Poner límites a los hijos es algo que se debe hacer, pues aunque no lo parezca, esta es la única manera en la que les podemos ayudar a desarrollar su inteligencia emocional. De este desarrollo dependerá, en buena medida, su capacidad analítica, su gestión de las emociones y su autoestima de adultos.
A través de los límites les enseñamos cómo deben comportarse. No obstante, hay que entender la palabra límites como opciones; es decir, no hay que establecer un límite estricto como tal, sino que se deben dar ciertas opciones o alternativas para que los niños vayan tomando decisiones en función de su edad.
Las rutinas diarias son la primera manera que tienen los padres de poner límites a los hijos: hay que ir poco a poco haciéndolos responsables de lo que deben hacer: comer, bañarse, lavarse los dientes, guardar los juguetes, ayudar en la casa… Y así ir añadiendo otras rutinas más complejas hasta que el niño entre en la adolescencia.