La creación de programas infantiles resulta hoy para el Premio Nacional de Teatro 2020, Rubén Darío Salazar, un ejercicio de conocimiento sobre cómo piensan, actúan y juegan los niños y las niñas en Cuba.
‘El guionista, director y asesor de un proyecto destinado a ese público primero debe incorporar los recursos y símbolos para su crecimiento con valores, cultura de paz y los derechos propios de su edad. También respetarlos, guiarlos y escuchar sus sueños y aspiraciones’, señaló el investigador a Prensa Latina.
Otra de las recetas es la combinación efectiva de los saberes de los adultos y la inocencia de los pequeños; si bien, Salazar cuenta además con la destreza en el manejo de los títeres y un aval de casi treinta años en el desempeño de ese arte desde la dirección de Teatro de las Estaciones, con sede en Matanzas.
La experticia del artista, reconocida a lo largo de su carrera con numerosos lauros, tiene expresiones recientes como el espacio televisivo Corazón Feliz, una de las propuestas emanadas del primer Encuentro Internacional de la Canción para Niños y Niñas, que no pudo realizarse por la pandemia Covid-19.
Asimismo, impulsa el audiovisual Adivina Adivinador: ‘Buscamos una adivinanza que puede ser de la escritora Dora Alonso o cuya respuesta sea, por ejemplo, el títere italiano Pinocho. Además, de estimular su imaginación incorporamos cogniciones e historias vinculadas con el tema’, puntualizó.
Para el especialista en Artes Escénicas, egresado de la Universidad de las Artes de La Habana (ISA), la comprensión dota a los niños y las niñas de libertad, fortaleza, ternura, seguridad y, justamente, sus proyectos aspiran a la adquisición de esas cualidades y virtudes.
‘Apostamos por una magia tangible y calificamos la sabiduría como un tesoro incalculable. En cada espectáculo o escenario las personas encuentran calidad, belleza, sugerencia y seriedad’, advirtió el miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y merecedor de la Distinción por la Cultura Nacional.
Junto al también Premio Nacional de Teatro 2020, Zenén Calero, conformó el grupo Teatro de las Estaciones en agosto de 1994, cuando Cuba experimentaba la crisis económica conocida en la historiografía como Periodo Especial y ante la urgencia de conformar una revista musical de verano en la occidental provincia.
Desde su fundación, ese conjunto de amigos apostó por la promoción de la literatura, música y artes plásticas nacionales y foráneas consagradas al público infantil, sumado a la dramaturgia y las temáticas propias de esos años de vida: preocupaciones, anhelos y dudas.
Calero, diseñador escénico de esa agrupación, aseguró que su responsabilidad es la enseñanza, desde el punto de vista visual en colores y formas, de determinados acontecimientos y personajes, seleccionados por los titiriteros y relacionados con su formación.
‘En el desarrollo de su existencia, los pequeños encuentran distintos caminos y nosotros pretendemos encauzarlos por el mejor de los senderos para la admiración de una obra de arte, la diferencia en contrastes cromáticos y el dominio en el empleo de diversos materiales’, refirió por último a Prensa Latina.