuvo que dejar sus estudios universitarios en Cambridge debido a la peste bubónica (1665-1667). En ese tiempo también construyó un telescopio de reflexión.
La alquimia era una de sus pasiones. Sin embargo, en 1404, el rey Enrique IV prohibió la alquimia y hasta 1689 la ley no fue abolida. Para entonces Newton ya había entrado en años y la fama de los alquimistas no era buena, de ahí que llevase su afición en secreto en el sótano de su casa. Trabajaba incansablemente en estos experimentos (dedicando más horas a esto que a la física o matemática), llegando a acostarse todos los días a las dos o tres de la madrugada e incluso más tarde al acercarse los equinoccios de primavera y otoño (período más prolífico según la tradición alquímica). En la primavera de 1693, su perro Diamond provocó un incendio que destruyó la mayor parte de sus apuntes sobre alquimia, sumiéndose en una profunda depresión.
Cuentan que a menudo Isaac Newton olvidaba asearse. Solía ser descuidado con la ropa y su carácter era adusto.