A todos nos pasa o alguna vez nos ha sucedido, que terminamos de almorzar y de repente un sueño terrible se apodera de nosotros.
Este estado fisiológico que experimenta el cuerpo se conoce por somnolencia post-prandeal, marea alcalina o el coloquialmente conocido como “mal del puerco”.
Entre los síntomas propios de esta condición de salud destacan precisamente el sueño, las náuseas, la pesadez en el cuerpo, el cansancio, la falta de concentración y hasta la confusión.
Existen diversos criterios científicos respecto a la somnolencia post-pandreal. De acuerdo a algunos especialistas, luego de ingerir alimentos, la mayor parte de la sangre circulante se dirige hacia los vasos que irrigan el sistema gastrointestinal a fin de ayudar en el proceso de digestión y absorción, existiendo una disminución del flujo de sangre al cerebro.
Otros expertos indican que las causas radican en que el cuerpo activa un mecanismo de «descanso y digestión», -una respuesta fisiológica de supervivencia producida por una descarga del sistema simpático-, o a que comidas de alto contenido de almidón (carbohidratos) aumentan los niveles de melatonina en el cerebro, lo que nos hace sentir sueño.
Sin embargo, Denis Burdakov, investigador en la Universidad de Manchester, Inglaterra ofrece una explicación que incluyen ambas teorías.
“La glucosa hace descender las orexinas que son péptidos producidos por neuronas especializadas situadas en el hipotálamo que participan en la regulación del ciclo diario de sueño y la vigilia en el control del apetito.
“Nuestra energía se concentra en la digestión y otras partes del cuerpo lo resienten. El flujo sanguíneo se envía hacia los vasos sanguíneos del aparato digestivo para absorber los nutrientes y, por ende, el paso de sangre al cerebro y otros órganos disminuye.
“Además, interviene un proceso hormonal: al tener hambre aumentan los niveles de la ghrelina y, al saciar el apetito, se produce la leptina, que produce somnolencia”, según publicación del sitio web Heraldo de México.
Además de la teoría de Denis Burdakov, los expertos del blog Medical assistant plantean que existen otros factores que pueden desencadenar la somnolencia post-pandreal, por ejemplo: los niveles de estrés y las alergias alimenticias, estas últimas que provocan que el sistema inmunológico actúe para eliminar los efectos y resta energía al cuerpo que pudiera emplearla de lleno en la digestión.
Por su parte, en msn estilo de vida, la editorial Animal asegura:
“Lo que verdaderamente sucede en el cuerpo es que al comer se eleva nuestro nivel de glucosa en la sangre. Esto inhibe la actividad de las células. Uno de los lugares donde más se ve reflejado es el hipotálamo. Con el aumento de glucosa se dejan de mandar neurotransmisores, por lo que nuestro cuerpo deja de estar en vigilia, es decir, baja los niveles de alerta. Digamos que el cuerpo necesita tiempo para comenzar a hacer cosas con esa energía que acaba de recibir.
“Por otro lado, más glucosa en el torrente sanguíneo aumenta la secreción de insulina, la cual necesita potasio para acarrear la glucosa a las células. Este proceso genera que los niveles de potasio bajen en la sangre, provocando un estado llamado hipocalemia leve. Esto va a hacer que sientas fatiga, sueño, calambres y debilidad”.
Ante la diversidad de razones por las que una persona puede sentir sueño luego de comer, incluyendo tener diabetes sin diagnosticar, PortalSalud aconseja consultar al médico para identificar la causa de tu fatiga.
La buena noticia es que el sueño post comida no es mortal y se puede contrarrestar. Entre otros consejos, la National Sleep Foundation recomienda: no abusar de las grasas saturadas, carbohidratos y azúcares en la comida, evitar el exceso en las comidas, consumir café de forma moderada, conversar, caminar, levantarte de tu asiento y realizar estiramientos. Pero si el sueño persistiera, no te preocupes, dormir un rato no está mal, los gastroenterólogos indican descansar durante 20 minutos.
CURIOSO: “Muchas personas, y aún más trabajadores, pasan los días bajo el dominio del Sistema Nervioso Compasivo, es decir, un estado constante de ‘lucha o huida’, con niveles altos de adrenalina circulando. Cuando está estresado, su cuerpo tiende a usar más glucosa en lugar de la grasa corporal como combustible, ya que cree que necesita un combustible que se queme rápido para sacarlo del ‘peligro’, según expertos del blog Medical assistant.