Dijo el Apóstol que “Los niños son la esperanza del mundo”, pues en ellos va implícito el futuro, la bondad y la buenaventura que queremos para el mundo por venir.
Ellos son la alegría, la risa y la inocencia personificadas dentro de cuerpos pequeños con imaginación infinita, razón por la que mientras exista la sonrisa de un niño todo estará bien.
Tras casi 19 meses la pandemia generada por el nuevo coronavirus se cierne nefasta sobre la isla y se ensaña con nuestros locos bajitos; pero sin importar la enfermedad, gracias a la labor del personal de Salud los infantes continúan sonriendo.
Hoy los índices de infestación y contagio por COVID-19 son cada vez mayores y las cifras se tornan espeluznantes. Por tal motivo, las autoridades han tomado un grupo de decisiones para combatir este mal.
Entre ellas la creación de hospitales de campaña en instituciones y entidades extrahospitalarias ajenas al sistema sanitario.
Una de estas unidades de nueva creación radica en el círculo infantil La Edad de Oro en el municipio de Consolación del Sur, lugar en el que solo se atienden niños de la zona.
EL PASO AL FRENTE
Para Dianelys Cruz Cabrera, directora del lugar, dar el paso al frente no fue nada difícil, pues tanto ella como sus trabajadores desde el primer momento estuvieron dispuestas a ayudar a los niños y a sus familiares.
“Esta es mi primera experiencia en este tipo de contingencia, dentro de un centro institucional convertido en hospital de campaña para pacientes pediátricos.
“Lo hicimos porque primeramente somos revolucionarias, somos humanas y porque somos mujeres y madres, porque los niños nos necesitan.
“Pienso que este apoyo es una forma más de demostrar amor a quienes lo precisan en estos tiempos difíciles, además de que siempre es bueno brindar esa solidaridad que llevamos dentro”, expresó.
Tanto Dianelys como el resto de sus trabajadores comienzan sus funciones antes de las siete de la mañana, apoyando en las labores de limpieza, organización e higienización del centro.
Al compás del baldeo se organizan los desayunos para los pacientes e inician las tareas de preparación de meriendas y el resto del menú del día.
Más tarde, por equipos de trabajo se turnan para las entradas a los salones de zona roja y de igual forma esterilizarlos e higienizarlos.
Pero los trabajos no terminan ahí. Cerca del mediodía empiezan los preparativos para el almuerzo de los niños y sus madres, y las calderas se calientan para que los pequeños tomen sus baños.
“Ya en la tarde, las rutinas se multiplican en igual cantidad de tareas. Ya ven, todo nuestro trabajo lo hacemos con el mayor amor y comprensión posibles para que los pacientes evolucionen satisfactoriamente y puedan volver a sus casas lo antes posible”, comentó la directora.
EL MEJOR INDICADOR ES LA SONRISA
Para Eddy Ordaz Peña, especialista en primer grado de Pediatría a cargo de los niños ingresados en el círculo infantil, no hay mejor indicador que la sonrisa.
“Tras convertir este centro en un hospital de campaña para menores con síntomas asociados a la COVID-19, nos dimos a la tarea de garantizar las condiciones posibles.
“Primeramente pensamos que podíamos llegar a las 60 camas, pero la realidad mostró que solo podíamos tener 52; y sabemos que son insuficientes, pues estamos al tope de la capacidad desde que abrimos. Hoy el porcentaje de ocupación no decrece. Pero seguimos batallando porque la estancia sea la menor y mejor posible”.
En “La Edad de Oro” está establecido que se atiendan niños de entre tres y 12 años con patologías asociadas a la COVID-19, aunque el doctor comentó que se han tratado pacientes con edades superiores.
Según este galeno, las madres y sus hijos llegan al lugar con muchas preocupaciones y generalmente con sintomatologías febriles, indicios de fatiga y algunos síndromes respiratorios; no obstante, argumenta, la primera medicina está en el trato hacia ellos y generarles confianza en el sistema de Salud cubano.
“Es importante alejar los temores y dudas con respecto a la enfermedad. Que se sientan como en sus casas es esencial para que evolucionen y se les confirme el alta.
“La meta está en que hijos y padres por igual regresen a sus hogares con una sonrisa bien amplia y con la seguridad de que para nuestra Revolución y sistema de Salud, lo principal es el bienestar de cada familia”.
Tales son las atenciones en este centro pediátrico que hasta la fecha no se ha tenido que lamentar ningún hecho fatal o siquiera remisiones a la cabecera provincial por complicaciones.
No obstante, todas las coordinaciones están hechas y engrasados los mecanismos de aviso y emergencia, para en caso de cualquier eventualidad que pudiese presentarse remitir rápidamente a los infantes hacia los hospitales con asistencias especializadas.
“Para nosotros lo más importante, tras el arribo del paciente y la evaluación completa de las sintomatologías, es la de devolverles la tranquilidad y la fe en que todo va a salir bien y que regresarán a sus casas lo más rápido posible. Demostrarles que esto es solo una mala experiencia en sus vidas.
“Por supuesto, se ha hablado de los niños, pero para las madres que nos llegan de acompañantes con síntomas o pruebas positivas también tenemos un equipo de especialistas de MGI con completa disposición para ejecutar las pruebas y diagnósticos que ellas requieran”.
LAS VOCES DE QUIENES LLEGAN
Niudarquis Murillo González, una de las madres que junto a su hijo dieron positivo al coronavirus, expresó que desde su entrada al centro la atención fue de primera. Y aunque al momento de la entrevista recibía el aplauso de los trabajadores del lugar por haber vencido al virus y recibir su alta médica, no deja de reconocer el buen desempeño de los que la acompañaron en la enfermedad.
“Desde el instante del ingreso hasta hoy que salimos de alta, ni el personal de Salud ni el de apoyo han cesado de colmarnos de atenciones.
“A pesar de la situación por la que atraviesa el país, es digno de reconocer al equipo médico y los medicamentos. Además, el colectivo del círculo hace gala de los mejores valores y tradiciones cubanas: la hospitalidad, el compañerismo, la humanidad, la solidaridad y sobre todo la sensibilidad y profesionalidad para atendernos”.
Ella evidenció que, aunque para nadie es un secreto que Cuba atraviesa por un periodo sumamente difícil en cuestiones de insumos médicos y demás, los médicos y enfermeras trabajan con los recursos que poseen y hacen verdaderos milagros.
“Están plantándole cara al coronavirus casi sin recursos, y aun así, vamos ganando la batalla: ellos salvan vidas.
“Es cierto que las cifras son escalofriantes, pero estamos hablando de una enfermedad casi desconocida por la que mueren millones de personas diariamente a nivel mundial”, acotó esta mamá.
Por su parte, Mileidy Loredo Breto, otra de las madres, manifestó.
“Nos han colmado de atenciones y han puesto un stock de medicamentos a nuestra entera disposición. No podemos decir que algo falte para nuestra recuperación.
“Hasta la fecha todo ha fluido bien y las rutinas diarias han estado de acuerdo con los horarios establecidos, siempre con las precisiones necesarias para que los niños que se encuentran aquí no sientan cambios tan drásticos.
“Lo otro a destacar es la alimentación. Hay quien siempre ve manchas y dice esto y lo otro, pero en lo que a mi criterio respecta pudiera catalogarla de muy buena. Siempre tenemos arroz, potajes, viandas, picadillos, carnes, meriendas, jugos y otros. La verdad no se puede señalar queja alguna”.