Lograr que el arroz de la canasta básica llegue a fin de mes en cualquier hogar cubano es una tarea titánica. Otro tanto resulta encontrar el grano por un precio menor a 70 pesos la libra. Entonces se convierte, el protagonista de nuestra dieta diaria, en un dolor de cabeza constante para gran parte de la población.
En el 2018 la producción arrocera en Cuba estableció récord histórico con 304 000 toneladas, una cifra que, a pesar de las proyecciones, ha decrecido en los últimos años y que obliga al país a destinar enormes cuantías de divisa en la importación del grano.
Reiner Lores Riverón, director general de la Empresa Mayorista de Alimentos (EMPA) en Pinar del Río, declaró en un reciente reportaje publicado en el diario Juventud Rebelde que en lo que va de año solo 253 toneladas del arroz que ha entrado a la provincia es de producción nacional.
Desde el 2011 se aprobó el Programa de Desarrollo Integral del Arroz, a ejecutarse en cinco años y con proyección hasta el 2030. Lázaro Díaz Rodríguez, director de la División Tecnológica de Arroz del Grupo Empresarial Agrícola, refería en el citado reportaje que en la actualización y reproyección del programa para esa fecha se concibe la siembra de 200 000 hectáreas y se proyectan 600 000 toneladas, el 86 por ciento de la demanda nacional.
Pinar del Río está entre las cuatro provincias que más arroz produce en el país. Además de abastecer al territorio, la Empresa Agroindustrial de Granos (Eaig) Los Palacios le suministra a parte del occidente cubano.
“El plan de siembra del año 2021 es de 19 000 hectáreas, de estas 7 500 corresponden a la campaña de frío, la cual solo se cumplió el 50 por ciento, principalmente porque no contábamos con el paquete tecnológico (sobre todo urea) y por la inconformidad de los productores con la ficha de costo y el precio del arroz”, explicó Ariel García Pérez, director general de la Eaig.
Añadió que del área plantada en frío ya se han cosechado más de 4 000 toneladas y que en el caso del sector cooperativo, las cuatros estructuras del macizo arrocero (Los Palacios y Consolación del Sur) cuentan con frentes de preparación de tierras sin dificultad para la actual contienda.
“El plan de la campaña de primavera es de 11 500 hectáreas. En mayo debíamos sembrar 3 000, solo llegamos a 1 262. Tuvimos atraso debido a la falta de petróleo físico en el Cupet y por otra parte las lluvias. Eso nos hizo reprogramar para junio, julio y hasta el 10 de agosto, que es la fecha óptima en la provincia, por problemas de hongos y bacterias que nos afectan”, agregó.
OBSTÁCULOS, INCERTIDUMBRES
Miguel Domínguez Pando es el representante de arroz en la CCS 26 de Julio de Consolación del Sur, una de las cooperativas adscritas al movimiento de los 100 000 quintales de las 43 que existen en el país. Refiere que en el 2017 lograron producir 252 000 quintales, una cifra que no se ha alcanzado en los últimos años.
“Por diferentes motivos no se han podido cosechar esos volúmenes de arroz, pues no se ha sembrado la misma cantidad de aquellos momentos. En las últimas cinco o seis campañas hubo una disminución notable, debido fundamentalmente a falta de fertilizantes, combustible, combinadas en algún momento y así llegamos a la campaña de frío 2019/2020, para la cual la cooperativa tenía un plan de 900 hectáreas y se sembraron solo 222”.
Afirma que lo mismo sucedió con la parte estatal y cuando comenzaron a entrar los recursos se dieron los primeros pasos de la Tarea Ordenamiento. “La ficha de costo inicial era extremadamente alta y el precio del arroz de 250 pesos el quintal, no cubría los gastos y entonces paramos.
“Conversamos con los campesinos en la misma medida en que la dirección del país nos informaba de lo que se hacía para reajustar la situación. Esa discusión nos llevó a poder enfrentar el plan de primavera”.
Aunque se han resuelto algunas cuestiones, como el precio del arroz que subió a 341 pesos, este productor añade que en la “26 de Julio” existe una situación compleja, pues la cooperativa está enclavada en El Caribe, la parte de los suelos más deficitarios de Cuba.
