Samia y Brayan están sentados en una de las mesitas que están en el patio del círculo infantil El cochero azul. Ella juega y describe cada una de los dibujos que tienen en los libros: “Esto es una guagua, un auto, una grúa…” Mientras, él observa callado y asiente con sus ojos vivarachos.
Un círculo infantil es un recinto donde puedes apreciar la verdadera alegría, un lugar especial en el que los pequeños de la Primera Infancia se relacionan entre sí y aprenden jugando.
Esa tierna imagen la disfrutamos en El cochero azul, una instalación que recibió una reciente reparación y que exhibe en estos momentos una imagen vivificante, con paredes pintadas con colores festivos, nueva carpintería y una decoración artística en la que tiene que ver mucho la iniciativa de las educadoras de la institución.
UN COLECTIVO BIEN UNIDO
El colectivo, integrado por 28 educadores, que incluye un psicopedagogo y 13 trabajadores de apoyo a la docencia, es dirigido desde hace 14 años por Yamirka Aguilar Báez.
Esta educadora con 21 años de experiencia y con un sentido de pertenencia por su centro de trabajo muy grande, nos habló con orgullo de su colectivo y además informó que atienden a una matrícula de 169 niños, distribuidos entre segundo y sexto años de vida.
Orgullosa de la preparación de sus docentes, nos dijo que 15 tienen el título de licenciadas y el resto se preparan en las diferentes modalidades que oferta la Universidad Hermanos Saíz Montes de Oca de Pinar del Río.
“Es un colectivo abnegado y consagrado, con mucha dedicación y ganas de hacer; a veces se nos dificultan algunas cosas, pero las solucionamos con la compañía de la familia, los vecinos, la comunidad, la Asociación de Combatientes, el núcleo zonal. O sea para que pueda fluir la labor educativa es necesaria la relación con todos los agentes y agencias de la comunidad”.
De la relación con la familia, nos afirma que los padres son muy preocupados por lo que les hace falta y dispuestos para ayudar.
“Todos los meses realizamos el consejo de círculo, el cual está estructurado por un presidente que es el guía, el que orienta a las familias las acciones y tareas para el próximo mes, y siempre tiene en cuenta un despacho previo que hace con el consejo de dirección del centro”.
El mantenimiento constructivo comenzó desde finales de finales de 2019 y durante la etapa de la pandemia se trabajó lentamente, pero se concluyeron las labores.
La directora reconoció el empeño de la Dirección Provincial de Educación para que saliera la obra y expresó que se hizo una buena reparación, porque toda la carpintería de exteriores e interiores estaba en muy malas condiciones, por lo que se sustituyó por la de aluminio, y se trabajó en las instalaciones hidráulicas y en las eléctricas, además de la pintura.
“Todo esto fue con el aporte de la brigada de trabajadores por cuenta propia de Iván Torrens, a ellos se lo agradecemos. Siempre con mucho esmero y dedicación, trabajando hasta tarde en la noche, ellos pusieron empeño para que la obra terminara en el menor tiempo posible”.
Todavía faltan aspectos por lograr que esperan que se concreten en la tercera etapa de la parte constructiva. Hasta el momento han invertido cerca de 760 000 pesos en la obra.
LA MEJOR EDUCACIÓN
El primer rostro que vimos al llegar al círculo infantil fue el de Yoadna Reinaldo Olay, la subdirectora, y es que ella al igual que sus compañeras tienen horario para llegar al centro pero nunca de salida, porque “siempre hay cosas que hacer”.
Sobre la preparación de los docentes, según ella nos explicó, se planifican a partir de las dificultades que arrojan las visitas metodológicas y de control.
Una semana tienen colectivo de ciclo, que es donde analizan las dificultades de los grupos y cómo avanzan los niños y se proyectan en el juego, procesos básicos, incluso en sus evaluaciones.
La otra semana desarrollan preparación metodológica, en las que observan videos, imágenes para que las educadoras visualicen y se demuestra cómo tienen que desempeñarse para evitar la dificultad.
“La familia se siente muy satisfecha con los resultados del círculo y con las titas. Hay niños de lejos, pero los padres no los acercan a sus hogares para no separar a los infantes de las educadoras que tienen, porque se sienten bien con el trabajo metodológico que se realiza”.
FIESTA EN EL PATIO
En el patio del círculo tal parece que hay fiesta, de la sana que desborda alegría e ingenuidad.
Observas a la distancia y un grupo de niños juega a la pelota, roban bases, corren… otros juegan a los carritos, a la peluquería, montan caballitos… vale la pena observarlos a ellos, porque cada uno es un mundo y de acuerdo a su individualidad logran interactuar con los demás,
Juana Hilda Olivera Álvarez lleva 30 años dedicados al trabajo con los pequeños; tiene un carisma especial para tratar con ellos, irradia alegría y dinamismo y eso lo transmite a sus pequeños.
Para ella no hay días malos, y dice que es la niña más alegre del círculo, porque cuando entra a la instalación es una infante más.
Esa alegría trata de transmitirla esta educadora a sus 34 niños de cuarto año de vida. Sus alumnos son su vida, por eso no se arrepiente de la profesión que escogió.
Tanto Juana Hilda como Yaquelín Bouzón Pujol, la tita de quinto año, disfrutan en estos momentos con orgullo el remozamiento que recibió su círculo infantil. “Está bello”, nos dicen.
Son muchos años dedicados a educar a los más pequeños de la casa y también al círculo en el que trabajan, por eso las vemos intercambiar con sus niños, enseñarles, animarlos.
Y mientras recorremos la instalación conversamos y vemos a los pequeños jugar. Alan y Adriano, cada uno en un velocípedo, no pierden oportunidad para tocar la cámara de Januar nuestro fotógrafo. ¿Será que desde tan pequeñuelos ya definieron su profesión?