Irima Yanet Palacios González cumplió 36 años el 17 de marzo, pero quizás desde ahora, el 11 y 12 de junio tengan en su calendario una significación especial. Esos días, más que de tristezas, serán de celebración. Una fiesta por la vida que borrará del recuerdo de sus seres queridos, amigos, vecinos y compañeros de trabajo, las horas de zozobra en las afueras del policlínico de Los Palacios, mientras en su interior, un equipo médico le salvaba la vida.
Tras algunas manipulaciones obstétricas y unos ultrasonidos que no “decían” mucho, Irima había hecho fiebre y se sentía mal. Cada vez peor, dijo a Guerrillero, mientras se recupera ahora en una cama de la Unidad de Cuidados Intensivos número 3 del hospital Abel Santamaría Cuadrado.
“La mañana del martes fui al policlínico y me hicieron un USG, pero no se veía casi nada, algunos restos de la regulación menstrual, pero yo sentía como unas fatigas, se me iba el mundo y volvía. Después de eso no tengo bien claras las cosas. Me acostaron en una camilla y empezaron a aparecer unos médicos maravillosos, muy profesionales y buenas personas”, refiere la joven.
UN CASO COMPLEJO
El doctor intensivista Alexander García Balmaseda fue el primero en llegar. Su misión era rescatarla para ser atendida en el “Abel Santamaría”. El doctor Ernesto Rodríguez Quiñones, jefe de servicio de Terapia Intensiva de esta institución lo llamó, y en menos de 10 minutos la ambulancia estaba en su casa y salió para Los Palacios.
“El médico intensivista de allá nos había puesto en alerta de que tenía una materna grave cayendo en shock. Efectivamente, encontré a una mujer en bancarrota hemodinámica total, con la presión muy baja, un gradiente térmico casi hasta el tronco del cuerpo, con llene capilar muy lento y de inmediato comenzó la reanimación con volumen”, explica el doctor, quien apreciaba desde entonces la imposibilidad de su traslado hasta la cabecera provincial, y la urgencia de ser evaluada en equipo para tomar decisiones.
Solicitó a la dirección del Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) en Pinar del Río glóbulos rojos, plasma fresco congelado, antibióticos para irla tratando en lo que llegaba el resto del equipo.
Mientras ello ocurría en Los Palacios, otra ambulancia se disponía a salir con ese mismo destino con anestesiólogos, ginecólogos y una técnica transfusionista.
Refieren los doctores que cuando se empieza con la primera transfusión aparece una mejoría durante unos 15 minutos, y vuelve a derrumbarse hemodinámicamente, ya con toma del nivel de conciencia.
Declara el médico anestesista Miguel Liván Sánchez Martín, que al comenzar a fallar órganos diana se intuba sobre las 5:00 p.m., y se le administran fármacos y hemocomponentes. En medio de un lugar sin condiciones óptimas se empleó para su ventilación una bolsa autoinflable acoplada a un balón de oxígeno.
Ahí se hizo tratamiento de shock, pero no el definitivo. “El definitivo era intervenir quirúrgicamente”, dice el doctor.
LA DIFÍCIL DECISIÓN DE OPERAR
La imagen ultrasonográfica ya mostraba abundante líquido en la región abdominal y una punción en esa área permitió extraer 10 mililitros de sangre roja que no coagulaba. Señala el doctor Luis Ángel Álvarez Mederos, jefe del servicio de Ginecología y Obstetricia del “Abel Santamaría”, que con ello ya no había dudas de que lo que agravaba el caso era un hemoperitoneo (sangre en cavidad abdominal), y no se podía esperar.
Ante esta situación, extremadamente compleja, con un alto riesgo de muerte, había que operar, porque el traslado podía costarle la vida, coinciden.
Incluso, se valoró la posibilidad de trasladarla hacia el hospital Comandante Pinares, de San Cristóbal, institución cuya ayuda fue invaluable a partir del envío de material gastable, suero, sangre, medicamentos, instrumental, y un acompañamiento total de su personal médico. Esto permitió trabajar en lo que llegaban de Pinar del Río.
Rodríguez Quiñones señala que para someterla a la operación se necesitaba como mínimo una máquina de anestesia o un ventilador mecánico, aunque tenga mínimas prestaciones.
Se vieron obligados a comenzar a intervenir quirúrgicamente sin nada de ello, apenas con un set de cirugía menor, que permitió pinzar las arterias que estaban sangrando. “Ello nos dio tiempo, tiempo suficiente para estabilizarla y que llegaran los otros recursos”, asegura Rodríguez Quiñones.
“Durante la operación se realizó una laparotomía exploratoria para encontrar la causa de ese hemoperitoneo y durante el tiempo operatorio se diagnosticó la presencia de un embarazo ectópico tubárico derecho roto. Se aspiraron aproximadamente tres litros de sangre y se le hizo una salpingectomía derecha, se conservó el ovario derecho, se limpió la cavidad y se cerró con ese diagnóstico”, resume el doctor Álvarez Mederos, quien asumió la cirugía de conjunto con los doctores Ciro Manuel Suárez Blanco y Roselia Sánchez.
