La unificación monetaria y cambiaria es condición necesaria, aunque no suficiente, para reordenar y actualizar la economía nacional, coincidieron especialistas del Banco Central de Cuba (BCC) en un diálogo sobre los imperativos de eliminar esta dualidad en el país.
Sobre los orígenes de este fenómeno, recordaron que eran los años 90′ del siglo pasado, la extinción de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y la desintegración del Campo Socialista golpearon con dureza a Cuba, informa el periódico Granma.
Entre los años 1989 y 1993 el país enfrentó una tensa situación económica que se evidenció en la caída del Producto Interno Bruto (PIB) en casi un 35 por ciento y la reducción del comercio exterior en más de un 80 por ciento.
Paralelamente, el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos se reforzó, generándose el desabastecimiento de productos en los mercados minoristas y desatando fuertes desequilibrios monetarios.
Mercedes Yolanda García Armenteros, directora de Estudios Económicos del BCC, comentó que esta situación generó un proceso de “inflación reprimida”, en el cual el dinero en manos de la ciudadanía superó la capacidad para ofertar bienes y servicios, cuyos precios no subían, lo que agravó el desabastecimiento de los mercados, ya golpeados por la caída de las importaciones en un 75 por ciento.
El peso cubano perdió su poder adquisitivo de forma acelerada, así como sus funciones como medio de cambio, reserva de valor y unidad de cuenta, detalló la especialista, quien añadió e que el nuevo contexto facilitó las condiciones para una dolarización de facto, manifestada en el mercado informal.
Los dólares provenían del incipiente turismo, las remesas y de los viajeros que llegaban al país; el dólar, entonces, asumió las funciones dinerarias del peso cubano y la tasa de cambio llegó a alcanzar alrededor de los 150 pesos por dólar.
En ese contexto, en 1993, se diseñaron un grupo de medidas para reactivar la economía, reinsertarla en el mercado internacional y atender los importantes desequilibrios macroeconómicos que se presentaban.
Entre las más importantes decisiones adoptadas se incluyó:
- La despenalización del uso y la tenencia del dólar para los cubanos
- La apertura de tiendas recaudadoras de divisas
- El incremento de las exportaciones de servicios y, en particular, del turismo
- La apertura gradual de la inversión extranjera y la autorización de las entradas de remesas desde el exterior.
- La autorización de los principales exportadores retuvieran parte de las divisas que ingresaban
- El permiso a que determinadas transacciones entre empresas se realizaran en USD
Todo esto, junto al estímulo y aumento de las exportaciones de sectores priorizados para incrementarlas entradas de divisas, permitió la reanimación gradual de la economía.
La directora de Estudios Económicos del BCC señaló que la dolarización nunca alcanzó la totalidad de la economía, pues los salarios, la seguridad y asistencia social, los servicios, los productos normados y muchas otras actividades se continuaron realizando en pesos cubanos.
En 1994, se llevó a cabo un saneamiento de las finanzas internas, que incluyó la eliminación de un grupo de gratuidades y subsidios, así como la posibilidad de que las personas pudieran cambiar sus pesos por USD.
En diciembre de ese año se introdujo el Peso Convertible (CUC) para las transacciones en la red comercial que opera en divisas, en paralelo con estas.
El nivel de recuperación económica alcanzado permitió el inicio de la retirada del dólar de la circulación, primero en el sector empresarial (2003), donde se eliminó de las relaciones comerciales interempresariales y se sustituyó por el CUC.
En 2004 empezó el proceso de retirada del USD en el sector de la población como medio de pago y desde ese momento, en la comercialización de productos en el país coexistían las dos monedas nacionales, el peso cubano y el convertible, estableciéndose, de hecho, una dualidad monetaria
No es hasta el 2011, a partir de los Lineamientos del VI Congreso del Partido, que se orienta la unificación como parte del proceso de ordenamiento monetario de Cuba.
Según Ian Pedro Carbonell Karell, especialista de la Dirección General de Políticas Económicas del Banco Central, el fenómeno de la dualidad tiene problemas subyacentes que deben solucionarse con urgencia.
Uno de ellos es la dualidad monetaria en sí, y otro es la dualidad cambiaria, que establece tipos de cambio diferentes entre las monedas nacionales, y entre ellas y las divisas extranjeras, lo cual genera distorsiones en el sector empresarial y en la forma en que la población interactúa con él.
Asociado a ello, uno de los problemas que requieren mayor atención es el tipo de cambio en el sector empresarial (de un CUP igual a un CUC igual a un USD), que es lo que se llama “sobreevaluado”, lo cual representa un freno para las capacidades productivas, desestimula a los exportadores y favorece las importaciones.
También, dijo el especialista, esta situación tiene un efecto considerable en el funcionamiento y el balance contable de las entidades, y dificulta la medición de los hechos económicos y el efecto que deben tener los incentivos.
En el sector de la población, añadió, las dificultades están relacionadas con los procesos engorrosos que genera tener que usar dos monedas nacionales, lo cual se ha ido corrigiendo con la posibilidad de usar ambas en muchas instalaciones.
Asociado a la dualidad también se produce en muchos casos la desconexión interna entre el precio minorista y el mayorista.
Sobre cuál sería el entorno ideal en Cuba para que el dinero cumpla sus funciones, Karina Cruz Simón, especialista de la Dirección de Estudios Económicos, planteó la estabilidad de la moneda nacional como la clave, lo que “se logra garantizando que los procesos de emisión de dinero se correspondan con la evolución de la economía real o productiva”.
Entre los procesos que pueden atentar contra esa estabilidad se encuentran los inflacionarios, que ocurren cuando existe demasiado dinero en circulación y cuando se elevan los precios, lo que afecta el poder adquisitivo de la moneda y su credibilidad.
También se puede generar escasez (inflación reprimida), excesos de liquidez (ahorro forzoso) y mayor protagonismo de los mercados informales, todo lo cual también daña la estabilidad y poder adquisitivo de la moneda.
Un escenario favorable para que el peso cubano pueda cumplir con sus funciones y se logren preservar los equilibrios macroeconómicos, implicaría, argumentó, un tipo de cambio que acerque la oferta y la demanda de divisas; la existencia de reglas claras de emisión monetaria, para que en la economía haya justo la cantidad de dinero necesaria, y la disciplina entre los ingresos y gastos del Gobierno (control del endeudamiento público).
Además, destacó, es importante la coordinación entre los organismos encargados de conducir las políticas macroeconómicas, así como transitar de una dirección administrativa al uso de instrumentos financieros, para que los precios puedan ofrecer señales para un mejor desempeño de los consumidores, productores y la planificación general de la economía.
Igualmente, añadió la importancia de que exista una oferta estable y de calidad de bienes y servicios que puedan ser adquiridos en la moneda nacional, y la necesidad de crear condiciones que estimulen que las personas y las empresas ahorren y obtengan créditos en la moneda nacional.