La reciente obtención del premio Adolfo Llauradó, en su categoría especial, nos confirman el visto bueno de la crítica hacia el trabajo actoral del joven Roberto Romero, el mismo que conquistó numerosos admiradores en todo el país con su personaje Ramsés en la telenovela cubana Renacer.
Si bien no era el suyo el papel protagónico, sí devino principal motivación para un grupo considerable de televidentes, probablemente, por la credibilidad que le imprimió el artista a una personalidad tan exuberante como la del peluquero con aires de ascendencia egipcia.
Y mientras esto sucedía en la pequeña pantalla, en las tablas, Roberto Romero también se ganaba el favor del público con el Réquiem por Yarini, que recién presentó Teatro El Público.
Es inobjetable el buen paso con que ha comenzado su camino profesional quien apenas alcanza los 30 años de edad, aunque, con cerca de 10, ya conocía del encanto del escenario, gracias a la participación en la compañía Sueños de Ángeles, de Pinar del Río, su tierra natal.
“Recuerdo que cada vez que teníamos presentación, sentía mucha ilusión, y me reafirmaba que eso era lo que quería hacer siempre. ‘Sueños de Ángeles’ se convirtió en mi familia, ahí hice muy buenos amigos, agradezco por eso a su director Ángel Torres”.
Luego te fuiste a La Habana, donde egresaste de la Escuela Nacional de Teatro y, más tarde, del Instituto Superior de Arte. ¿Cómo recuerdas esa etapa?
“Reconozco que los primeros meses fueron difíciles, pero hoy recuerdo esa etapa de formación con mucho cariño, porque aprendí de actuación y de disciplina, estoy agradecido con todos mis maestros”.
Aún no llegas a los 30 y ya has dado pasos firmes en tu carrera, ¿eres consciente de eso? ¿Estás satisfecho con lo que has logrado hasta la fecha?
“Creo que nunca voy a estar satisfecho, soy bastante exigente conmigo mismo, pero estoy contento de trabajar, que es lo que me gusta hacer, y hasta el momento he hecho cosas que me han realizado como ser humano y como artista”.
¿Cuáles consideras que son esos momentos profesionales más relevantes?
“A mí me gusta tanto mi profesión, y estoy tan enamorado de ella, que sinceramente, cada momento es importante, cada personaje nuevo es importante. Claro, han sucedido cosas que nunca hubiera imaginado como este fenómeno con Ramsés, la acogida que le ha dado el público, o haber representado con mi arte a mi país en el extranjero”.
A propósito, ¿fue difícil darle vida a Ramsés?
“En televisión, es el personaje que más difícil me ha sido; es que tiene un toque tan teatral, porque es una persona carismática, muy espectacular y posee toda esta cosa egipcia. Tenía mucha inseguridad, no sabía si lo estaba haciendo bien, preguntaba todo el tiempo a la directora. Pero, bueno, salió.
¿Cómo conseguiste dotarlo de gracia sin caricaturizarlo?
“Creo que la manera que hallé fue darle un cuerpo a ese ser humano e ir a sus necesidades, sus objetivos, su verdad. Ya se sabía que iba a ser simpático por el guion; pero todo eso tenía un porqué y una intención. En eso me enfoqué, porque adornarlo demasiado me parecía innecesario, y serle infiel a sus creencias y a sus objetivos era una locura. Entonces, buscar la verdad fue mi estrategia”.
Abordar la homosexualidad en la televisión cubana sigue siendo un asunto difícil. ¿Qué puede aportar la historia de Ramsés en ese sentido?
“Creo que cada producto televisivo va aportando algo a la gente. En este caso, con Renacer, el público empatizó mucho con Ramsés. Dejó de ver a un hombre gay para simplemente ver a un hombre, así debiera ser en la vida real. Que la gente pasara por encima de los tabués y empatizara con mi personaje, creo que es un paso de avance. Ahora, hay que continuar y hay que ver la manera en la que se continúa. Pero, en general, creo que aún va a ser un tema difícil”.
Algunos han hablado de varios tropiezos durante la grabación de la telenovela que atentaron contra la calidad del producto final. ¿Hasta qué punto esos otros factores impactan en el trabajo del actor? ¿De qué recursos te valiste para salir airoso?
“Por eso siempre digo que hacer televisión es muy complicado para mí. En el teatro, si algo sale mal, se improvisa, y en la próxima función queda mejor. En la televisión no es así y, claro, la falta de recursos hace que la gente pierda interés y no se esfuerce por hacer bien su trabajo. A mí particularmente, ese desinterés me afecta bastante. Pero uno como profesional tiene que pasar por encima de todo eso. Airoso, no sé si salí, porque se trata de un trabajo en equipo”.
A la par de Ramsés, el público pudo verte como Yarini, en una cuerda totalmente diferente. ¿La versatilidad es importante para ti?
“Sí, por supuesto, es muy importante para mí. Como actor uno debe tener la capacidad de ir aclimatándose a otras vidas, a otras maneras de pensar, o sea, a otros personajes. Siempre intento ir un poco más allá y definir bien la personalidad de cada personaje”.
¿Hasta dónde sueñas llegar en tu carrera actoral?
“No lo sé. Sí me gustaría trabajar lo suficiente, que mi trabajo sea reconocido y me permita llegar a otros trabajos. No quiero fama, es muy complicada. Quiero trabajar eternamente. No sé si mañana cambie de opinión, pero, por el momento, esa es mi meta”.
¿En qué proyectos te veremos próximamente?
“He hecho varias cosas en televisión que aún están en producción. Este año debe salir una película en la que pude participar, dirigida por Omar Alí. Ahora mismo ensayo una obra para el teatro que se llama Smiley, dirigida por Josep Maria Coll, y en marzo continuamos con Réquiem por Yarini”.
Ya estás establecido en La Habana, pero, ¿te gustaría alguna vez enrolarte en algún proyecto en Pinar del Río?
“Volver a Pinar del Río siempre ha sido una meta, me encantaría poder actuar allí, lo tengo pendiente, y en algún momento lo haré”.