Pinar del Río y su profesión constituyen dos grandes pasiones en la vida de la museóloga Dory Castillo Garriga. Uno lo entiende a los pocos minutos de conversación con ella, una interlocutora sagaz y abundante en argumentos para defender lo que piensa. Escucharla es una oportunidad de aprender.
Más de tres décadas de experiencia en el estudio de los museos y, por ende, en la defensa y conservación del patrimonio cultural pinareño, hablan más alto aún de su consagración, premiada recientemente con el reconocimiento Museóloga del año, que entrega el Consejo
Nacional de Patrimonio Cultural.
A propósito del galardón, Guerrillero dialogó con la destacada investigadora y profesora universitaria, quien ostenta los títulos de doctora en Museología por la Universidad Lusófona de Lisboa, Portugal, y de máster en Conservación del Patrimonio por la Universidad de las Artes Cubana.
¿Cuáles fueron los inicios de su historia con los museos?
“Entré al Museo Provincial el primero de septiembre de 1986, recién graduada de la licenciatura en Historia e Investigación, por la Universidad de La Habana. Me ubican justamente en el departamento de investigación. Recuerdo que la primera investigación aquí fue sobre la guerrita de agosto de 1906 en Pinar del Río, y fue una investigación netamente histórica, de museología nada.
“Entonces, el director del museo en ese momento, Manuel Rodríguez Clá, me dio una visita demostrativa por toda la institución, para que supiera cómo había que contar la historia a partir del museo, y dos días después tuve que guiar yo mi primera visita. A partir de ahí comenzó a motivarme cómo contar un hecho histórico primeramente hablando de la pieza, eso me cautivó”.
Además de la investigación, destaca su trabajo en otras líneas como la animación cultural con el proyecto Patio del arte.
¿Qué recuerdos atesora de esa iniciativa?
“El Ministerio de Cultura exigía entonces que cada investigación tuviera una puesta en práctica. Las investigaciones tenían que humanizarse, tenía que llegar a la gente el resultado. Entonces se me ocurrió crear el espacio Patio del arte, que fuera la vitrina en vivo de los hacedores de la cultura pinareña en la actualidad. Por ahí pasaron los artistas plásticos Humberto Hernández “El negro” y Pedro Pablo Oliva, el tabacalero Alejandro Robaina, la actriz y escritora Aurora Martínez, entre otros tantos.
“Esa investigación me ayudó a conocer más a la provincia de Pinar del Río. Pero, además, sabemos que la museología es la ciencia que estudia el museo, y con ese proyecto ya estaba estudiando el museo en su territorio y no solo en sus cuatro paredes, que es uno de los presupuestos de la nueva museología, que no se vea el museo solo en lo que está expuesto, sino en lo que lo rodea, ese entorno que es mucho más rico que lo que podemos exponer. Precisamente, a propósito del aniversario 45 del Museo Provincial, pensamos hacer un Patio del Arte en grande”.
A partir de su amplio ejercicio profesional, ¿cómo definiría usted un museo y su importancia en la Cuba actual?
“Se tiene el concepto de que es el lugar donde están las cosas viejas que tienen una historia y no deja de ser así, ese es el primer concepto de un museo. Los museos fueron creados para conservar las cosas más antiguas, las que no deben perderse; sin embargo, el museo actual es el lugar de la memoria, no para mirar el pasado nostálgicamente, tiene que ser el lugar de la memoria del presente y de proyectar el futuro; tiene que ser el lugar donde te cuestiones siempre quién eres o quiénes somos. Lo más importante no es la pieza sino el ser humano.
“Y por supuesto, es el encuentro de varias generaciones, por tanto, tiene que ser un lugar de debate, de reflexión, y no puede ser solamente la institución que investiga, promociona y conserva”.
En el contexto nacional, ¿cuán cerca o lejos estamos de ese museo interactivo e inclusivo del que me habla?
“Es difícil dar una repuesta conclusiva. El contexto económico y social actual influye en estas instituciones. Pero no se puede obviar que el museo municipal creado en Cuba, a partir de la Ley 23 de 1979, es un nuevo museo.
