Si al fin se retira EE.UU. de Afganistán el 11 de septiembre venidero, será supuestamente el término de dos décadas de guerra de agresión y ocupación imperialista, demostrando que no sirvieron para nada la muerte admitida de por lo menos 2 300 soldados norteamericanos y la destrucción de uno de los países más pobres del mundo.
El gobierno de Estados Unidos anunció el 29 de abril que ha comenzado oficialmente la retirada del ejército estadounidense del territorio de Afganistán. De acuerdo con Karine Jean-Pierre, secretaria de prensa suplente de la Casa Blanca, implicará el despliegue temporal de recursos adicionales para garantizar un regreso seguro.
Sobre esto, la secretaria afirmó ante medios estadounidenses: «Adversarios potenciales deben saber que, si nos atacan en nuestra retirada, nos defenderemos a nosotros y a nuestros aliados con nuestras herramientas a disposición». Detalló a su vez, las defensas adicionales: consisten en dos bombarderos B-52 H Stratofortress y un grupo de ataque de la Marina, destinados a auxiliar a aproximadamente 3 000 soldados.
La agresión a Afganistán se inició con la invasión de Estados Unidos y otros países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte hace dos décadas, bajo el falso pretexto de responder a los atentados del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York y con el presunto objetivo de derrocar al Emirato islámico afgano, acusado de proteger a Osama Bin Laden y a la organización Al Qaeda, en un hecho muy controvertido y nunca esclarecido, por lo cual se sospecha una autoagresión montada por Israel y el entonces gobierno de George W. Bush para intensificar “legamente” la represión a todo lo que se les opusiera.
BATÓN A BIDEN
Pese a que Bin Laden fue asesinado en 2011 durante la administración de Obama, la retirada definitiva de las tropas fue delegada a Trump, pero éste pasó el batón a Biden, quien anunció el 14 de abril que llevaría a cabo acciones para retirar a las fuerzas armadas de Afganistán a más tardar el 11 de septiembre del 2021.
«Llevamos a Bin Laden a la justicia hace una década y hemos estado en Afganistán desde entonces. Nuestras razones para permanecer en Afganistán se han vuelto poco claras, incluso cuando ha evolucionado la amenaza terrorista que fuimos a combatir», declaró en un comunicado, tratando de edulcorar a todas luces lo que calificó The New York Times de “la derrota más humillante (e infame) de la OTAN y EE.UU.”, soslayando la debacle imperial en Corea y Vietnam, así como el fiasco de sus mercenarios contra la Revolución Cubana en Playa Girón.
Aunque se intente presentar la derrota en Afganistán como una salida pactada, lo cierto es que es una huida en toda la regla de lo que todo el mundo ve: una guerra que no puede el Imperio ganar.
No sé qué harán esos soldados cuando regresen humildes, con graves secuelas mentales y la amenaza de convertirse en psicópatas como quienes cometen diariamente crímenes horrendos en el país de la gran violencia interna y que sirven para crear series que muestran mentes criminales.
Es posible que se refuerce ahora el cuidado de las tropas norteamericanas que resguardan los cultivos de coca en Colombia, el mayor productor y exportador de cocaína en el mundo, al igual que lo hicieron con la bella amapola en Afganistán, tras convertirla en heroína.
Ello quedará a merced de un Talibán que, a pesar de la propaganda en contra, afirma que no alienta atentados suicidas y el islam prohíbe la adicción a las drogas, por cual el cuidado del cultivo y explotación de la amapola estará en peligro, si se realiza la anunciada retirada de las tropas estadounidenses.