Ante cada riesgo, vulnerabilidad, ante cada desastre de carácter natural, sanitario o tecnológico, la población ha contado, desde hace 60 años con el apoyo y seguridad de la Defensa Civil (DC).
Un sistema que desde los inicios ha tenido como vanguardia la protección de las personas y los bienes, pero que, sobre todo, se ha perfeccionado y ha asumido novedosas estrategias de trabajo a tono con los protocolos internacionales.
LA DC TIENE SU HISTORIA
Cuba, firmante del Protocolo I Adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 en los que se define a la Protección Civil como el cumplimiento de las tareas humanitarias destinadas a proteger a la población civil contra los peligros de las hostilidades y de las catástrofes, y ayudarla a recuperarse de sus efectos inmediatos, así como facilitar las condiciones necesarias para su supervivencia, no lograba antes de 1959 cumplir esos presupuestos, pues solo la Cruz Roja y el Cuerpo de Bomberos se encargaban de las labores de salvamento en situaciones excepcionales.
Por ello, en 1961 se creó la Organización Militar de Industrias (OMI), la cual fue integrada por los milicianos que, por necesidad de la producción o de los servicios, no pudieron ser parte de las Milicias Nacionales Revolucionarias.
Para 1962 la jefatura de la OMI ya se había integrado al Estado Mayor Central de la Defensa Popular y esta se había ramificado a todas las provincias, municipios, poblados y hasta a los centros de trabajo.
Se consideró así a las OMI y a la Defensa Popular el embrión del Sistema de la DC.
El 31 de julio de ese año se toma como fecha fundacional de este órgano que, desde entonces, ha tenido dentro de su objeto, la protección de las vidas y los bienes.
El 11 de julio de 1966 se promulgó la Ley No. 1194; con ella nace el Sistema de la Defensa Civil “sobre la base de la participación coordinada de todos los organismos del Estado y las fuerzas organizadas del pueblo dirigidas por el Partido Comunista de Cuba, que como complemento de la defensa armada del país crea las condiciones para resistir cualquier agresión militar o catástrofe natural”, dirigido por el Presidente de la República y apoyado por el Consejo Nacional de Defensa Civil con la misión de planificar, coordinar y ejecutar las medidas de este sistema.
FLORA: UN ANTES Y UN DESPUÉS
“El problema nuestro es una tarea profiláctica contra los huracanes… no esperar a que los huracanes lleguen, inunden, arrasen y después ayudar a la gente. El problema es qué hacer allí donde ocurrió un fenómeno y puede repetirse. Esto significaría la seguridad definitiva para todas las familias que viven allí de que nunca más volverán a ser víctimas de una situación como esta… Porque hasta ahora nada de lo que hemos hecho resuelve definitivamente el problema”, dijo Fidel tras el paso del ciclón Flora, un evento meteorológico que dejó en octubre de 1963 numerosos daños, fundamentalmente en la zona oriental de Cuba.
A partir de ese momento se perfiló el trabajo de la DC y las estrategias estuvieron encaminadas hasta hoy a reducir el riesgo de desastres.
Se construyeron embalses, se redujeron vulnerabilidades en el orden social, se amplió el acceso a la salud y se levantaron infraestructuras que en el plano económico estuvieran en condiciones de resistir los embates de fuertes huracanes.
Como todo debía estar respaldado en la ley de leyes, el 15 de febrero de 1976 se aprobó por referendo popular la Constitución de la República; en correspondencia con los cambios institucionales, el tres de diciembre de 1976 se puso en vigor la Ley No.1316 sobre el perfeccionamiento de la estructura organizativa de la Defensa Civil, bajo la dirección del Presidente del Consejo de Ministros, a través del Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, con el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil como principal órgano de mando del Sistema.
Los años ‘70 y ‘80 hicieron que la DC ampliara su accionar y trabajara no solo ante peligros de la naturaleza, sino ante eventos sanitarios. Enfermedades como el dengue hemorrágico y la peste porcina pusieron a prueba la capacidad de respuesta del país.
NUEVOS DERROTEROS
En 2020 el azote de la COVID-19 también hizo que, desde el Sistema de la Defensa Civil, con el apoyo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior, se coordinaran acciones que respaldaran los esfuerzos del país y su sistema de Salud por salvar las vidas de los cubanos.
En ese afán de minimizar los riesgos, Pinar del Río cuenta con 12 centros de gestión para la reducción del riesgo de desastres y 59 puntos de alerta temprana, distribuidos en toda la geografía vueltabajera.
Su instalación permite la comunicación oportuna y facilita la toma de decisiones a nivel local, territorial y nacional.
Las nuevas tendencias indican que las sociedades más resistentes al impacto de desastres son aquellas que tienen incorporadas en sus estrategias de desarrollo sostenible, la gestión de la reducción del riesgo de desastres y las medidas de adaptación al cambio climático.
Cuba ha priorizado, en medio de crisis y de limitaciones económicas, la implementación de proyectos encaminados a estos fines.
Uno de los esfuerzos más recientes de la DC en la provincia es el proyecto Cuenca Resiliente, el cual propone un Sistema de Alerta Temprana (SAT), multirriesgo e inclusivo en la cuenca del Cuyaguateje y favorece la preparación ante desastres de las comunidades en tres municipios con mejoras en la capacidad de respuesta, tomando en cuenta género, edad, discapacidad y otras variables.
Constantemente el Sistema de la Defensa Civil se perfecciona y trabaja de conjunto con organismos internacionales. La seguridad de la población sigue siendo, desde los inicios, su razón de ser. El 26 de agosto de 2008 Fidel expresó: “Suerte que tenemos una Revolución en la que está garantizado que nadie permanecerá en el olvido, si se pierden vida no serán cientos o miles como en Santa Cruz el nueve de noviembre de 1932 o un Flora el tres de octubre de 1963, que inundó el corazón de las provincias del este de Cuba sin una sola presa controladora como las de hoy que son además fuente de regadío y agua corriente. Una fuerte, enérgica y previsora Defensa Civil protege a nuestra población y le ofrece más seguridad ante catástrofes”.