Reynaldo Orta Reyes asegura que todo lo que tiene, incluso la familia, gira en torno al calzado: cuando le faltaba un mes para cumplir los 16 años, solicitó que le hicieran el carné de identidad para poder comenzar a trabajar en la fábrica Primor.
La decisión buscaba ayudar a su mamá con el sustento de cuatro hijos. Estando en La Habana conoció a Dolly Linares Cruz la que, hasta el día de hoy, es su esposa. Cuando quedó embarazada del primogénito regresaron a Pinar del Río y una vez aquí comenzó a laborar en la zapatería La estrella roja.
SACRIFICIOS
Recuerda que vivían en una casa pequeña, en un interior. Sus hijos dormían en una litera y la parte de abajo era lo que utilizaba como taller; las noches que dedicaba a la faena, uno de ellos debía ir a la cama con la madre. Luego un vecino le cedió un pedazo de patio y allí montó un diminuto taller y acota: “Chiquitico, pero tenía todas las herramientas que necesitaba”.
En el año 1997, cuando se hizo la primera apertura para el trabajo no estatal, dejó La estrella roja, donde por varios años consecutivos había sido Vanguardia Nacional. Recuerda que en el periodo especial ante la carencia de materiales utilizaron yagua, lona, recortes de vinil y cualquier cosa que tuvieran a mano.
Valora de muy positivas las transformaciones que de forma paulatina se realizaron a lo largo del tiempo que van eliminado trabas para el desarrollo de la actividad, mientras que les permite operar en un marco total de legalidad y no haciendo triquiñuelas para aprovechar los vacíos de las disposiciones.
Gracias a eso, la constancia y esfuerzo, su familia hoy goza de prosperidad. Sobre la casa donde actualmente residen cuenta que lo primero que hizo fue el taller, aunque no tenían ni baño, porque la fuente del sustento es lo que se debe priorizar.
Padre de tres varones, acepta con orgullo que hoy son ellos quienes manejan los derroteros de Calzados Orta.
LA CONTINUIDAD
Cuentan con 18 trabajadores, muchos con vínculo familiar, porque una de las preocupaciones de Reynaldo es enseñar el oficio y lo considera una manera de ayudar.
Ellos están entre los primeros que aprovecharon las oportunidades creadas para el sector no estatal de importar materias primas. Lo escucharon en el programa televisivo Mesa redonda y decidieron indagar, así llegaron al Fondo Cubano de Bienes Culturales (FBC).
Reydolly Orta Linares, el mayor de los hijos, asegura que funciona el sistema creado y exhorta a otros que requieran de importaciones para sustentar sus producciones a que contacten con las entidades autorizadas, que es rápido, seguro y pueden hacer ellos mismos la selección de los materiales, para que respondan a los parámetros de calidad y variedad que necesitan.
A partir de las importaciones realizadas pueden mantener la elaboración de calzado y ya se abren a nuevas perspectivas para la sustitución de las máquinas de coser, mejorar las condiciones del taller, adquirir la tecnología para fabricar suelas de zapatos e incluso crear un aula de capacitación.
Entre las ventajas que realzan es que ya no precisan ellos viajar en busca de suministros, los que, además, solo podían traer de acuerdo a las cantidades que establecen las regulaciones aduanales y que limitaba el potencial productivo del taller.
Por esta razón sus obreros tienen salario fijo porque no podían establecer un sistema de pago a destajo ya que la materia prima era insuficiente. Esa es otra de las metas que se proponen los Orta.
Tienen puntos de venta en el Bazar y en la Terminal de ómnibus. Por las medidas implementadas para evitar la propagación de la COVID-19, el primero de ellos estaba cerrado, no obstante, insertar sus producciones en la red comercial forma parte de las aspiraciones que alimentan.
Para Reynaldo uno de los elementos más significativos es que ahora no precisa sustituir un material por otro, sino que de acuerdo al diseño emplea el más idóneo, lo que tributa a la calidad de cada zapato que sale de su taller. Es también un incentivo para la creatividad porque puede pensar en nuevos modelos a partir de la accesibilidad a las materias primas.
Otro aspecto que realza Orta Reyes es que las nuevas medidas le permiten asegurar que el privado no está marginado en Cuba, que este servicio que ofrecen las entidades estatales para el desarrollo de sus actividades es una prueba irrefutable, que lo más importante es aprovechar esas opciones para el crecimiento y hacerlo sobre la base de que estamos en un sistema socialista.
Recomienda el apego a la legalidad, como la mejor estrategia para lograr un posicionamiento del sector. Militante del Partido, cree que es preciso continuar trabajando con los jóvenes para lograr su ingreso a esta organización, porque según sus palabras “hay mucho potencial”.
JUNTOS
El desarrollo de la economía del país requiere de aunar todas las iniciativas viables en aras de fomentar la creación de bienes y servicios, es tiempo de perderle miedo a las palabras y reconocer los fenómenos que de forma espontánea aparecen en la sociedad, esa capacidad creadora y de resistencia del cubano aflora en la conformación de las pequeñas y medianas empresas.
Son numerosas las ventajas que representan desde fuente de empleo hasta satisfacción de necesidades básicas a escala local, destacan por su adaptabilidad lo que les facilita insertarse en los espacios vacíos que hay en el mercado, y ya sabemos, que si algo carece el nuestro es de ofertas.
La prosperidad que tanto deseamos ha de sustentarse sobre todos los horcones robustos que haya disponibles. El sector no estatal está listo para llevar más carga y materializar la necesaria liberación de las fuerzas productivas.