“En los más de 10 años que llevamos sembrando arroz, nunca hemos obtenido rendimientos de 3,62 toneladas por hectárea en primavera, ni 4,3 en la de frío. La gran preocupación de los arroceros es qué pasará al final, porque son 300 000 pesos de crédito que si no te da el rendimiento quedas en deuda con el Banco”.
En ese aspecto coincide el ingeniero Carlos Arrastía Liz, especialista de arroz de la CCS Abel Santamaría de Los Palacios, ya que es un tema que preocupa a los productores de esa estructura, y añade que aunque se han hecho ajustes en la ficha de costo, los campesinos consideran que la aviación, el agua y el combustible continúan con cifras altas.
Agrega que es aún una incertidumbre para la junta directiva de la CCS garantizar la “vida propia e interna de la cooperativa”, o sea, el salario de los trabajadores indirectos que es respaldado por los servicios que prestan, entonces tendrían que incrementar las cuantías a los asociados.
Según Leopoldo Romero Fábregas, presidente de la organización de base de la Anap y agente de seguros, a pesar de las inseguridades e inconformidades, todos han dado el paso al frente y están sembrando. “La ficha de costo te obliga a la eficiencia. Hay que sembrar arroz”.
“Sabemos que se necesita un esfuerzo mayor, que hay que dar el máximo para que salgan bien las cosas, pero tenemos que luchar entre todos porque los recursos que dependen de la Empresa coincidan y que se haga todo en tiempo para lograr mayores rendimientos”, dijo Domínguez Pando de la “26 de Julio”.
MAQUINARIA, INSUMOS, VOLUNTADES
Rotura, cruce, arado, grada, aliste, tape de semilla, levanta dique, compacta dique… son algunas de las acciones que requiere el cultivo del arroz. Todas implican recursos, máquinas, esfuerzo y sacrificio para que al final el grano pueda cosecharse y llegar al consumidor.
De acuerdo con el director de la División Tecnológica de Arroz, la siembra de la actual campaña, ha estado limitada por el déficit de combustible diesel, sobre todo en los territorios de Los Palacios en Pinar del Río, Matanzas, Villa Clara, Sancti Spíritus y Granma.
“Se prioriza la importación de fertilizantes, plaguicidas y otros insumos necesarios, que, aunque no satisfacen la demanda, al menos alcanzan para proteger una parte de las siembras que se realizan, las de semilla y aquellos productores con mayores rendimientos”, indicó a Juventud Rebelde.
Refirió el director de la Eaig Los Palacios que la empresa pinareña dedica semanalmente millones de pesos a la compra de diesel, y por ese estilo están los lubricantes, también un poco limitados y por encima de 50 pesos el litro.
En cuanto a recursos que garanticen la campaña de primavera, apuntó que hay garantía total para las primeras 3 000 hectáreas a sembrar, el resto se avizora que entre. “El mayor problema es con el fósforo, que no lo tenemos”.
Del parque total de 36 cosechadoras que posee la entidad, hay incorporadas alrededor de 14. Las restantes 22 están en taller. “Lo que más incide son los rodamientos, correas, accesorios de motor, sistemas de rodaje y las baterías que nos golpean muy fuerte, tenemos 20 tractores parados por eso”.
Otro problema son los remolques que llevan el arroz del campo a la industria. De un parque que tiene la empresa de 86, solo 32 participan en la cosecha, el resto está parado por falta de neumáticos. Hay situación crítica con los filtros de los tractores, los discos de gradas…
En relación con el beneficio del grano, aunque la tecnología de los secaderos es algo caduca, la capacidad está por encima de la producción agrícola y tienen un taller fabril de recuperación de piezas, donde se hacen todos los elementos que necesitan.
“Contamos con cinco plantas y podemos incorporar más. Existe capacidad en la provincia para procesar por encima de las 700 toneladas de arroz cascara húmedo diario, y en molinería más de 300 de arroz consumo”, señaló el director de la Eaig.
A pesar de las dificultades, la falta de recursos y la incertidumbre, los arroceros dan el paso al frente. Las recientes transformaciones en el sector trazan un camino que avizora resultados si se trabaja con eficiencia, pues como dice Miguel Domínguez Pando: “el cultivo del grano lleva ‘muchos poquitos’”, para que podamos sentarnos a la mesa y comer el arroz nuestro de cada día.