No habrá mejor regalo para Beatriz Pérez Borges este fin de año que regresar a San Juan y Martínez con su pequeña en brazos, luego de que la joven diera a luz con un tiempo de gestación de 29 semanas con tres días debido a una modificación de cuello con cerclaje.
Al nacer su bebé, Alison Milagros Hayes Pérez, el 28 de septiembre pasado, apenas tuvo un peso de 1 600 gramos, hoy, con casi tres meses de nacida, alcanza los 2 700.
En ello va la fortaleza de la pequeña para recuperarse de una sepsis respiratoria y otra urinaria; está su batallar para ganar peso; la dedicación y cuidado extremo de su madre, y la impronta de los especialistas que la atendieron cada minuto, hora y día de los dos meses que se mantuvo en la sala de Neonatología del hospital Abel Santamaría Cuadrado.
Cuando estuvo en condiciones de salir de los cuidados intensivos neonatales, pasó a la sala de Piel con piel, una extensión de la anterior, y en la que se reciben a los bebés prematuros y con un peso entre los 1 500 gramos y los 1 800.
PIEL CON PIEL
Así lo explica la doctora Natacha Alessandrini Garaboa, especialista en Medicina General Integral y de Primer Grado en Neonatología, quien agrega que para permanecer en la sala es importante que se alimenten, si es posible con lactancia materna exclusiva, aunque algunos necesitan de un apoyo con leche maternizada para tener una ganancia de peso adecuada.
Mientras están por debajo de los 1 500 gramos, se mantienen en Cuidados Intensivos Neonatales, en tanto, en Piel con piel no solo se espera que suban de peso sino que se fomenta una relación afectiva entre la madre y el pequeño, mediante este método que permite una proximidad total sumamente beneficiosa para el menor.
Según Alessandrini Garaboa, siempre tratan de mantener la lactancia materna exclusiva “porque es un vínculo perfecto entre ambos, es el momento en que funciona ese binomio madre-hijo, en que la madre puede mirar más cerca a su hijo y este reconoce su silueta, siente su apego, su olor, su calor.
“En esta sala de Piel con piel, la mamá es lo que llaman mamá canguro, es como la incubadora sustituta, porque ellos aquí están en una bolsita sobre el pecho de su madre por debajo de la bata de casa; se mantiene sin ropa el bebé, apenas con culero, y solo se retira de esa postura para que ella vaya al baño y a alimentarse”.
La sala Piel con piel consta de 11 camas. Refiere la doctora, que a veces están todas ocupadas, según el alza de nacimientos o el índice de prematuridad que en ocasiones está un poco más elevado. Dos enfermeras y un médico se encargan de velar y de ayudar a las mamás que aquí permanecen.
Una vez que el bebé alcanza los 2 000 gramos pasa a la MH, que es la misma sala, separada solo por una puerta, donde persisten los cuidados, pero ya se puede acostar en la cuna.
Con sus pequeños sobre ellas permanecen Beatriz Camejo Valdés y Maricelys Palacios López, de Sandino y Consolación del Sur, respectivamente.
Beatriz Camejo dio a luz a Cemil con 30 semanas de embarazo, después de un mes aproximadamente en Neonatología fue acogido en Piel con piel, y ya alcanzó los 1 830 gramos. Se mantiene con lactancia y fórmula.
A su lado, Maricelys tiene a su pequeña sobre ella. Solo pesó al nacer en la madrugada del 22 de octubre pasado 1 270 gramos. Una fisura en bolsa le provocó pérdida de líquido y, por consiguiente, un parto prematuro a las 30 semanas con dos días.
Nació con una puntuación en el test de Apgar de 1, lo que manifiesta la gravedad de la bebé en ese momento. Los signos vitales estaban casi en cero, recuerda la madre. Hoy llega a los 1 900 gramos y tiene una curva de peso normal.
