Los números de los últimos días fueron muy oscuros para los pinareños, pero las cifras ya nada significan pues pueden subir o bajar por día. Lo que sí vale es el despertar que debemos tener en el terruño para frenar una posible avalancha de más casos, porque se comienza ligeramente por unos pocos eventos institucionales y luego no sabemos hasta dónde puede llegar.
Hay que proteger los centros de producción y servicios porque los enfermos que de ahí surjan se multiplicarán en las familias, en la comunidad y no habrá forma de discernir a quién sí o a quién no le tocará.
Hasta el momento los Sí (enfermos y fallecidos) fueron los más orgánicamente desvalidos, por comorbilidades o simplemente por la edad. Y no creo que nadie discuta que la edad más avanzada se ceba con los pacientes.
Ya no queda a quien culpar: las organizaciones, la infraestructura estatal, el sistema de gobernanza ha hecho todo lo posible por nosotros… y continúa, pero sus mensajes siguen cayendo en saco roto, por no querer montar en la primera barca que nos enviaron.
Ese bote nos decía, a mi manera: vamos conmigo que yo te salvaré, pero agárrate bien, ponte mascarilla, mantén la distancia, lávate la manos y el resto del cuerpo, se responsable, cuida a los tuyos, no recibas visitas y no acudas a casa ajena, trabaja o estudia mucho pero cuidándote, ni abrazos ni besos -luego habrá otras ocasiones-, no te confíes y así la chalupa se alejaba: unos abordaron y no tienen problemas, otros montaron a la mitad y sí los han tenido pero peor es los que se quedaron en la orilla, lamentándose por el familiar enfermo, hospitalizado o sepultado.
A veces confiamos más en nuestra castrada experiencia o limitante aprendizaje, que en las sabias palabras del científico, el técnico, el especializado que sabe más que nosotros.
Se reunió lo mejor de la ciencia, los más responsables y preparados de nuestro eficaz sistema de salvamento: la Salud. Dispusimos de la fortaleza política y estatal, contamos con todo, pero no hemos sido capaces de entender la parábola: montar en la barca que nos ofrecieron hace casi 12 meses.
Nos han dado una segunda oportunidad, es como un juego empatado: la COVID-19 y nosotros estamos cero a cero, solo hace días tomamos del banco a los más capaces, responsables y prudentes, veámoslo en el conjunto de organismos que soporta sobre sus hombros esta gigante tarea.
Pero el Sars-CoV-2 también lo hizo: el número de frecuencia es más presente; al parecer la virulencia es mayor; se instaló a la vez en todos los municipios; está tirando más fuerte en la estadística mortuoria; parece que al saber de una vacuna quiere cobrarlo mejor.
Los árbitros siguen en la línea, exigen las reglas y tenemos que cumplir. Olvidemos por unos días que la Soberana está en camino. No importa si es marzo o después, lo importante es hallarnos sanos, eso será garantía.
La producción no va a parar, somos capaces de llevar adelante las tareas, sacar los productos del campo, mantener las fábricas intactas, las viviendas progresando, los servicios y los comercios de la mejor manera, seguimos… apostemos por el optimismo.