La Revolución cubana confirma hoy su vitalidad en carrera de largo aliento, en la cual el batón pasa por relevo natural para renovar el camino, a despecho de obstáculos y un todopoderoso enemigo, Estados Unidos.
Así se pudiera intentar dibujar con palabras lo que aconteció en el 8vo Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), que en su clausura, la víspera, eligió a Miguel Díaz-Canel como su primer secretario, un cargo que le entregó el general de Ejército Raúl Castro.
Resultó un momento que marcará la historia del proceso revolucionario en la isla caribeña.
El ingeniero electrónico graduado en 1982, nacido hace hoy 61 años en la central provincia de Villa Clara, y que ha ocupado diversas responsabilidades en las fuerzas armadas, el Estado y el Gobierno, se convirtió en el máximo dirigente de Cuba.
En esa condición resulta el primero de sus compatriotas que no pertenece a la generación histórica que protagonizó el proceso revolucionario bajo la impronta y dirección de Fidel Castro y luego de Raúl Castro.
No sorprendió que en su primer discurso como primer secretario del PCC se presentara como continuador de la Revolución y defensor del modelo de desarrollo socialista, actualizado en el foro partidista.
Tampoco su alegato en favor de cambios de métodos de trabajo y estilos en el PCC y en otras esferas de la gestión pública y empresarial.
En igual sentido estuvieron las decisiones resolutivas del foro de los comunistas cubanos, realizado bajo estrictas normas sanitarias a tono con la coyuntura provocada por la Covid-19.
El congreso aprobó resoluciones que definen el rumbo y accionar del Partido para el período 2021-2026.
También marcan pautas para enfrentar la crisis provocada por la pandemia de la Covid-19 y el recrudecimiento del bloqueo impuesto hace más de seis décadas por Estados Unidos, que Díaz-Canel calificó de crimen de lesa humanidad contra su nación.
Entre las resoluciones aprobadas destaca la que actualiza la conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista.
Tal documento refrenda el propósito de construir una sociedad con la visión de nación soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible.
Reconoce la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción como forma principal del sistema socioeconómico.
A la vez, incluye y se pronuncia por diversificar las diferentes formas de propiedad y gestión ‘adecuadamente interrelacionadas’.
Además fueron adoptados 201 lineamientos sobre las principales direcciones de trabajo hasta el 2026, fecha pautada para el 9no congreso del PCC, con el fin de encauzar las prioridades de la economía.
El foro aprobó resoluciones sobre el funcionamiento del Partido y el trabajo ideológico, así como sobre la política para la selección, formación y promoción de los cuadros.
El Comité Central elegido por los 300 delegados (en representación de los más de 700 mil afiliados al PCC) quedó conformado por 115 miembros, una reducción respecto al anterior, que tuvo 142 titulares.
Como parte de la renovación, 54 de los electos son de nueva incorporación.
El Buró Político redujo el número de titulares de 17 a 14. A su vez el Secretariado del PCC quedó integrado por seis miembros, buena parte de ellos se estrenan en ese órgano.
El 8vo congreso del PCC concluyó en el día que se conmemoró el aniversario 60 de la epopeya cubana que derrotó en las arenas de Playa Girón a la invasión mercenaria armada, financiada y organizada por Estados Unidos.
Más que coincidencias históricas, significan momentos trascendentales de esa carrera de obstáculos y victorias de la Revolución cubana, según las decisiones del 8vo congreso del Partido Comunista de Cuba y los pronunciamientos de su primer secretario, el presidente Díaz-Canel.