“Fue muy difícil para mi esposo, que es médico, y para mí. El embarazo de mi otra hija fue normal, sin contratiempos, entonces este nos desesperó mucho, pero las cosas se fueron calmando en la medida en que la niña mejoró. Todo nuestro agradecimiento a los médicos y al resto del personal de Salud, porque, aún en medio de las difíciles condiciones que tenemos en los hospitales, no hubo un solo segundo que no cuidaran de nuestra pequeña. Gracias a ellos y a Dios, hoy la tengo en mis brazos”.
La doctora Natacha Alessandrini puntualiza que para irse de alta deben tener un mínimo de 37 semanas de edad gestacional corregida, que es el tiempo que tendría de embarazo la madre de no haber tenido un parto prematuro.
Además, se evalúan los reflejos, sobre todo, que esté establecido el de succión, y el desarrollo psicomotor.
La sala Piel con piel se fundó en Pinar del Río en 1996, y en este bloque materno del “Abel Santamaría” en 2001 como continuidad de la antigua Maternidad, devenida hoy hogar materno regional Justo Legón Padilla.
ENTREGA SIN MEDIDAS
Al momento de la visita de este equipo de Guerrillero, Beatriz Pérez Borges y su pequeña ya estaban en la MH, sala a la que pasan cuando el bebé llega a los 2 000 gramos.
Ella conversa mientras da el pecho, feliz de que antes de fin de año estará en casa con su nena y su otro hijo. Con recelo deberá cumplir las indicaciones de uno de los neonatólogos de más experiencia de la provincia, Sergio Piloña, especialista en Primer y Segundo Grado de Neonatología, máster en Atención Integral al Niño.
Sobre la atención a los recién nacidos dijo: “Realmente la especialidad de Neonatología es extremadamente difícil porque tiene que enfrentarse a múltiples complejos, entre ellos, al binomio madre e hijo.
“Muchas veces hay niños que vienen con dificultades que arrastran como consecuencia de problemas que haya tenido la madre, como hipertensión, malnutrición o enfermedades de otra índole. Ello desencadena en prematuridad.
“Tratar un prematuro es un arte, por eso digo que ser neonatólogo es ser un artista, porque va puliendo cada día a un recién nacido que viene con determinados problemas y a los cuales tú tienes que darle atención.
“Los bebés no son inmunológicamente mal, la inmunología de ellos depende muchas veces de la madre, de lo que le pasa a ella y de la leche materna que es el oro blanco. Mientras más pecho reciba ese recién nacido, menos riesgo de enfermedades tendrá.
“No siempre se ve la grandeza de la Neonatología, y aquí se hacen cosas maravillosas. En la actualidad tenemos una tasa de mortalidad de 1.4, y a pesar de las carencias desde el punto de vista material, siempre está la mano y el corazón de las personas, de los neonatólogos que están en los servicios, que aman la profesión y tratan de darle a las familias pinareñas lo mejor de sí, para que esta mujer, por ejemplo, este jueves se vaya de alta con su hijo en brazos”.
Su deseo es que 2025 venga cargado de salud y prosperidad y “sobre todo de paz, no la paz de los sepulcros, sino que la gente sea capaz de vivir en paz con lo que tiene, que sea capaz de comportarse y dejar a un lado los odios viscerales. Cada persona tiene que ser humano, sacar lo mejor de sí. Siempre les digo a mis alumnos que tienen que ser médicos de ciencia y con conciencia social”.
Sergio Piloña asegura que los resultados de este servicio, de la sala Piel con Piel, y de cada madre que se marcha feliz del hospital, acompañada de su bebé, son logros del trabajo colectivo del servicio de Neonatología del hospital Abel Santamaría.
“Ese es el legado del trabajo mancomunado siguiendo los protocolos establecidos. Hay que premiar esto, porque exhibimos tasas de mortalidad de países desarrollados a pesar de las carencias de hoy en día. Nada se compara con la vida de un niño”.