No pocas fueron las personas que ante la inminente llegada, especulativa por cierto, del llamado día cero, preguntaban y sondeaban el terreno buscando la información de los nuevos precios, salarios, calidad de vida y platos en la mesa al final del día.
Por supuesto, las preocupaciones principales radicaban en la subida de los salarios contra los futuros y supuestos precios de bienes y servicios del sector cuentapropista, y un posible aumento de lo asociado al Estado.
Matemática de bodega al fin, de darse esas situaciones nocivas, la cuenta no daría, y la situación actual se agravaría un tanto más. Es entendible.
Lógicamente, como costumbre revolucionaria, el Gobierno no deja desamparado a nadie y siempre escucha los reclamos de sus ciudadanos. En tal sentido es válido recordar que muchos de los precios estatales no tienen variación alguna.
Otro aspecto importante a aclarar es que cada una de las quejas de la población con respecto a los precios son estudiadas por la dirección del país.
Al final Cuba escucha, y lo que haya de ser corregido, pues se restructurará. Mencionar en este aspecto la tarifa eléctrica y los precios topados para los productos agropecuarios del sector no estatal, solo por citar algunos ejemplos.
Sin embargo, nada se lograría si parte de lo pactado comienza a violarse y los responsables hacen la “vista gorda” frente a fenómenos determinados.
Un aspecto importante a destacar es que como tarea incipiente al fin, aún necesita engrasar sus mecanismos y tomar decisiones con asuntos que a criterio de este escriba necesitan revisión.
Uno de ellos es el asociado al pan normado de nuestras bodegas. De acuerdo, es entendible que el aumento de su precio no responde necesariamente al mejoramiento de su calidad, pues la explicación recae en que se eliminan parte de los subsidios asociados a su producción y la de tantos otros bienes.
Pero lo que sí no es concebible que este alimento vaya en desmedro como ha sucedido en algunos lugares, lo que ha provocado que este producto haya quedado tras mostradores en varios sitios a todo lo largo de la isla.
Otro detalle a considerar radica no en los precios, sino en la cantidad de los servicios asociados a los cuentapropistas.
Y digo cantidad para referirme, por solo mencionar ejemplos, al gramaje de los panes y las pizzas actuales con los nuevos precios o a los mililitros de vasos de refrescos y jugos dispensados.
En un breve recorrido, este escriba percibió que sí, que de modo correcto y obediente todos tienen sus tablillas y sus precios topados. No obstante, las otroras pizzas dejaron de serlo para convertirse en pizzetas, y los panes con jamón, tortilla y demás, son ahora un poco más chicos que antes del día cero.
Explicación lógica supongo si me inserto en la mentalidad no estatal: tope de los precios más aumento de las materias primas, es igual a un producto menor para que de la cuenta. Evidentemente esto es aplicable a todos los sectores, desde quien expende croquetas hasta quien vende granizado.
Corresponderá entonces a inspectores y entidades rectoras velar por la calidad de tales servicios, entre otros, y establecer una observancia consciente y proactiva a favor de la nueva calidad de vida del pueblo cubano, ya que de no ocurrir, la balanza se podría descalabrar de nuevo y entonces perdemos todos.
Pero sin dejar margen a lo mal hecho, hay que recordar que tanto usted como yo somos actores activos de esta sociedad revolucionaria y socialista y tenemos derechos aplicables y por ende válidos.
Convirtámonos en entes reflexivos y actuemos en pos de una cotidianidad donde todos seamos ganadores, donde la satisfacción dolorosa de nuestras necesidades sea parte del pasado y no de un futuro desangrado.
De nosotros queda.