En esta batalla contra la COVID-19 a casi todos, por no ser absoluta, nos ha tocado hacer algo en favor de detener la propagación del virus, y los trabajadores de la Empresa de Campismo Popular Pinar del Río están entre quienes tempranamente se sumaron a la contienda, como tantos otros del sector del Turismo.
Cuando todavía se hablaba de cifras pequeñas y el desconocimiento tenía espacio entre la población, empezaron a acoger en sus instalaciones a viajeros que regresaban del extranjero y que guardaban aislamiento en dichos centros para no llegar a sus comunidades con el SARS-CoV-2 y generar cadenas de contagio.
En dependencia de la situación epidemiológica han desempeñado diversos roles en las distintas etapas, de pico y tendencia al control, pero siempre expuestos y ninguno de ellos hasta el momento ha resultado positivo, lo que habla en favor del cumplimiento de los protocolos sanitarios y la prontitud con que aprendieron a cuidarse.
Dadas las circunstancias, pasaron de recibir clientes a atender personas que regresan al país, que salieron de laborar en zona roja o contactos de casos diagnosticados. Siempre han de obrar con la cautela extrema y asumir que son posibles portadores del virus, hasta tanto no se demuestre lo contrario.
Responsabilidad es una palabra apropiada para definir la manera con que se adecuaron a las exigencias de cada caso, porque tengamos en cuenta que muchos de los que acogen y deben de atender ni siquiera desean estar allí.
Elaboración de alimentos, limpieza de locales y otras actividades propias de la prestación de servicios ahora tienen diferente connotación: no se trata de complacer al visitante, sino de resguardar la vida de aquellos que por protocolo sanitario terminan siendo sus huéspedes.
La alegría y el bullicio propio de dichos centros se trastocó en silencio y recogimiento, aunque no faltan indisciplinados y a eso también deben hacer frente.
No todo es perfecto, pero son más los aciertos que los errores, lo que ha sido posible por la consagración de los trabajadores que asumieron con entereza su lugar entre los que a riesgo de su propia salud, cuidan de otros.
Con la satisfacción de ser protagonistas en el enfrentamiento a la pandemia arribaron al aniversario 40 de la creación de esta modalidad de turismo, creada por idea de Fidel Castro con el propósito de facilitar el contacto directo con la naturaleza y el conocimiento de la historia local.
La provincia fue pionera en crear esas instalaciones y con el paso del tiempo se transformaron las condiciones y tipo de prestaciones, con cambios que apuntan hacia un mayor confort y especialización, pero apegados a la esencia primigenia.
Elevar la calidad de sus servicios, diversificar las ofertas y lograr la eficiencia económica que requieren estos tiempos son los retos a los que se enfrentará la Empresa, cuando la situación epidemiológica permita que vuelvan sus instalaciones a ser espacios para la recreación.
Hacer que la práctica de 40 años se enriquezca con la innovación y nuevos bríos de la juventud forma parte de las estrategias de desarrollo. Por el momento, junto a la felicitación por un nuevo año de vida, vaya el agradecimiento de un pueblo que reconoce el valor de colectivos con los que se puede contar en las buenas y las malas.