Las recientes visitas a Cuba de congresistas y empresarios del sector agrícola de Estados Unidos, la reanudación de las conversaciones migratorias y otros hechos impactaron discretamente en la estancada relación bilateral durante 2022.
¿Un nuevo deshielo?, se preguntan expertos y medios de comunicación al referirse al tema en un año en que hubo tímidas señales en ese sentido, después del retroceso experimentado durante la administración de Donald Trump (2017-2021).
El republicano se encargó de revertir los pasos dados por su antecesor demócrata Barack Obama (2009-2017), quien en la última etapa de su mandato dirigió un cambio de política hacia Cuba caracterizado por la zanahoria y no por el garrote.
Sin embargo, Trump apostó por una política de máxima presión que tuvo entre sus manifestaciones el reforzamiento del bloqueo con 243 medidas adicionales y casi al término de su estancia en la Casa Blanca, la decisión de incluir a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo.
Una postura que su sucesor demócrata, Joe Biden, prometió revertir a su llegada a la mansión ejecutiva, pero en consultas hechas por Prensa Latina a expertos, quedó claro que después de la toma de posesión de su cargo en enero de 2021, desapareció esa “urgencia” bajo el argumento de que “Cuba no es prioridad”.
La continuidad de las medidas coercitivas de Trump, que caracteriza al gobierno demócrata, tiene un efecto dañino multiplicador en un contexto que fue agravado por la pandemia de la Covid-19.
El pasado 14 de diciembre, el viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Carlos Fernández de Cossío, al hacer un balance sobre el tema en la inauguración de un evento académico anual organizado por el Centro de Investigaciones de Política Internacional, dijo que el escenario internacional mostró cambios en 2022.
Pero las relaciones entre Cuba y Estados Unidos no experimentaron modificaciones “verdaderamente perceptibles”, afirmó Fernández de Cossío, aunque reconoció los pasos bilaterales como la cooperación migratoria.
Hay que tener en cuenta que existe un fenómeno migratorio irregular que afecta a ambos países y esto requiere diálogo, comunicación y colaboración.
“Desafortunadamente, desde una ronda de conversaciones que tuvo lugar en 2018, se habían suspendido los intercambios en materia migratoria entre los dos países, y ha habido importantes incumplimientos de los acuerdos”, subrayó el viceministro.
En abril de este año retomaron esas pláticas en Washington D.C., y luego en noviembre, en La Habana, que no derivaron en nuevos acuerdos, pero sí ratificaron la validez y la importancia de los mismos.
Justo en el año fiscal que terminó el 30 de septiembre, el Gobierno de Estados Unidos cumplió por primera vez desde 2017 con el compromiso de otorgar 20 mil visas anuales previstas en los acuerdos de 1994, algo que se incumplía desde hace un lustro.
Además, la Casa Blanca anunció que el 4 de enero de 2023 la totalidad de esos servicios retornará a su embajada en La Habana, con lo cual cerrará el centro de procesamiento existente hasta ahora en Guyana.
Intercambios de especialistas sobre documentación falsa, contactos operativos entre las Tropas Guardafronteras de Cuba y el Servicio de Guardacostas de Estados Unidos y la coincidencia en lo oportuno de sostener pláticas sobre aplicación y cumplimiento de la ley, son puntos que marcaron la agenda bilateral en este año que concluye.
También destacó la posible cooperación en materia de enfrentamiento a derrames de petróleo, en el campo de la salud y en medio ambiente.
“Este año, con motivo de dos desastres que ha sufrido nuestro país, hubo ofrecimiento de ayuda humanitaria del gobierno de Estados Unidos, sin condiciones políticas, y que Cuba agradeció y aceptó”, explicó el viceministro Fernández de Cossío al recordar
el incendio en la base de supertanqueros en Matanzas en agosto y el huracán Ian un mes después.
En ambos casos, estas ayudas fueron ofrecidas sin condicionalidades políticas y fueron agradecidas y aceptadas, de acuerdo con las autoridades cubanas.
