–¿Acepta transferencia? –Sí, pero ahora mismo el código QR se lo llevó el jefe/dueño, porque tenía un error y no sabemos cuándo va a regresar. Es mejor pagar en efectivo.
Esta pudiera ser una de tantas conversaciones posibles en un establecimiento cualquiera. Las variantes son infinitas: que el dichoso código no funciona, que la conexión está mala, que dan error a causa de los apagones, entre otras.
Otra de las historias es si usted, querido amigo lector, tiene un Iphone… ya ahí sí dese por muerto o vencido, pues al ver este tipo de dispositivos, la negativa es casi inmediata.
Vayamos por pasos. Si bien es cierto que los pagos electrónicos se dificultan en las jornadas en que carecemos de servicio eléctrico, también lo es que es decisión de cada cual si decide pagar en esta modalidad o no.
Ahora bien, lo que no puede suceder, bajo ningún concepto, es que, si el comprador prefiere el pago digital, se le niegue o entorpezca esta variante, pues recordemos que eso atenta legalmente contra lo dispuesto.
Para nadie es un secreto que los pagos por transferencia y los códigos QR no acaban de cuajar en nuestro sistema financiero. Los engranajes para que tal disposición vaya viento en popa, aún distan de estar lo suficientemente engrasados.
En lo personal, el escriba ha encontrado un sinnúmero de dificultades, tropiezos, errores del lado de allá del mostrador, e incluso, hasta quienes lucran “a costillas” de los menos duchos en la materia.
Lo primero es que no existe justificación para que los QR estén deshabilitados, escondidos o alejados de la vista de quienes se acercan a un establecimiento.
Lo segundo, es que ante algún problema o inconveniente por parte del emisor, el receptor debería estar presto a servir de ayuda… y seamos honestos, muchas veces, o no les interesa, o carecen de los conocimientos necesarios para ello.
Por otra parte, el tema del Transfermovil se ha convertido en un negocio. Y lo digo por los más ancianos o por quienes no tienen acceso a las tecnologías por su situación social. No son pocos los que han tenido que pagar 100 pesos por arriba para que un tercero –de forma habilidosa e inescrupulosa– le brinde un servicio.
¿De qué estamos hablando aquí? ¡Qué baja catadura moral!
Con el tema Iphone sucede algo parecido… que si no escanea los pagos en línea, que si no envía mensajes de confirmación. Todas excusas. Cuando se quiere se puede, y ciertamente existen variantes para que los usuarios de estos dispositivos puedan pagar con los mismos como ingresar de forma manual el número de las cuentas adonde abonar el monto a pagar, revisar el registro de las últimas 10 operaciones, entre otras.
Pudiera ser, como colofón, que el dependiente no tuviera acceso a tal opción en la tarjeta destinataria. Sin embargo, ¿acaso con tal de asegurar la eficacia del pago por Transfermóvil no están anotando datos del cliente como su carné de identidad y el número de la transacción? Solo digo.
Hoy día el pago en línea, más que una obligación, es una necesidad con enormes ventajas, pues nadie está exento de los apagones y las hazañas hercúleas para extraer efectivo de cajeros automáticos.
De acuerdo, me sitúo del lado del propietario/dueño, y puedo comprender que hasta cierto punto pueda complejizársele cualquier transacción que se deba hacer para la adquisición de su mercancía, debido al mismo problema del efectivo.
Puedo entender –un poco menos– que deba estar atento a la efectividad de las transferencias que, como sabemos, puede ser falseada y, por tanto, resultar una estafa.
No obstante, para todo lo anterior, lejos de buscarse excusas y trabas, en todos los niveles, –díganse desde el gubernamental hasta carretilleros– deberían pensarse en mecanismos, estrategias e ideas funcionales para viabilizar, permitir, controlar y llevar a buen término un mecanismo que en la Cuba de hoy resulta indispensable.
Piénselo, amigo lector, tanto si usted es de los que pagan como de los que cobran, la transferencia, más que un impedimento, debería ser una herramienta, una mano amiga, un canal sobre el cual maniobrar para un mejor futuro.