El 10 de diciembre de cada año se celebra en el mundo el Día de los Derechos Humanos y si una nación tiene todo el orgullo de celebrar es Cuba, motivos y razones sobran.
En 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, normativa que regula la protección de los derechos inalienables de todas las personas. Pero, ¿acaso no es motivo de orgullo el tratamiento dado por la Isla rebelde a decenas de niños que han padecido la COVID-19 sin que ninguno haya fallecido y, especialmente, Pinar del Río que ni siquiera han ingresado en una terapia intensiva, ni como graves ni como críticos?
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU tiene 30 artículos, pero solo citaremos los de 25 al 27, porque ellos son la esencia humana de los individuos desde que nacen, se desarrollan y mueren. Las personas tienen derecho a un nivel de vida adecuado que les asegure a su familia la salud y el bienestar, la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tener derecho a empleo seguro y no ser abandonado en la enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad. ¿Y acaso algún país latinoamericano superaría a Cuba en eso?
¡No, no somos fanáticos! A los cubanos desde el propio nacimiento, se le aseguran derechos, cuidados y asistencia especial y muy particular a los niños, que todos tienen igual protección social. O acaso no se han enterado que en la tierra de Fidel Castro la mujeres solteras con tres hijos o más se le construye gratuitamente su casa; que cuando una mujer pare tiene derecho a un año de licencia de maternidad remunerada y que los menores, que por alguna razón sus padres son internos en prisión por delitos, el Estado tiene un programa de ayuda para ellos, aparte de que dicha persona tiene el derecho a trabajar en esas condiciones y un salario por la labor que desarrolla.
La educación cubana es gratuita, y obligatoria al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental; todos tenemos acceso gratuito a los estudios superiores y según los méritos, entonces en la especialidad que se desee.
Los derechos y las libertades fundamentales como la comprensión, tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos para promover el mantenimiento de la paz, tienen garantía plena en Cuba. El internacionalismo proletario, no repartiendo lo que sobra, sino brindado a otros pueblos lo que se dispone, incluso ofreciendo su sangre y la propia vida, también nos caracteriza.
Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten. Nadie les impone como realizar su obra y el derecho de exponerla donde lo desee.
Entonces de qué estamos hablando si las cosas mencionadas –sin cortapisas- es el pan diario de todos los cubanos.
Bueno proponemos: Incorporar el artículo 31, dirigido a garantizar la felicidad de los pueblos, aunque para ello la ONU deberá acabar con el imperialismo, porque perjudica los derechos y mancilla a los humanos.