Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica, dijo Salvador Allende en 1972: los que se están abriendo como flores al mundo tienen en sí, por naturaleza, la capacidad de hacer rompimientos; por fuerza innata, y por la capacidad natural de ser creativos, de ser originales.
Por eso habitan muchas verdades en una idea que este sábado en la mañana expresó el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante un encuentro de la dirección del país con el Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC): “Los jóvenes son los que marcan la pauta”.
En la jornada que tuvo lugar cuando todavía están frescos los momentos del XII Congreso de la UJC celebrado en La Habana en abril de este año, el jefe de Estado razonó que ciertamente el país ha envejecido en edad, pero no tiene por qué envejecer espiritualmente: “Que el país siempre sea joven”, pidió el dignatario, quien -no alejado de los tiempos en que fue dirigente juvenil, ni despojado de una impronta que busca los cambios y la solución a problemas de hoy- también pidió a sus valiosos interlocutores: “Que los sucesos de este país los tengan que identificar con lo que hacen los jóvenes”.
Desde luego, esa no es tarea fácil; y así se lo advirtió a los jóvenes dirigentes en una jornada que también contó con la presencia del miembro del Buró Político y Secretario de Organización del Comité Central del Partido Comunista, Roberto Morales Ojeda. Nacieron muchas preguntas -con o sin respuestas- en la importante reunión que tuvo como tema principal el estado de la implementación y actualización de la Estrategia para fortalecer el papel integral de la UJC, los movimientos juveniles y organizaciones estudiantiles en el presente y futuro del país.
La gran pregunta -y así lo planteó el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista- tiene que ver con los cómo: ¿Cómo lograr que el Comité de Base -esa estructura básica de la organización juvenil de vanguardia- sea ese espacio cómodo, casi familiar, donde sus integrantes sientan que es ahí donde pueden pensar y expresarse sobre sus principales aspiraciones y preocupaciones? ¿Cómo lograr que las nuevas generaciones se desarrollen con sus propios códigos? ¿Y cómo descifrar esos códigos para llegar al corazón de los jóvenes y movilizarlos con toda la intensidad de que ellos son capaces?
Múltiples tareas se han derivado del XII Congreso -y así lo explicó la primera secretaria del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, Meyvis Estévez Echavarría-: se trata de una estrategia bien meditada y atemperada a los tiempos que corren, y que abarca universos como el de las labores económico-productivas, el de la defensa de la Patria, y el de tareas de impacto social.
La dirigente juvenil hizo referencia a frentes como el de la política de cuadros; la vida interna de la Organización –“intercambiar con los muchachos”, dijo ella, es el mejor de los métodos-. Hizo alusión, además, a algo tan cardinal como el trabajo político-ideológico; a las tareas educativas; al reforzamiento del papel de las organizaciones juvenil y estudiantil; la atención esmerada a los niños y adolescentes; y la proyección del Comité de Base hacia sus contextos, incluida la comunidad.
Desde la organización hay conciencia total sobre la necesidad de poner la inteligencia de las nuevas generaciones en función del bienestar del país, de acrecentar movimientos cuyas fuerzas apunten a espacios donde Cuba necesite la presencia de sus hijos más jóvenes, de atender a los estudiantes acechados por las condiciones de vulnerabilidad, de tener presente a la juventud en los nuevos actores económicos que le han nacido a la sociedad cubana…
En esa misma línea de razonamiento, Roberto Morales Ojeda hablaba del Comité de Base como ese epicentro político donde se analicen los principales temas que preocupan a los más jóvenes. Los modos de hacer una labor ideológica -apuntó- no pueden ser los de hace una década; lo dijo con espíritu dialéctico, sin negar, al mismo tiempo, todo lo que puede ser útil ahora y pertenece a otras temporadas.
A modo de esencia, Meyvis Estévez enunció una clave ante todos los desafíos que hoy se presentan: “Un sistema de trabajo; avanzar poco a poco, con solidez”.
No ha sido, no será fácil representar a los jóvenes cubanos desde la Unión de Jóvenes Comunistas. Así lo planteó el presidente cubano; y en tal sentido habló de lograr que todos participen, y que sean diseñadas con éxito las políticas públicas en aspectos que tienen que ver con los jóvenes, sobre la base de defender un grupo de principios de la construcción socialista.
Entre los cómo que ante sí tiene la Organización, el mandatario hizo referencia a la estratégica aspiración de que los anhelos de un joven cubano se entronquen, sean compatibles con los horizontes del país. Y en todo eso -como también él reflexionó- es determinante el liderazgo, que los dirigentes juveniles no sean encartonados, y que el Comité de Base no sea un espacio aburrido.
A los miembros del Buró Nacional de la UJC dijo Díaz-Canel que el liderazgo puede asumirse con un lenguaje desenfadado, que llegue a los jóvenes, y a la vez desde una altura de lo culto -que no significa elitismo. El mandatario comentó que se puede ser agradable y exigente a la vez, y que el arte está en sumar cuando los enemigos de la Revolución están buscando una fractura entre esa obra de humanidad y sus hijos.
Sobre lo anterior, el jefe de Estado alertó que si esa fractura se logra, no habrá Revolución; y que en lo concerniente a la construcción socialista de la sociedad cubana, los jóvenes -especialmente sus dirigentes- tienen el deber de estudiar la ideas del socialismo, estudiar una teoría que, si se imparte mecánicamente, pierde el encanto.
Las que cayeron en crisis -hablando de los tiempos de la caída del Muro de Berlín- no fueron las ideas del socialismo sino las maneras de implementarlas. Así habló el mandatario, quien en la enumeración de los cómo resaltó que el reto está en cómo acercamos las ideas a un modo muy cubano de construir el socialismo. Y en ese punto del diálogo resultó inevitable recordar a Fidel, siempre alejado de todo dogma, siempre inspirado en la impronta humanista.
“A la juventud cubana la quieren desmovilizar”, alertó el dignatario, quien alentado en el método martiano del plan contra plan habló de otro cómo: de qué manera lograr una plataforma de movilización activa que haga frente a la plataforma de desmovilización, esa que viene por los carriles de la colonización cultural y alimenta no lo estoico sino el egoísmo, sino la fiera que habita en el hombre.
“El socialismo se hace con conciencia; el Che lo decía”. Y en ese concepto el presidente cubano habló de otros muchos, como la pertinencia de poner en sintonía total la estrategia juvenil con la del Partido Comunista y sus prioridades actuales; porque, como él también dijo, los jóvenes son decisorios en que las cosas que se hagan en Cuba se hagan bien.
Este sábado en la mañana, en las horas del encuentro, todas las generaciones presentes se entreveraron; las pertenencias individuales a una época desaparecieron; y en esa sinergia afloró el mejor de los ambientes: el de la creación y la frescura, el de las ganas de hacer por sacar a un país hacia delante.
Serán diálogos de creación que tendrán frecuencia mensual, propuso Díaz-Canel. Y esa será otra manera de seguir haciendo por Cuba.