La historia del deporte en Revolución recopila en ribetes de oro desde el propio 1959 hasta la fecha, el accionar ético y patriótico de innumerables atletas cubanos con una postura firme frente a los mercaderes de la actividad y a los sobornos.
A partir del triunfo del 1 de enero de 1959 y las nuevas concepciones deportivas de carácter popular y educacional, lo que incidió paulatinamente en una gran evolución en competencias
regionales, continentales, mundiales y olímpicas, aparecieron también los “extirpadores” de talentos con el fin de menoscabar los indiscutibles éxitos de los representantes de la ínsula.
En los Centroamericanos y del Caribe de hace 55 años de Puerto Rico en 1966, quienes viajaron y entrenaron a bordo del buque Cerro Pelado escribieron paginas brillantes para abrir un camino marcado por el decoro y el respeto al pabellón nacional.
Muchos ejemplos existen, y por solo citar algunos están los casos de los lanzadores Aquino Abreu, Alfredo Street, el Curro Pérez y Raúl “Guagüita” López; el jonronero Miguel Cuevas. y los estelares Pedro Chávez, Urbano González, Felipe Sarduy, Ramón Echevarría, Antonio Jiménez y los demás integrantes del equipo, quienes dejaron boquiabiertos a los que pretendían comprarlos al retornar a casa, orgullosos de su título dorado.
Precisamente, allá en el Borinquén hermano de la mayor isla de las Antillas, un integrante de la selección cubana de baloncesto, nacido en el municipio matancero de Colón, Raúl García, actuó moralmente pues su familia radicada en el extranjero lo fue a buscar, hecho que comunicó a la dirección de la delegación, reafirmó su voluntad de regresar al país y después se iría al reencuentro filial. Digna postura de quien hace un año falleció en los Estados Unidos.
De aquella generación, como otras en distintos momentos y certámenes, hay que destacar su compromiso con el país pues muchos se convirtieron en destacados entrenadores o profesionales universitarios en otros quehaceres culturales, científicos y técnicos.
También descollaron en calidad de dirigentes deportivos a nivel nacional e internacional figuras de la talla de Enrique Figuerola, atletismo; Ruperto Herrera, baloncesto; Luis Morales (mártir del horrendo crimen de la voladura de la aeronave de Cubana de Aviación en
Barbados, en 1976), esgrima; los hermanos Eugenio y Guillermo Martínez, polo acuático, y Justo Padrón, tiro.
Sin precio, ellos y ellas, en su momento, al igual que miles de compatriotas a través de más de seis décadas de asedio rechazaron la filosofía de los cazatalentos y la política de la Casa Blanca de recibirlos previa renuncia a su nacionalidad.
“NO ME IRÉ DE MI PAIS”
El púgil amateur más grande de la historia, Teófilo Stevenson Lawrence (“Pirolo”), reinó en la división de los pesos completos al imponerse en las Olimpíada de Múnich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980.
Nacido el 29 de marzo de 1952 en el Central Delicias, Puerto Padre, provincia de Las Tunas, de familia humilde, su progenitor de similar nombre era inmigrante anglo parlante de la isla de San Vicente, y su madre, Dolores, una cubana también descendiente de braceros procedentes de San Cristóbal y Nieves.
Inició su carrera triunfal al vapulear en cuartos de final de los Juegos Olímpicos de Múnich al boxeador norteamericano Duane Bobick, calificado como la Esperanza Blanca. Tras su primer ascenso a lo más alto del podio “Pirolo” recibió una oferta de un millón de dólares para desertar, convertirse en profesional y trasladarse a los Estados Unidos.
Pero el gigante moreno y bonachón respondió: “No me iré de mi país ni por un millón de dólares ni por mucho más. ¿Qué es un millón de dólares comparado con el amor de ocho millones de cubanos?», argumentó.
Sobre aquella actitud, el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, convertido después en amigo y admirador de Stevenson, manifestó: “Merece el reconocimiento de nuestro pueblo por su éxito deportivo. Y dejó un ejemplo todavía más valioso que eso y es el instante en que le hablaron de la posibilidad de ganarse un millón de dólares. Ese joven, hijo de humilde familia y un humilde obrero oriental, dijo que él no cambiaba a su pueblo por todos los dólares del mundo”.
RECHAZO A 40 MILLONES DE DÓLARES
Natural de San Juan y Martínez, municipio de la provincia de Pinar del Río, Omar Linares Izquierdo comenzó desde niño la práctica del béisbol junto a su hermano Juan Carlos e inspirado en la calidad de su padre, Fidel, extraordinario pelotero de la década de 1960.
Debutó en la Serie Nacional con tan solo 15 años en 1982, de ahí, el calificativo de “El Niño” y jugó durante 20 campeonatos. Fue un superdotado en la defensa de la tercera almohadilla y muy temible bateador.
Por dos veces monarca olímpico y también subtitular, con múltiples liderazgos de bateo en torneos cubanos e internacionales, y una enorme popularidad; despertó el interés de los buscadores de talentos, quienes en muchas ocasiones le ofrecieron contratos para la pelota
rentada en Estados Unidos y hasta una oferta de 40 millones de dólares, que rechazó.
Así demostró lealtad a su tierra natal y años después se erigió en el primer pelotero del país autorizado por el Gobierno a competir como profesional con el equipo Los Dragones de Chunichi, en Japón, nación en la que jugó durante un bienio y en la actualidad trabaja como
entrenador de bateo, según contrato respaldado por el organismo rector del deporte en la isla, el Inder.
ALTERNATIVAS ANTE NOVEDADES OLÍMPICAS
El devenir y las transformaciones del movimiento olímpico concebido por el francés Pierre de Coubertin al abrir las puertas a los profesionales, motivan hoy la aplicación en Cuba de una apertura a la contratación deportiva, sin renunciar a los principios éticos y para acrecentar la calidad de los atletas en diferentes modalidades.
A la par, se amplía la política de estimulación: derecho a obtener el 80 por ciento de los premios en metálico en las competencias, el pago de todas las medallas a los atletas activos, logradas en eventos multideportivos del ciclo olímpico y en campeonatos mundiales; la
retribución de una presea de mayor rango a las figuras retiradas, y la entrega de viviendas, autos y condecoraciones.
También a los jóvenes talentos, por el solo hecho de pertenecer a preselecciones nacionales y estar matrículados en centros de alto rendimiento del primer nivel, se les otorga un estipendio mensual de alta consideración.
De igual manera, es totalmente gratuito el proceso de formación de los atletas, incluido el tránsito por las Escuelas de Iniciación Deportiva y Superior de Perfeccionamiento, las clases docentes, el aseguramiento de profesores, técnicos del sector, la alimentación, la atención médica y psicológica.
Sin embargo, en diferentes momentos del deporte revolucionario exponentes de la actividad han desertado por distintas razones y siempre con la certeza de que serán recibidos con los brazos abiertos por quienes imponen a su tierra natal un bloqueo económico, comercial y financiero, o por sus aliados.
Ante esa realidad alcanza mayor trascendencia el legado de tantísimos deportistas cubanos sin precio y de manera especial, el de “Pirolo” y “El Niño” Linares.