Los dos primeros diarios que existieron en Pinar del Río estuvieron acompañados por publicaciones, que como suplementos se dedicaron a distintos temas y segmentos de población.
El campesinado, la cultura, la agricultura, la historia, entre otros, fueron objetos de esos periódicos, que en forma de tabloides circularon en la provincia, en unos casos como semanarios y en otros como quincenarios.
Generalmente se distribuían junto con el diario y sin costo adicional para el lector, y su tirada estaba en dependencia de la disponibilidad de papel.
Uno de esos medios fue el Chin Chin, dirigido y confeccionado en buena medida por Pedro Viñas Alfonso, un periodista muy versátil que ingresó en nuestro colectivo proveniente de la radio, precisamente cuando nacía Guerrillero.
Tuvo mucho que ver en el surgimiento del suplemento humorístico la frecuente presencia en la provincia de José Cruz (Pecruz), un consolareño de nacimiento que manejaba la caricatura y el humor con verdadera maestría.
Pecruz formaba parte de la nómina del aún existente semanario nacional Palante, y no recuerdo porqué razón, se las arreglaba para estar, acompañado de su esposa, más tiempo aquí que en La Habana.
Manejaba el buen humor con extrema facilidad y no solo en las caricaturas y textos, que elaboraba con tremenda productividad, sino también en su andar cotidiano.
Era capaz de correrle una máquina a cualquier persona, mientras su rostro reflejaba la mayor seriedad del mundo.
Pero además de Pecruz, el Chin Chin fue favorecido en su momento con la colaboración de otros dos humoristas de nivel nacional: Ardión y Felo, (de cuya procedencia escribí en un artículo), del rotulista Galván, perteneciente a la unidad devenida hoy Medios de Propaganda, y un corrector nuestro nombrado Pepe Ordaz.
De manera que con semejante equipo, el Chin Chin pronto ganó fama y su salida el fin de semana era esperada por los pinareños, ansiosos por disfrutar de los chistes que colmaban sus páginas.
Asociado con la etapa de recuperación tabacalera que ya abordé en artículo anterior, también existió por ese tiempo el semanario Vueltabajo, dedicado en lo fundamental a realzar el papel de las familias del campo en tan importante producción.
Estas publicaciones se realizaron sin pagar un solo centavo por concepto de colaboración o a la fuerza de trabajo que se encargaba de su confección e impresión en nuestro taller. Todo fue a la cuenta del entusiasmo del colectivo, que también disfrutaba en lo interno de las ocurrencias de Pecruz y Ardión, quienes parecían no tener límites en las noches de insomnio que llenaban la cotidianidad del trabajo gráfico.
No podría precisar ahora el tiempo de existencia de ambos suplementos, pero se que fue de varios años. Supongo que se extinguieron cuando el país empezó a controlar más los recursos, pues estos medios no contaban con presupuesto alguno para encarar los gastos en papel, tinta y otros insumos.
Pedro Viñas desempeño varios cargos en Guerrillero, incluido el de subdirector, y con el tiempo, también lo hizo en la capital, donde fue director del semanario humorístico Palante, hasta pasada la edad de jubilación. Felo fue de los primeros en regresar a La Habana, y Pecruz, aunque mantuvo su vínculo con el periódico provincial, ingresó finalmente a la nómina de Tribuna de La Habana.
A quienes compartimos con él aquellos tiempos, nos parecía increíble la noticia, llegada un mal día de finales de 1982 o principios de 1983, de que el genial humorista se había suicidado, en el baño del confortable apartamento que le entregaran recientemente, sin que se conociera el motivo de tan dramática decisión. Preferí recordar ese doloroso acto, como su última broma a la vida que tanto parecía disfrutar.