Recién leía algunos comentarios en línea –manía que usualmente suelo hacer para saber por dónde anda el criterio popular– sobre las “atractivas” propuestas de las diferentes parrillas televisivas de cara a la etapa estival.
Y revisaba y contrastaba opiniones contra carteleras de los diferentes canales, pues son los meses de julio y agosto el momento en que, de forma merecida, descansan nuestros niños y jóvenes tras un largo periodo estudiantil.
Criterios… disímiles. Pero en lo que casi estaba de acuerdo la gran mayoría de los internautas, que en numerosas plataformas dejaban sus impresiones, fue en la falta de espacios televisivos para el esparcimiento y la “inmersión” en la industria cultural.
Nada, que casi al cierre del mes de julio, –el primero de las vacaciones– lo planificado por la Televisión Cubana dista mucho de años anteriores en cuanto a diversidad, cantidad y calidad.
No dudo que en algún momento se haya hablado o discutido sobre esto en otros espacios, se haya analizado quizás el fenómeno, e incluso, que la propia Televisión Cubana haya hecho públicas sus intenciones de un verano televisivo por todo lo alto, con la pretensión de cientos de filmes, series y dramatizados.
No obstante, lejos de la gran cobertura a los torneos futbolísticos de la Copa América y la Eurocopa, las supuestas pretensiones solo han quedado en eso, pues al encender la “caja mágica” en cualquier momento del día, es fácil darse cuenta que la programación de cada canal no ha cambiado casi nada.
No es esto una cruzada contra nuestro sistema televisivo, sino un aparte para debatir y criticar de forma sabia, sana y, sobre todo constructiva, lo que debería considerarse como una parrilla verdaderamente veraniega.
No creo necesite ensalzar nuestras “verdades” escondidas, ni recordar cuando muchos se fugaban de sus centros de trabajo para ver Aguas Mansas y otras propuestas.
Recuerdo, además, cómo en mis primeros tiempos de estudiante, con gran agrado me recostaba en mi catre frente a un televisor culón y opaco sobre la una de la tarde, con una limonada fría en una mano y un pan con “timba” en la otra, y desde esa hora no me levantaba hasta pasadas las seis. Eso era programación de verano.
Tras estas líneas podrán salir defensores, especialistas y demás con opiniones contrarias. La pluralidad de pensamiento es permitida. Quizás hasta se esgriman y se escuden en que los niños de ahora son diferentes, y que necesitan menos televisión y más acción fuera de casa.
Lo anterior es totalmente entendible. Es cierto que las actividades y juegos al aire libre desarrollan habilidades en niños y jóvenes que no se logran en el interior de la vivienda. Sin embargo, ni el más pinto osará negar que en nuestros tiempos de juventud una buena Tanda Joven, un Prismas bajo el Sol o dicha novela colombiana de infarto dejaban las calles vacías en las tardes.
Tampoco saldrán contrarios si las propuestas fílmicas y sus semejantes son de alta factura y calan en nuestros jóvenes y niños con mensajes de bien. Recordemos también, que de acuerdo con grandes psicólogos, tanto bien hacen los ejercicios corporales al aire libre como un cerebro bien estimulado y deleitado frente a una pantalla.
El tema de las propuestas televisivas de cara al verano en nuestro país debería ser seriamente analizado, pues en los últimos años estas han ido en picada. Para nadie es un secreto que carecemos casi de programación infanto – juveni, y dependemos casi por entero de propuestas extranjeras y extranjerizantes.
Los espacios de animados y aventuras propias, también son un lastre para contar con un buen verano.
El éxito de esta etapa no solo depende de estudios y análisis, sino de ubicar en pantalla programas y propuestas que, como antaño, nos obliguen a quedarnos en casa para no perdernos tal o más cual estreno. Depende de una parrilla que rinda, que dure al menos una jornada completa. Depende de no sesgar el disfrute ni de entrecortar espacios.
Mientras no seamos capaces de saldar estas deudas, continuaremos en una espiral sin fondo, en un rumbo que solo tiene como fin un divorcio y des-programación de la pantalla chica cubana.