Cuando todo parecía mejorar hizo una reacción anafiláctica no bien precisado y hubo que poner de nuevo medicamentos. El jefe del servicio de Terapia, Rodríguez Quiñones, refirió que la reacción la desestabilizó nuevamente y las ondas del electrocardiograma “decían” que había una isquemia del corazón. Entonces pidieron “lavar” glóbulos rojos en el “Comandante Pinares”. En ese proceso de centrifugado se le separan los leucocitos que puedan haber quedado, porque en esas condiciones cualquier cosa podía agravar su situación.
Era cerca de la 1:00 a.m. del miércoles 12 de junio, y faltaban unas dos horas para poder transfundirla otra vez. Nadie se separó de su lado: ni el anestesiólogo, ni una de sus mejores residentes que lo acompañó y ayudó en cada momento con la administración de los medicamentos y la bolsa autoinflable para la ventilación, ni los intensivistas, cardiólogo, enfermeras, los tres obstetras, la transfusionista, el personal del policlínico y los que llegaron desde San Cristóbal.
El electromédico del municipio también hizo su parte, rápido, ingenioso, por sus manos, igualmente, corría la vida de Irima Yanet.
Hubo, además, comunicación constante con el resto del equipo que atiende a la materna crítica del hospital, y con el doctor Danilo Nápoles, quien lidera el Grupo Nacional de Obstetricia.
Se administraron vasoactivos. La frecuencia era muy alta. No hay corazón que soporte 170 de frecuencia por mucho tiempo, menos con anemia severa, refieren.
Sobre las 3:00 a.m. se vuelve a transfundir. Bajó la frecuencia, se estabilizó la presión y empezaron a retirar medicamentos. Cerca de las 5:00 a.m. se quitó la intubación y la paciente cumplía órdenes de los médicos, estaba plenamente consciente. Entre las 7:30 a.m. y las 8:00 a.m. fue trasladada hasta el Hospital Provincial, operada y sin riesgo.
TRABAJO EN EQUIPO
Una materna crítica en Cuba es una alarma de combate. Hasta Los Palacios se llevó un ventilador artificial, un monitor de altísimas prestaciones, una aspiradora eléctrica, un electrocoagulador, dos jeringas de perfusión antibióticos, glóbulos, plasma, plaquetas, crioprecipitado, medicamentos para sostener la presión arterial, para la frecuencia cardíaca, anestésicos, albúmina humana, antiarrítmicos, sueros. Lo mismo llegaba de Pinar que de San Cristóbal.
No todo llegó en el momento que necesitábamos, reconoce el doctor Ernesto Rodríguez Quiñones, jefe de servicio de Terapia Intensiva y de la Comisión de Atención a la Materna Crítica, porque no se podía esperar.
Se intervino en un local de cirugía menor de dos por tres metros, sobre una camilla acanalada, fuera del hospital, y se salvó la vida de la paciente. “Eso es lo extraordinario”, asegura.
Mas el trabajo de este equipo que atiende a las maternas graves no es solo meritorio por este caso. Lo avala una labor sostenida durante años, heredada de doctores que hoy son profesores consultantes y que transmitieron de generación en generación sus saberes, y, sobre todo, su amor por ello.
El equipo lo integran intensivistas, obstetras, anestesiólogos, cardiólogos, radiólogos y especialistas de las patologías afines que posean las maternas. Se mantienen, además, en constante comunicación, incluso, estando de misión comparten los detalles de los casos.
Lo más importante, coinciden los doctores García Balmaseda, Rodríguez Quiñones y el también intensivista Nelson Palacios Pérez, quien integra la comisión, en que jamás se toma una decisión individual, prima siempre el consenso y se escuchan a todos los especialistas.
Todas las maternas graves tienen una cama en la UCI 3. El sistema está diseñado para que sean atendidas allí con todo el rigor que lleva. Asegura Rodríguez Quiñones que para atenderlas, aparte de preparación, hay que tener ecuanimidad, por toda la presión que ejerce el sistema sobre ellos cuando hay este tipo de casos.
“Cuando una materna tiene peligro para la vida todo el mundo se sensibiliza, porque es una familia que se destruye, es una mujer joven que es muy probable deje a un niño sin madre. Son cosas que llegan al corazón, y las personas cooperan y se identifican con el caso”, dice Sánchez Martín.
Irima Yanet Palacios González, su esposo y hermana, presentes en el hospital al momento de la visita, no tienen palabras para agradecer cuánto hizo por ella el personal de Salud, los vecinos, las autoridades del municipio y todo el que de alguna forma colaboró con su intervención. Después de las tensiones de la semana pasada, no les queda más que dar gracias por estar viva.