Los grandes amantes son personas valientes. Nadie que mida con gotero la entrega y que deje de afrontar los desafíos de una gran relación puede afirmar que vivió una gran pasión, de esas que erizan la piel y hacen fluir las lágrimas.
En la humanidad hay testimonios para contar que provocaron a literatos y cineastas; amores tormentosos que buscan constantemente la aventura y la osadía y que se enfrentan y luchan… y en los que, aún después de la muerte, subsiste el eco de los sentimientos eternos.
Cleopatra, la última reina del Antiguo Egipto, pasó a la posteridad no solo por ser un personaje histórico, sino por su amor por Marco Antonio.
Dicen que el romano no pudo resistirse a los encantos de la egipcia, y cuentan que el idilio duró 14 años colmados de peleas, rupturas, y reconciliaciones. Su final no fue feliz, pues ambos amantes se quitaron la vida al saber de la muerte del otro.
Por amor también se construyó una de las siete maravillas del mundo moderno, el Taj Mahal. Fue el emperador musulmán Shah Jahan, de la dinastía mogol, quien mandó a construir a orillas del río Yamuna, en la ciudad de Agra, el monumento funerario en honor a su esposa.
La historia de estos dos enamorados es asombrosa: cuentan que él la conoció cuando ella solo tenía 14 años y desde ese momento se convirtió en la adoración de su vida.
Según una versión de la leyenda, los enamorados tuvieron que esperar cinco años para la ceremonia nupcial, por consideración de los astrólogos, pero él le otorgó el título de Mumtaz Mahal (la Elegida del Palacio).
En otras de las muchas reseñas que se encuentran por internet y que se destacan en este mundo de las pasiones desenfrenadas también hay quien renunció a un trono por amor: el príncipe Eduardo VIII, heredero de la corona británica, lo hizo y decidió por su matrimonio con la joven americana Wallis Simpson.
Pero hay historias más ¿sencillas?, y una nos viene de China. Dicen que Liu, un joven de 19 años, se enamoró de Xu, una mujer viuda, 10 años mayor que él y con dos hijos, y que ante el rechazo de la sociedad la pareja decidió huir y vivir en una cueva en las montañas.
Allí, alejados del mundo, cultivaron la tierra y formaron su familia, y lo que es más interesante, cuentan que Liu para que su mujer pudiera bajar al pueblo construyó más de 6 000 escalones tallados con sus manos, la que bautizaron como “la escalera del amor”.
Hay tantas historias de relaciones imposibles, tormentosas y soberbias, pero poco o nada se habla o escribe de las calladas, de las posibles o de las sosegadas y esas son la mayoría y las que han conformado el devenir de las sociedades.
En la celebración del Día del amor muchos en el mundo se botarán a las calles a buscar obsequios y a regalar cenas en reconocidos restaurantes, sin embargo hace falta un hito después de lo vivido por la humanidad en los últimos dos años y pensar más en el valor de la persona con quien compartimos la vida, en la familia y los amigos.
Siempre habrá narraciones que recordar, enamorados que se imponen y luchan por lo que quieren y logran versiones de novelas; pero sin querer parecernos a los personajes Florentino Ariza y Fermina Daza de El amor en los tiempos del cólera, de García Márquez, sepa que su historia, la que usted vive hoy, también es importante.