“Crear un departamento de investigación que también tuviera en cuenta los gustos y preferencias de los públicos; no solamente atesorar las piezas de los museos sino también aquellas que la población quisiera conservar y que se hayan creado museos con la voluntad del pueblo, a partir de los donativos desinteresados de la gente, son formas de ese nuevo museo”.
Recientemente fue aprobada en Cuba la Ley General de protección al Patrimonio Cultural y al Patrimonio Natural, conocida como la Ley 155 de 2022. ¿Qué aspectos considera relevantes en la nueva normativa?
“La ley está encaminada a que el museo sea la célula fundamental en cada territorio para la protección del patrimonio cultural y natural. Cuando hablamos de protección estamos hablando de gestión, comunicación, interpretación, conservación y rescate. Son los especialistas de los museos quienes tienen las herramientas técnicas y metodológicas para asesorar a los gobiernos y definir conjuntamente con la comunidad qué conservar y proteger.
“Nosotros vendríamos siendo los facilitadores en la comunidad y los asesores con el Gobierno de las decisiones en la conservación del patrimonio cultural y natural, ese es el gran valor que tiene la ley. Esa es una verdadera forma de luchar contra la colonización cultural, contra el racismo en todas sus manifestaciones, contra la violencia… y también es una forma de proteger el concepto de nación desde la cultura”.
¿Contamos hoy con especialistas suficientemente capacitados para asumir esos desafíos?
“Aún contamos con especialistas. Uno de los grandes logros del trabajo de Patrimonio durante todos estos años es constituir una gran familia a nivel nacional. Para quien se adentra en el trabajo de un museo es difícil salirse de él. El reto es con las nuevas generaciones.
“Hubo una primera generación que sentó las bases de la política patrimonial cubana, diseñó métodos y herramientas; una segunda generación, en la cual me incluyo, que hemos sido los continuadores en la práctica de eso diseñado; y existe ya una tercera generación que sale sobre todo de los estudios socioculturales, y creo que en la medida en que consigamos comunicar la verdadera esencia y el verdadero valor del museo lograremos entonces profesionales que se interesen e involucren con esta institución.
“Pienso que aún estamos a tiempo de seguir defendiendo esta constancia en la defensa del patrimonio en nuestros museos. Existen ya maestrías y doctorados en Cuba, como el doctorado en Arte, de la Universidad de las Artes, en su línea de protección del patrimonio, que también le dan este valor profesional a la conservación del patrimonio, así que no me caben dudas de que el reto puede ser saldado”.
Cuba vive un momento convulso en el ámbito socioeconómico, y uno de los resortes a los que siempre se apela para buscar respuestas o soluciones es a la memoria histórica. ¿Cuánto puede contribuir la museología?
“El museo es un centro de educación no formal. Tiene que mostrar todas las aristas de una historia, las positivas y las negativas, y tiene que contar no solo las grandes historias sino también las cotidianas. En estos momentos contribuimos convirtiendo el museo en centro de debate a lo interno de nuestras comunidades, incentivando que este sea más real, participativo, siendo la institución de todos y para todos”.
¿Qué representa para usted recibir el reconocimiento especial Museóloga del año?, que en realidad viene a destacar toda una vida al servicio de la conservación del patrimonio
“El placer mayor fue recibir el reconocimiento en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. Ahí estudié cinco años, ahí me enamoré mucho más de la Historia y ahí obtuve las herramientas para defender con la espada del saber a mi provincia.
“Soy ferozmente pinareña, parafraseando a Aldo Martínez Malo. Soy ferozmente pinareña por ese verde único, por el valle de Viñales, pero también por esos valles intramontanos de la carretera de Luis Lazo; por vivir en una provincia que es la única en Cuba y en Latinoamérica donde una mina estuvo en el centro de creación de un pueblo, que es Minas de Matahambre; por una Guayabita del Pinar; por la nobleza y la hospitalidad de nuestra gente… Aunque la casualidad haya sido la que estableció mi familia aquí, es una tierra en la que espero estar por siempre, es mi Pinar del Río, nuestro Pinar del Río.
“Este premio me obliga a seguir militando en la defensa y protección del patrimonio cubano, y me obliga a seguir andando estos caminos de la museología y a compartir estos saberes con los que están y con todos los que lo necesiten”.