Día tras día los trabajadores de la Empresa Eléctrica discurren la fina línea que hay entre el riesgo y el deber
Este martes, 12 de noviembre, Juan Francisco Díaz Valdés estaba de cumpleaños. Arribó a sus 41 prestando ayuda en Artemisa. Hasta allí llegó al frente de la brigada de linieros de Sandino que, como parte del contingente de trabajadores de la Empresa Eléctrica de Pinar del Río, desde hace una semana trabajan de sol a sol para devolver la electricidad a esa provincia, perjudicada recientemente por los embates del huracán Rafael.
Por estos días, las redes están llenas de héroes anónimos que, al igual que él, suben postes, empatan cables partidos y sustituyen otros. Valientes a los que, como en la canción de Buena Fe, “…el instinto genuino ya le advierte/ permutar de destino, se le hizo tarde”.
Partió, como otras tantas veces, sin fecha de regreso: “La misión es recuperar el sistema eléctrico y su infraestructura en este lugar”, explica, luego de haber terminado de dar orientaciones a los que bajo su dirección permanecían en lo más alto de un poste.
Con 19 años de experiencia ha trabajado en la recuperación de la mayoría de los territorios que han estado en el camino de los ciclones.
“Es mi responsabilidad que las labores se hagan bien, y, sobre todo, que los muchachos regresen a casa”, asegura.
En esta zona encontraron una cantidad considerable de cables caídos, postes en medio de la vía, crucetas jorobadas y conectores partidos, comenta el jefe de brigada.
“Otros carros están trabajando de Artemisa para acá hasta que nos encontremos. La intención es dejar todo listo y poder ´calentar´ una parte de Candelaria”, agregó.
No es el único veterano en la brigada. Bolodia Rodríguez Artigas tiene nombre ruso, porque según él, su mamá, que había estudiado Arquitectura en Rusia, lo trajo desde allá.
Risueño y conversador va explicando, paso a paso, las tareas que acometen en el circuito 1570, entre Candelaria y Artemisa. A lo lejos, se ven sobre las escaleras a los linieros de Mantua y Minas de Matahambre, quienes completan las tareas que por esta vía se ejecutan.
Rodríguez Artigas tiene 30 años de experiencia en la Empresa Eléctrica, es liniero A y está especializado en “caliente”, refiere. “Eso quiere decir que puedo trabajar lo mismo en una línea como esta que no tiene corriente y también en una energizada”.
EL IMPORTANTE RELEVO
Mientras conversa con la prensa, se mantiene atento a las indicaciones que su jefe de brigada, Díaz Valdés, da a dos jóvenes que han ascendido con espuelas, sin escaleras, por un poste altísimo, de esos que parecen que llegan al cielo.
Después de un largo rato, los muchachos bajan. Uno primero y otro después. La lozanía de los 20 años sobresale en los rostros quemados por el sol.
Carlos Manuel Quintana Cáceres apenas tiene 23 años, vive en Martí, y es padre de dos hijos. “Soy liniero C, y es una labor que me gusta; eso es lo más importante. Además, uno confía en las orientaciones que te dan, ese es mi jefe y todo lo que hace es para protegernos”.
Cada mañana se llena una planilla y se explica en qué consiste el trabajo que van a realizar, dice Díaz Valdés. “Todo el mundo tiene que estar concentrado en esto y cumplir con las medidas y normas de protección”, precisa.
No obstante, para Quintana Cáceres no hay nada mejor que levantarse y ponerse el traje de liniero, el casco y los guantes: “Cuando te gusta el trabajo y conoces los riesgos, pero sabes cómo hacer las cosas bien, no tienes problemas. Hay que estar bien ubicado, sin pensar en la casa o en algún otro problema. Solo se repasa sobre el poste y lo que tienes que hacer. Cuando se sube a espuelas, arriesgas tu vida, y hay que regresar con la familia. Eso es lo más importante.
“He pensado en las tantas veces que los de Pinar del Río hemos estado como ellos ahora, y hasta allá han llegado los colegas de todo el país; entonces no me pesa venir para acá, todo lo contrario, es un orgullo.
“Esta es la primera vez que voy fuera de la provincia a prestar ayuda, y la gente lo agradece”, asintió.
“A pesar de que no hay corriente, nos han traído de aquel barrio que se ve en la distancia, café y agua fría. La gente tiene un millón de problemas, pero siempre es solidaria y hasta se paran a conversar con nosotros”, expresa el jefe de brigada que está de cumpleaños.
Habrá tiempo para celebrar, dice, a la vez que suben a la camioneta los implementos de labor para llegar hasta un tramo más adelante. Poste a poste ha estado la mano de los pinareños.
Las historias de los linieros vueltabajeros y de toda Cuba siguen recorriendo las redes, pareciera que vuelven a ser noticia una y otra vez siempre que pasa un huracán. Pero es que su quehacer, desafiando alturas y geografías empinadas y agrestes, queda minimizado tras la alegría de devolver la energía a cada barrio.
Juan Francisco Díaz Valdés festejará con los suyos al regreso. Para quien lleva 19 años entregado a su oficio, cualquier día es bueno para celebrar, más, si se sabe con el deber cumplido.