“El mayor apoyo que ha tenido este hospital ha sido sus propios trabajadores. Desde los médicos y personal de enfermería hasta los técnicos, laboratoristas, los de servicio y mensajeros.
“Empezamos a rotar cada 14 días, pero después de octubre hubo que bajar a 10 porque era demasiado el agotamiento. Eso significa que son 10 días trabajando, 10 en aislamiento y solo 10 en la casa hasta que vuelves a entrar”, explica el doctor Jorge Rogelio Rodríguez Martínez, jefe de Servicio de Atención al Paciente Grave del hospital León Cuervo Rubio y coordinador provincial para la atención al paciente grave con COVID-19.
Desde octubre y hasta la fecha han pasado por la terapia intensiva de este centro hospitalario un aproximado de 179 pacientes, no solo positivos sino también sospechosos. Según aclara el doctor, hasta aquí llegan enfermos que presentan algún tipo de dolencia: “Por ejemplo, tienen una insuficiencia respiratoria, que es lo más común, o presentan una enfermedad crónica que cae en insuficiencia exacerbada por la COVID-19.
“No todos son positivos, así un anciano que está en la casa encamado con una enfermedad cerebrovascular comienza a presentar falta de aire y demás y viene como sospechoso; el anciano no sale de la casa, pero la hija o el nieto, van a trabajar. También aquellos pacientes que están encamados, tienen una patología crónica y son contacto de algún caso positivo, son ingresados aquí”, precisa.
“No obstante, asegura el coordinador provincial, el principal impacto que hemos tenido en esta última etapa, es la creación de un servicio de alto-mediano riesgo. Todo paciente mayor de 65 años que tiene varias patologías, como obesidad, hipertensión arterial, diabetes mellitus, enfermedad cerebrovascular, enfermedad pulmonar obstructiva crónica o cáncer, se le ingresa en una sala cercana a la terapia y adelantamos el tratamiento que se usa allí. Sobre todo, con el medicamento Jusvinza (CIBG-258), que es el que modula la respuesta inmune, y que se utiliza con Fraxiparina y Eritropoyetina entre otros medicamentos que conforman el protocolo del paciente grave con COVID-19.
“Ese paso de adelantar el tratamiento fue una indicación, pero que aquí se cumplió desde el primer día. Esto nos evitó que muchos de los pacientes llegaran a terapia, y los que lo hicieran, contaran con días de tratamiento adelantados. Por lo tanto, la evolución fue más favorable”, reconoce.
Refiere el médico que antes del seis de octubre solo tuvieron entre 12 y 15 pacientes en la terapia; a partir del rebrote las cifras de ingresados se elevó y han tenido tres fallecidos.
CADA CASO ES DIFERENTE
Rodríguez Martínez recuerda a una anciana de 96 años de Guane: “Estuvo con nosotros 12 días, tres de ellos ventilada e intubada. Después comenzamos el destete, hasta que lo logramos. Ella llegó bien y en dos horas cayó en insuficiencia respiratoria. Por eso es que la COVID-19 nos ha enseñado que hay enfermedades en las que al paciente hay que hacerle lo que lleva en cada momento y cada uno es un mundo diferente.
“Usted y yo podemos tener COVID-19. Yo, evolucionar muy mal y usted pensar que es una gripe normal. Hasta el punto de que el 80 por ciento son asintomáticos, en Cuba ese porcentaje es un poco más bajo, alrededor del 65.
“La evolución es diferente en cada uno y hay que individualizarlos. Cada paciente grave que sube a una terapia es distinto, por eso el mayor impacto que hemos tenido es la creación de la sala de alto-mediano riesgo. Nos permitió adelantarnos a lo que podía acontecer en un momento determinado”.
Con satisfacción dice: “Ayer dimos el alta a una anciana de 92 años que vive detrás de la Polivalente y también a otra de 90 años de Guane. Ellas han sido las últimas dos pacientes positivas. Los tres casos que permanecen en la terapia ahora son sospechosos”, indicó el médico al momento de esta entrevista la tarde de este martes.
Comenta que han tenido alrededor de cinco embarazadas y se han producido cuatro partos en el hospital. “Dos pacientes han estado positivas al momento de dar a luz, han trasladado al niño para Neonatología en el hospital Abel Santamaría y ellas se han quedado en espera del PCR negativo”.
