Ya estamos casi doblando la esquina para abocarnos a esa suerte de campo ¿de batalla? -en buena onda, claro que sí lo es- en que participaremos los cubanos el domingo 26 de marzo de 2023, en la votación para elegir la X Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, un proceso político definido por el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, como el más importante que vivirá el país en 2023.
Y como por acá se ha vivido desde hace años en medio de tantas luchas, muchas veces impuestas por los enemigos y otras animadas por nuestra pasión, la de esa jornada será una más, alegre y natural, en paz y armonía, porque así lo deseamos. Desde luego que en guardia.
Se sumará al empeño por la recuperación de la economía: programa de producción y soberanía alimentaria, de incremento de las exportaciones, lograr el descenso de la inflación, el mejoramiento del sistema electroenergético nacional y la elevación del nivel de vida en comunidades vulnerables, entre otras urgencias.
Todo ello, enfrentando un bloqueo económico, comercial y financiero recrudecido y cada día más encarnizado del enemigo, que en los últimos tiempos ha intentado azotarnos con más campañas difamatorias, subversivas, manipuladoras y de odio contra la Revolución, aprovechando el innegable poderío tecnológico invertido en sus redes de comunicación, donde hacen y deshacen a su antojo, tratando de convencer al mundo sobre la “verdad” de sus falacias.
Pues sí, aunque ese domingo sea soleado, apacible y animado por las charlas pacíficas de los votantes y de los escolares siempre presentes en la custodia de las urnas, ese día estaremos refrendando una decisión trascendente para nuestra supervivencia y será una jornada más de nuestro justo combate por preservar la libertad, la soberanía y el proyecto socialista para seguir adelante sin esclavitud y sin amos.
No nos aferramos a un camino cerrado. Sabemos que está dentro del presente justo y equitativo que vivimos y, además, si nos esforzamos con creces, está lleno de futuro y de promesas. Para ello aún habrá que transformar algunas cosas, pero lo haremos solo por nuestra voluntad colegiada. Y por eso, votaremos unidos.
Estamos convocados, repetimos, a efectuar ese día el voto unido y la mayoría lo haremos, porque estamos convencidos de que eso forma parte de nuestra democracia, distinta y mejor, por suerte, que la puesta en práctica en los países capitalistas, en la cual se postulan para altos cargos las personas con grandes recursos económicos, fundamentalmente aquellas que han amasado fortunas mal habidas y no como resultado del sudor de su frente.
Los 470 diputados propuestos para la nueva Legislatura del Parlamento cubano provienen de una cantera inicial que abarcó a más de 19 mil personas de toda la nación, atendiendo a sus méritos y a la posibilidad que tienen, de acuerdo con su probada trayectoria, de ser dignos representantes del pueblo y trabajar de manera útil y aportadora en el avance del país.
Hace más de 60 años los cubanos de entonces conocieron bien los auténticos shows que se montaban durante las campañas electorales de los ricos o de aquellos “vivos” corruptos, aspirantes a millonarios, a quienes daban la posibilidad de aumentar su pecunio, recaudando fondos aquí o allá, gracias a los ofrecimientos mentirosos que hacían.
Desde entonces la demagogia era asqueante y la mayoría no creía en ella, como lo sigue siendo todavía en naciones donde impera ese sistema.
La democracia capitalista, llamada en otros tiempos representativa, no tiene nada del significado lato de esa palabra nacida en tiempos de los griegos, y mucho menos ostenta un gramo de inclusión, como se maneja hoy en el lenguaje corriente.
Con ausencia total de esos manejos retorcidos, los cubanos irán a votar por el derecho a preservar las invaluables conquistas de la Revolución y el socialismo, y por trabajar con nuestro propio esfuerzo aún más redoblado, por desarrollarnos y recuperarnos a pesar del bloqueo inhumano y asfixiante que, sin embargo, no nos rinde y seguiremos denunciando, porque es ilegal y un crimen de lesa humanidad. Y fiscalizarán los escrutinios los compatriotas que quieran, aunque desde ya presumimos que como en cada elección, serán transparentes.