La ciudad está a oscuras, justamente a las nueve de la noche en la escena del emblemático “Teatro Milanés”, una estela de luz envuelve a los bailarines y los proyecta a otra dimensión, sus cuerpos coquetean con el espacio, la música desata emociones y los lleva como en vilo sobre el tablado. En una combinación de luz y color se teje el embeleso de la danza y quedamos atrapados por una hermosa explosión sideral.
Pero la historia comienza años atrás. Transitábamos por la pandemia del COVID-19, y dos noveles bailarines y coreógrafos empezaron a soñar. Querían contar una historia de vida, de superación, …“la fase final de una estrella, haciendo analogías entre esas formas tan complicadas de vivir entre dos fuerzas naturales contrapuestas como la gravedad y la repulsión”… nos contaba Marcia Salgueiro una de las coreógrafas y bailarinas.
Danzaire fue la compañía en la cual esta estrella comenzó a surgir y donde también alcanzó su punto culminante al convertirse en Supernova y explotar el 23 de febrero justo frente a nosotros. Para ello fue indispensable la entrega y dedicación de la ya mencionada Marcia y José Armando Crespo (coreógrafo y bailarín), los que en su interior comenzaron a darle forma.
Esta experiencia creativa contó además con la sapiencia y empuje de Yurien Porras, director General y Mónica Sánchez, maestra de la agrupación, quienes desde sus vivencias como bailarines, coreógrafos y docentes, fue un asidero importante en la concreción del espectáculo.
La danza contemporánea es un estilo menos académico, con una forma mucho más libre, experimental y espontánea, que deviene en una formación más abierta e integral en la que se reúnen diversos tipos de danzas y movimientos, y cuya principal característica es la de tener una fundamentación a partir del movimiento, acorde con el tiempo y tipos de danzas que se ejecutan.
Danzaire ha ganado terreno en este campo, los años de trabajo los han hecho atravesar verdaderos vendavales, unos a favor , otros en contra , pero todos sirven para curtir la técnica, la piel y hasta los huesos. Hoy cuentan con un equipo de trabajo que es capaz de transitar desde lo más clásico hasta lo más contemporáneo.
Tres diseños coreográficos marcan la línea a seguir de la historia: Manto/Núcleo, Fuerza de Repulsión y Fuerza de Gravedad. Un argumento sencillo en su estructura, el cual permite mostrar el virtuosismo de los bailarines (Dianelys Alfonso, Dayne Quintana, Yoandrys Martínez, Guillermo A. Rodríguez y los ya aludidos José A. y Marcia).
Nada sobra a nivel visual, el diseño de luces, de sonido, de vestuario, todo está meticulosamente pensado desde un minimalismo y una objetividad justa. Pero es meritorio resaltar el diseño de luces. Desde el mismo comienzo nos sitúan en ese espacio exterior en el que confluyen colores diversos en dependencia de la estación, pero que siempre tienen como fondo, un azul oscuro, místico que nos remite a la galaxia. Juegan con la luz rasante para evidenciar las irregularidades, deformaciones, texturas e incisiones de los bailarines. Los cenitales, por su parte, enmarcan, rodean, ubican, y transmiten de este modo una sensación de naturalidad que nos hace ser más sensibles, más humanos.
La música, como elemento indisoluble de la danza, tiene un fuerte protagonismo, colabora con la narrativa de la historia aportando coherencia a la dramaturgia espectacular. Pertenece a varios autores, pero se fusiona perfectamente y con inteligencia. Los coreógrafos logran captar la atención del espectador y llevarlos a verdaderos momentos de éxtasis visual y sonoro.
Solo deseo acotar, desde mi punto de vista, que resultaría de mayor relevancia para la puesta , lograr una mayor fluidez entre el cierre de una escena y el inicio de la otra, tratar de eliminar los vacíos escénicos y simultanear imágenes que anticipen de alguna manera la continuidad de la historia. De esta forma, la fluidez con que se transita entre las escenas, justificaría el concepto de obra.
Otro aspecto sobre el que deseo acotar, es sobre ese plus histriónico, interpretativo, que todo arte escénico exige de sus practicantes y sobre el cual, no solo “Danzaire”, sino todos los bailarines deberían profundizar. No basta con ser un virtuoso del movimiento si no se saben expresar las sensaciones con todas las partes del cuerpo y sobre todo con aquella que ha sido creada justamente para eso, el rostro del bailarín, que es el reflejo de sus emociones más verdaderas e íntimas. Solo dejando que esas emociones fluyan hacia afuera y los invadan totalmente, lograrán una explosión de luz más genuina y acabada.
El Consejo Provincial de las Artes Escénicas y su departamento de Programación deberían tener en cuenta este espectáculo para próximas carteleras. La acogida del público fue muy positiva, tomando en cuenta la carencia de este género escénico en nuestros espacios culturales y destacando que esta puesta en escena ha servido como obra de evaluación artística profesional a los integrantes de la compañía, lo cual avala su calidad. También porque es más que notable el resurgir del estudio de las puntas en el territorio y donde estos jóvenes son un eslabón primordial como ejemplo a seguir.
Muchos desafíos quedan por delante a este colectivo de creadores que se empeñan en hacer del arte una forma de vivir. Ellos mismos se muestran inconformes, lo cual es bueno, porque los ayudará indudablemente a crecer y a continuar expandiendo su luz cual auténtica Supernova.
Por: Arley González Borges. Estudiante de Teatrología. Universidad de las Artes. ISA.