A juicio de Fernández de Cossío, en 2022 también hubo un mayor grado de interlocución entre el Departamento de Estado, el Ministerio de Relaciones Exteriores y otras agencias del gobierno de aquel país. “Todos estos son pasos mutuos de carácter bilateral que son de cierta importancia y que no pueden desconocerse”, subrayó.
INTENTOS LIMITADOS
El gobierno de Biden anunció el 16 de mayo un grupo de disposiciones bien recibidas en áreas como la migratoria, viajes e intercambios, financiamiento al sector privado y las remesas, considerados pasos limitados en la dirección correcta.
Pero esas medidas no modificaron la esencia del bloqueo que intenta asfixiar al pueblo cubano hace más de seis décadas.
En ese sentido, la política de máxima presión heredada de Trump no muestra signos de desaparecer: Cuba continúa en la lista unilateral de Washington de países patrocinadores del terrorismo.
Además, persisten las limitaciones de viajes, la aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton, la prohibición del comercio, las entidades restringidas y alojamientos prohibidos, así como la persecución financiera.
Más recientemente la designación de la mayor de las Antillas como país de “especial preocupación en materia de libertad religiosa” demuestra que si bien, por un lado, se lograron esos mínimos avances en 2022, por otro hay un escenario en la dirección contraria.
Como denunciara oportunamente La Habana, esa constituyó una designación hecha sin fundamento real alguno.
Quedó claro que si la justificación eran las presiones políticas, las elecciones de mitad de mandato del 8 de noviembre evidenciaron que pretender competir con los republicanos en la agresividad a Cuba no le ganó a los demócratas ni un voto en Florida, según consideró Fernández de Cossío en el mencionado evento académico.
Entretanto, fluyen las visitas. El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, recibió el pasado 10 de diciembre a una delegación de congresistas encabezada por el representante demócrata del estado de Massachusetts James McGovern.
Mientras en noviembre otro grupo de legisladores del país norteño visitó la sede de la Asamblea Nacional, en esa oportunidad con la producción de alimentos como tema central.
Para la doctora Rosemarie Mealy, activista y profesora universitaria, las acciones del movimiento de solidaridad con la isla en su país contribuyeron a esas visitas de congresistas a Cuba.
Opinó que pese a las restricciones para viajar a la nación antillana, “cada vez más y diferentes sectores de la sociedad estadounidense continúan visitando (…) lo que contribuye a cambiar la opinión pública con respecto a las políticas continuas de la administración Biden hacia Cuba”.
Dijo que, en el frente global, la posición decisiva de la votación de la ONU en 2022 que pidió a Estados Unidos poner fin al bloqueo, aisló aún más a Washington e incluso a algunos de sus aliados más cercanos.
Una vez más, como en otras 29 ocasiones históricas, Cuba salió victoriosa en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Este año sumó 185 votos a favor de la resolución sobre la necesidad de levantar ese cerco unilateral.
En el sufragio se registraron dos abstenciones, Ucrania y Brasil, con la oposición de Estados Unidos y de su incondicional aliado Israel.
Mealy destacó en ese contexto “especialmente las voces independientes de los estados africanos, caribeños y latinoamericanos”.
PASOS MUY DISCRETOS
Al rendir cuenta de su gestión en la Asamblea Nacional (Parlamento), Díaz-Canel reconoció «pasos muy discretos» en el avance de la cooperación con Estados Unidos, en especial en el ámbito migratorio, pese a la persistencia del bloqueo económico, comercial y financiero contra la isla.
«Hemos dado pasos muy discretos dirigidos a encaminar la cooperación bilateral para el cumplimiento de los acuerdos migratorios y también en otras áreas de prioridad entre ambos países», puntualizó Díaz-Canel.
Sin embargo, señaló que «la característica fundamental y definitoria del vínculo bilateral continúa siendo el bloqueo económico» y alertó sobre la «abierta política de subversión» e «intentos de desestabilizar» a Cuba que promueve Washington.
Asimismo, varios expertos coinciden en que el Gobierno de Biden es el que castigó con más agresividad y eficacia a Cuba a lo largo de la historia. En los primeros 14 meses de su presidencia, el bloqueo causó pérdidas valoradas en más de seis mil 300 millones de dólares.