Addiel Luis Contino Morejón es un joven de poco hablar, muy serio a la primera impresión, pero muy noble y risueño cuando conversa con los amigos del barrio y los compañeros de la escuela.
Lo conozco desde bien pequeñito, es mi vecino y amigo de mi hijo menor; por eso me dio placer cuando Rolando Santalla, el médico de la familia del consultorio 57 del policlínico Turcios Lima, nos lo propuso como uno de los donantes de sangre a entrevistar.
Con solo 21 años, desde hace dos Addiel dona su sangre cada tres meses sin falta, su grupo sanguíneo es el O positivo, útil para todas las personas con RH positivo, por eso él sabe que la acción que realiza de modo altruista es muy valiosa para los demás.
Este muchachón de complexión fuerte, de ojos sinceros y sonrisa discreta, viste actualmente el uniforme de Ciencias Médicas y cursa el primer año de la carrera de Imagen y Radiofísica Médica, y por supuesto es uno de los tantos alumnos que realiza diariamente las pesquisas por el barrio.
“Hacemos la pesquisa activa de lunes a domingo para determinar los posibles casos positivos y los sospechosos con la COVID-19, nuestra labor es muy importante para evitar el contagio de la enfermedad.
“Llevo en esta tarea solo un mes, porque estaba en una carrera pedagógica y solicité el cambio, pero mis compañeros la desempeñan hace más de un año y no se cansan”, nos dijo con orgullo por sus amigos del barrio y de la escuela.
“De nosotros depende en gran medida detener esta pandemia, porque mantenemos la vigilancia por casas para detectar las personas que presenten síntomas respiratorios, entonces los informamos y los médicos proceden con el protocolo”. Nos afirmó consciente de la significación de la labor que realizan.
TODO POR LA VIDA
Addiel tiene 13 donaciones de sangre. Comenzó cuando era estudiante de la sede pedagógica de la Universidad de Pinar del Río.
“Nunca fallo en mis extracciones, porque aun cuando mi cuerpo se siente mejor, sé que con mi sangre ayudo a las personas”.
Empezó casi por casualidad, al padecer de dolores de cabeza y un resultado de hemoglobina alto.
“Ese fue el comienzo, yo antes escuchaba hablar de las donaciones de sangre y siempre admiré a quienes lo hacían, pero nunca interioricé, como ahora, sobre la importancia de extender el brazo y poder salvar la vida de los demás, lo mismo a una embarazada, a un niño, a un enfermo que a cualquiera que la necesite.
“Se siente uno bien cuando dona, y es ahí que se comienza a hablar con los demás, con las amistades por ejemplo, para que hagan lo mismo.
“Es algo necesario y bonito, nunca he sabido específicamente a quien le van a poner mi sangre, pero no hace falta, cuando miro a una embarazada, a una recién parida, a un niño enfermo sé que yo o cualquier otro donante contribuimos a salvarles la vida. Eso me permite estar en paz conmigo y con la humanidad y descansar tranquilo mi cabeza en la almohada”.
Hay un halo de sosiego y tranquilidad en las palabras de Addiel. Entonces mira una vez más a sus amigos y los invita a seguirlo: “Algunos no se han decidido todavía y lo están pensando un poco”, nos dice convencido y confiado.
“Tengo un mensaje para los jóvenes: por favor anímense, den el paso al frente, que eso es algo muy humano, no hay nada que te haga sentir mejor que saber que solo con extender tu brazo alguien vaya a vivir”.