En el tiempo que llevo en Guerrillero, jamás una entrevista se me había convertido en clase magistral entre las manos. Mi primera experiencia pasó en el decanato de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Pinar del Río, con profesores del Departamento de Derecho, con los que me senté a conversar sobre derechos humanos, a propósito de celebrarse el 10 de diciembre el Día Internacional, en remembranza a la fecha en que la ONU, en 1948, aprueba la Declaración Universal que formuló las libertades fundamentales a las que tiene derecho toda persona.
Quien conoce del prestigio del claustro, se prepara con antelación y profundidad. Yo, que tengo el gusto, llevé preguntas en la agenda que se resignificaron en función del acervo teórico, el humanismo y las pasiones con que estos docentes y abogados hablan de un tema que, por estos días, anda ostensiblemente de moda para los cubanos.
LA CONSTITUCIÓN CUBANA Y LOS DERECHOS HUMANOS
La pauta de inicio resonó en el ambiente como una sentencia obvia: “Ampliar la cultura jurídica en materia de derechos humanos, es un imperativo para comprender, con sentido crítico y justicia, la realidad actual que se vive”, dijo Jorge Luis Silva González, máster en Desarrollo Social y profesor de Derecho Internacional Público.
Los derechos son facultades o poderes para actuar o para exigirle a alguien que lo haga. En el caso de los humanos, se trata de todos aquellos que corresponden universalmente a los seres dotados del status de personas, ciudadanos, que se materializan en el conjunto de normas de un ordenamiento jurídico, fundadas en la libertad, la igualdad, la seguridad y la solidaridad, explicó.
En Cuba, la Constitución actual exige un nuevo orden judicial por las novedades que incluye en el afán de responder a la evolución de los derechos universales y a las realidades, dinámicas y necesidades de los cubanos del momento.
Según Orestes Rodríguez Musa, doctor en Ciencias Jurídicas: “La definición de estado socialista de derecho es novedosa y revolucionaria para nosotros y el mundo. No conozco ninguna otra Constitución que la haya usado. Se conocen los estados de derecho, social de derecho y el socialista, pero tratar de armar un concepto criollo, propio, le pone una superioridad inédita”.
Una de las premisas a implementar desde esta alta definición es la democracia participativa, que tiene que defender los mecanismos para que el pueblo intervenga en el ejercicio del poder y, además contar con un Estado garante del disfrute de los derechos colectivos, que priorice los espacios de realización individual, en apego a lo pautado por la Constitución y al ordenamiento jurídico vigente”, expresó el abogado, quien además de profesor titular y preside el Capítulo de Derecho Constitucional y Administrativo en la Unión de Juristas de Pinar del Río.
A diferencia de antaño, “hoy se habla no solo de derechos, sino de sus hermanas inseparables que son las garantías, los procedimientos y mecanismos a los que se recurre cuando los derechos se violan. Asociado a ello, se discute el anteproyecto de Amparo Constitucional, procedimiento especial gestionado por los tribunales para proteger a la ciudadanía, de forma rápida y expedita, cuando se le infringen sus derechos, nueva ley con posibilidad de ser aprobada en breve por la Asamblea Nacional”, acotó al debate Alie Pérez Véliz, doctor en Ciencias y profesor titular.
DERECHOS HUMANOS AQUÍ Y AHORA
Educación y salud siguen siendo merecidas puntas de lanzas en nuestro proyecto, con garantías demostradas por el Estado y el gobierno. Además de ellos, el derecho a la participación política, que gana en organicidad en la nueva Constitución, sistematiza vías para que el pueblo participe en la toma de decisiones, a través de la elección de cargos públicos, rendiciones de cuentas, consultas populares, el plebiscito y referendo popular, por citar algunos.
Junto a ellas, viejos derechos de corte individual no se abandonan, a pesar de que el neoliberalismo los ha utilizado como argumentos para dañar el sistema cubano, tales como las libertades de expresión, asociación y reunión y la propiedad privada.
“El enemigo, o la mala intención, se puede colar por algunas de estas fisuras. Hay derechos que rozan con dos ideologías y permiten el rejuego político a ambos sentidos antagónicos. El reto está en saber lidiar con ello y para eso la ley es una herramienta fundamental. Por ejemplo, el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y expresión es enarbolado por el liberalismo, visto siempre opuesto al ejercicio del poder, del gobierno, del Estado.
“Desde mi libre pensamiento y conciencia, yo puedo expresarme a favor del sistema político e incluso, hacerlo en contra no quiere decir que tenga una posición opuesta. Lo segundo es que, aun cuando se tenga una ideología contraria y quiera hacer uso de mi derecho, lo puedo hacer, siempre que respete los propios límites que la Constitución establece”, resaltó Orestes Rodríguez Musa, también presidente del Consejo Científico de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la casa de altos estudios.
En su opinión, el derecho tendrá que expresarse de manera equilibrada y, de ser posible, utilizando las vías establecidas. “En ningún sentido ideológico, el ejercicio de mis derechos puede perturbar el orden y la seguridad pública establecida. Afectar el honor de otras personas o instituciones es violación de derechos y puede incurrir en el delito penal de difamación, sobre todo cuando los argumentos no pueden sostenerse con pruebas”, recalcó.
RAZONES PARA CONTINUAR LOS DEBATES
Cuba es signataria de la Declaración Universal y uno de los estados que más convenios de derechos humanos ha ratificado con 44 de un total de 61, lo que nos coloca como uno de los que más confirmaciones de instrumentos jurídicos poseen en la comunidad internacional.
A pesar de ello, “todos los países tienen ansias, aspiraciones, expectativas. Ni siquiera para los más desarrollados el tema de los derechos humanos está cerrado, pues cuando aparece una nueva conquista traducida en derecho, la evolución de la sociedad va tentando a otra que la supere. Y no somos una excepción”, dijo Rodríguez Musa, como especialista de Derecho Constitucional.
Lo cierto es que, a pesar de que somos un pueblo subdesarrollado, bloqueado, con una infraestructura que no permite la satisfacción total de aspiraciones materiales, logramos, desde el consenso popular, una Constitución que reverdece, en su artículo 41, la esencia y espiritualidad del Socialismo en construcción: “El Estado cubano reconoce y garantiza a la persona el goce y el ejercicio irrenunciable, imprescriptible, indivisible, universal e interdependiente de los derechos humanos, en correspondencia con los principios de progresividad, igualdad y no discriminación”.
La instrumentalización viene en camino, con las nuevas pautas, normas, códigos, garantías y amparos en discusión. Mientras, charlas sobre el tema se hacen imprescindibles en barrios, centros de trabajo, asociaciones, esquinas.
Mucho nos queda por aprender y gestionar en materia de derechos, arma fundamental para que, alejados de banalidad y deliberaciones huecas, podamos avanzar en libertad y bienestar, con la conciencia y responsabilidad que demanda este tiempo; este proyecto social; esta necedad, colectiva y creciente, de vivir sin tener precio.