Aclara que entre puérperas y embarazadas han atendido unas nueve pacientes, para lo cual se ha ubicado personal de Ginecología y Obstetricia y han contado con el apoyo de la comisión de atención a la materna. Por programa, las embarazadas se atienden en la terapia.
En el “León Cuervo”, donde no se hemodializaban pacientes desde hacía unos 20 años, se ha hecho este tratamiento con un riñón artificial que se habilitó con este fin.
ACTUALIZADOS EN LOS PROTOCOLOS
“Tenemos una actualización de protocolos prácticamente semanal y establecemos contacto directo con la dirección de terapia intensiva a nivel nacional. Durante los primeros 15 días de octubre tuvimos aquí un asesor que nos orientó en el trabajo diario, en la interacción con los compañeros que están en la zona roja y en la entrega de los partes médicos a La Habana. Además, hemos tenido el apoyo de los epidemiólogos de la provincia, pero lo más importante ha sido la respuesta de los trabajadores.
“Las tripulaciones que entran a la zona roja son incondicionales, las hay que han entrado ya cuatro veces. Normalmente la integran dos especialistas, cuatro residentes y entre 12 y 15 enfermeros.
“Después de esta zona roja tenemos un grupo de expertos, integrados por compañeros del ‘Abel Santamaría’ y del propio hospital nuestro. Con ellos discutimos los casos graves todos los días y asesoramos al médico de la zona roja para que no se sienta cansado ni agobiado; se discuten los cambios, los ajustes en los medicamentos. Para eso se necesita una coordinación con Rayos x, laboratorio clínico, es por ello que hay radiólogos y laboratoristas incorporados a este grupo”.
Enfatiza que ha resultado de vital importancia el acceso a la información actualizada internacional. “Eso nos ha permitido tener más armas para enfrentar la enfermedad”.
“UNA ETAPA DE DETALLES”
Así ha calificado este periodo el doctor Rodríguez Martínez. “Se tomó la estrategia por parte de la dirección que de dos a cinco de la tarde los familiares puedan pasar la comida en recipientes desechables como cajas de cartón y no regresan. Para ello los mensajeros van de la entrada de la institución hasta las salas tantas veces como sea necesario.
“Otra de las medidas que se adoptó es dar el parte a los familiares por teléfono tres veces al día. Pueden llamar, y según el nivel de ocupación que tenga el médico, conversa con ellos. Esa es la orientación. Sabemos la ansiedad que genera un abuelito grave u otro familiar y sin poder estar con él”.
Asegura el doctor que han tenido varios pacientes ya negativos que no se han podido mover de la terapia por la envergadura de su enfermedad y “los hemos asistido hasta el final. En esos casos no ha habido ni una sola queja.
“Además de la mortalidad, de la atención que se ha brindado al paciente, lo más importante, dice, es que no hemos lamentado que ningún trabajador haya tenido como fuente de infección a nuestro centro”.
Confiesa que ha habido mucho temor, sobre todo en los inicios de la pandemia: “Los médicos antes de ser médicos son seres humanos y tienen abuelos, niños, yo mismo tengo un nieto que no se me despega y están mis viejos en San Luis. Se ha trabajado sin descanso y el resultado es este.
“Los que están en la zona roja son mayoritariamente jóvenes, y esto no se habría podido lograr sin ellos. Merecen el reconocimiento de todo el pueblo pinareño”, asiente.
No hay en la terapia sábados ni domingos, tampoco días ni noches. Solo ha sido atención y toma de decisiones oportunas, porque en estos casos cada minuto cuenta. Cada paciente es una historia, una vida, una familia, por eso se recuerdan con nombres y apellidos aquellos que lamentablemente han fallecido.
“Muchos no tienen percepción del riesgo hasta que se ven aquí, por eso es tan importante que las personas se cuiden, que asuman como cotidianas las medidas higiénicas ante una enfermedad que aún no se sabe cuándo tendrá ciertamente una vacuna”, reflexiona.
Hoy el “León Cuervo Rubio” adopta estrategias para cuando se le permita seguir adelante junto al resto de la provincia. No obstante, el servicio para la atención a los pacientes enfermos de COVID-19 permanecerá como hasta hoy con todo los insumos y personal que requiere. Desde el anonimato muchos salvan vidas.