El amor por el trabajo es una cualidad que no solo dignifica al ser humano, sino que lo ennoblece y lo hace crecer ante las dificultades, más cuando los ejemplos no son solo de personas experimentadas, sino también de jóvenes que comenzaron muy pronto su vida laboral y hoy cuentan sus historias.
UNA MUCHACHA RESPONSABLE
Es una mujer como cualquier otra, pero sus ojos y carácter muestran mucha responsabilidad. Diana Aguirre Morales no solo es una supervisora destacada del Centro de Atención Telefónica (CAT) de la Empresa de Telecomunicaciones en Pinar del Río, sino que es la mamá de dos niños de 11 años, jimaguas.
Así que el cuidado de la familia y un trabajo con horarios complicados han sido posibles gracias a la colaboración de su esposo, quien es también su compañero laboral, y con el que ya tiene 19 años de matrimonio.
Conversamos con ella, y aunque parca en palabras, la observamos tranquila y segura. En el diálogo supimos que lleva en Etecsa siete años de trabajo, que comenzó como operadora y, por los resultados de su labor, pasó al puesto de supervisora.
«Me gusta mi trabajo, el cual consiste en supervisar a las operadoras para que cumplan los servicios que realizamos a terceros y los externos de la Empresa, entre ellos el de información de abonados, el 112 y el Nauta.
«Al inicio disfruté mi faena como operadora, porque aunque uno no se relacione de forma presencial con el cliente, con la modulación y el tono de la voz se logramos llegarle, y así transmitir, atenderlo y orientarlo.
«Los clientes son el todo de nuestro quehacer, por eso sentía satisfacción cuando los atendía una primera vez, y después algunos llamaban otra vez para agradecer por el servicio y la ayuda».
A sus 35 años, muchos sueños ha cumplido esta joven, quien lejos de acomodarse, piensa constantemente en su superación, por eso pasa todos los cursos que la Empresa les proporciona.
«La tecnología está en constante cambio, de ahí que tengamos que prepararnos de forma constante».
Es una persona seria, tanto, que a veces en el diálogo aparenta más edad, pero hubo momentos al hablar de su familia y de sus compañeras de trabajo que sus cejas cedieron y vimos cariño y bondad en Diana, pero sobre todo, apego a la disciplina en el trabajo y amor por lo que hace.
EXPERIENCIA
Bárbara Barrios Rivera lleva 29 años de labor en las Comunicaciones. Con solo 17 años, su mamá, que hoy está jubilada del sector, la llevó a trabajar para la Empresa de Comunicaciones, hoy Etecsa, y actualmente es una de las veteranas, a pesar de ser bastante joven.
Nos dijo de forma jovial que la edad ni se pregunta ni se dice. Vemos su rostro alegre, su facilidad para comunicar, entonces comprendemos del material que está hecha esta mujer que ni los trabajos de la vida cotidiana pueden vencerla.
“Soy una campeona, a veces ni yo misma sé cómo puedo con tanto, soy la columna vertebral de mi hogar”, nos dice, y nos llevamos la idea de un ser que se crece ante las dificultades.
“Estamos viviendo tiempos bien apretados, y le digo que llevarlo todo a la vez es difícil”.
Bien jovencita aprendió lo que era la disciplina en el trabajo, el llegar puntual, no ausentarse y realizar correctamente lo que le corresponde.
“Empecé subiendo poco a poco. Primero de operadora de tráfico nacional, lo cual consiste en poner llamadas de tráfico nacional, entre provincias, locales, internas. Hoy soy una de las supervisoras del CAT”.
Le preguntamos sobre su crecimiento laboral y nos confiesa que está bien en la actual ocupación. Resulta que Bárbara es mamá de un joven de 24 años, pero también de una pequeña de tres.
“Los turnos aquí son rotativos, y se me acomodan, para así poder llevar a la niña al círculo infantil. Cuando no abre o tengo que virar con mi hija, es mi mamá quien me la cuida, gracias a ella que me ayuda cumplo con mi labor, si no fuera por eso, estuviera aquí conmigo, porque es jubilada de las Comunicaciones y le gustaba mucho este trabajo”.
Habla con gusto de sus compañeras, para ellas su colectivo es magnífico.
“Todas son mujeres, excepto un hombre. Dirigir un colectivo así es parte del quehacer, de la sensibilidad humana, porque si alguien tiene un problema personal nos identificamos con la situación de la otra, y todas somos una, por eso el colectivo es bien unido. También nos destacamos por la calidad de lo que hacemos, pues a pesar de ser madres con hijos, casadas, con problemas, nos ayudamos hasta donde se pueda administrativamente”.
Le preguntamos por su carácter, y sin pensarlo nos dijo de sopetón: “Pésimo”. Pero… ¿cómo, si te estás riendo desde que comenzamos?
Destapó una gran risa, y comentó: “Normal, es que si hay que trabajar, pues trabajo, si hay que reírse, pues a reírse “.
Diana y Bárbara, ambas, trabajadoras del CAT, son mujeres que luego de cada jornada laboral se enfrentan a la cotidianidad en sus hogares, al cuidado de los hijos, de los padres y de la familia.