Madurez, compromiso, sencillez, profesionalidad y amor por lo que hace, pudieran ser las palabras que caracterizan la labor y la entrega sin límites de la doctora de Pinar de Río, Gisela Hernández García, quien llegó a Timor Leste por segunda ocasión en mayo de 2019 para cumplir allí la honrosa misión de contribuir a formar jóvenes profesionales de la salud, sin descuidar por un instante la sagrada misión de salvar vidas donde más se necesite.
Ella considera que ha sido siempre la docencia una parte importante de su trabajo, aunque con la llegada de la pandemia de la COVID-19 su labor se ha transformado y, como todos, también ella ha tenido que aprender mucho.
La doctora Gisela, de 54 años de edad, es especialista en Medicina General Integral, procede del policlínico Epifanio Rojas Gil del municipio de San Luis y ha cumplido misión internacionalista en Guinea Ecuatorial 2007-2008, Timor Leste 2010-2013 y Brasil 2017-2018.
Al contactarla vía WhatsApp, describe: “Cada día es de aprendizaje. Desde el acto de la protección personal, hasta encontrarnos en alerta ante cualquier paciente con síntomas parecidos a la enfermedad, lo que en un principio fue muy estresante, pero el buen hacer nos dio seguridad y aunque continuamos alertas, ya no es motivo de perder la alegría”.
¿Qué diferencia la labor actual en Timor Leste de las anteriores?
“Volver a Timor ha sido una experiencia muy gratificante. El contacto con este pueblo sencillo, humilde y agradecido me hizo sentir parte de él; hace más de un año volví y disfruto día a día mi trabajo como médico y docente ayudando al desarrollo de nuevos galenos. Sembrando un poquito más de mi amor por este pueblo.
“Esta misión me ha dado, además, la posibilidad de sentir más de cerca mi profesión, mi realización en lo profesional como médico y como docente, ante el inminente peligro de una enfermedad que tantas vidas ha segado en el mundo y ante la necesidad de cambiar la forma de realizar la actividad docente. Aquí me vi obligada a desarrollar técnicas de informática y comunicación para continuar desde la distancia el proceso académico. “Nuestros alumnos, al cumplirse apenas unas semanas de estar alejados de la actividad docente-asistencial, se presentaron ante las autoridades del hospital para reincorporarse, con la máxima que serían médicos y que estarían en la primera línea de asistencia médica a su pueblo”.
¿Qué le ha aportado esta nueva etapa en su vida?
“En cada una de las misiones he crecido como profesional y como persona, como ha crecido mi compromiso y amor por Cuba. He aprendido de todas las personas con las que he compartido en estos años. Si fuera necesario volvería a cualquier lugar donde pueda ofrecer mi esfuerzo y mi voluntad en transformar la salud y la vida a quien lo necesite. Aunque claro, nada hubiera podido lograr sin el apoyo, acompañamiento y estimulo de mi familia, con la cual tengo contacto a diario y sé que están bien atendidas y eso me tranquiliza mucho”.
¿Algún mensaje final?
“Mi mensaje: No importa en qué lugar nos encontremos, nuestro deber cívico y moral es luchar por la vida y el mejoramiento humano. El esfuerzo personal y de nuestras familias se ve recompensado en la sonrisa del enfermo cuando mejora y en el eterno agradecimiento a la pequeña isla donde nacimos”.