Para muchos cubanos resultará difícil hablar en pasado del Comandante Almeida, tal fue la impronta de su larga trayectoria, desde que asaltó el cuartel Moncada como parte de la Generación del Centenario, hasta su muerte siete meses después de cumplir 82 años.
Nació en el capitalino Reparto Poey, el 17 de febrero de 1927, hace 95 años. Hijo de una familia humilde, había alcanzado el octavo grado cuando tuvo que dejar la escuela para ayudar al sostenimiento familiar.
Hacía cualquier trabajo, por duro que fuera, para ayudar a su numerosa familia, a su madre, a sus 11 hermanos y a su padre, un modesto periodista, cuyo salario no alcanzaba para sustentarla.
Su trayectoria después del triunfo es tan meritoria como lo fue desde que conoció, a inicios de 1953, al joven Fidel Castro Ruz, en el balneario de la Universidad de La Habana, donde trabajaba como taquillero, mozo de limpieza y albañil. Luego de conocer a Fidel y entablar amistad con él, se incorporó a una célula clandestina junto al también albañil Armando Mestre, su vecino y compañero de labores, con quien viajó a Santiago de Cuba para asaltar el Moncada.
Su carácter afable no restaba un ápice de su autoridad y, más allá de sus obligaciones, encontraba tiempo para escribir canciones, muchas de las cuales constituyeron símbolos de etapas del proceso revolucionario, como la dedicada a La Lupe, cuando partió de México hacia Cuba en el yate Granma.
Santiago recordará cuando el Comandante Almeida, en la primera mitad de los años 70, pasaba algunas horas del sábado en la noche, sentado en su jeep, solo con su chofer, en los bajos del hotel Casa Granda, frente al Parque Céspedes, para conversar con quienes se acercaban a saludarle.
Con la puerta abierta y sentado hacia la calle, pasaban a manifestarle el cariño que se supo ganar en los más de cinco años de esa década en que fue Delegado del Buró Político del Partido Comunista de Cuba en la antigua provincia de Oriente, junto con Armando Hart Dávalos como primer secretario del Comité Provincial del Partido.
Pese a no ser santiaguero, sino habanero, su origen humilde de constructor y el trato franco y abierto que le caracterizaba, le permitió ganarse rápidamente el cariño de los orientales. Fueron las tropas del Tercer Frente Mario Muñoz, del Ejército Rebelde, que él comandaba, las primeras que entraron para liberar la reconocida posteriormente como Ciudad Héroe.
Luego del 1ro. de enero de 1959, el Comandante Almeida se convirtió, desde mediados de junio de ese año, en jefe de la Fuerza Aérea Revolucionaria, al sustituir de forma interina al traidor Pedro Luis Díaz Lanz. El 29 de marzo de 1962, participó como vocal del tribunal revolucionario presidido por el comandante Augusto Martínez Sánchez, para procesar a los participantes de la invasión mercenaria por Playa Girón. Este tribunal lo integraban, además, los comandantes Guillermo García Frías, Sergio del Valle y Manuel Piñeiro.
Asumió la jefatura del Estado Mayor del Ejército Rebelde al desaparecer físicamente el Comandante Camilo Cienfuegos, y luego del Ejército Central, del cual fue fundador. Fue viceministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y ministro por sustitución reglamentaria en una corta etapa; integrante del Comité Central y del Buró Político del Partido Comunista de Cuba desde su fundación en 1965, ratificado en todos los Congresos; delegado de este órgano en Oriente, luego presidente de la Comisión de Revisión y Control del Comité Central; vicepresidente del Consejo de Estado hasta su desaparición física, y Presidente, desde 1993, de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.
Por sus muchos y relevantes méritos recibió múltiples condecoraciones y órdenes nacionales e internacionales, entre los que destacan el título honorífico de Héroe de la República de Cuba y la Orden Máximo Gómez de primer grado, otorgados el 27 de febrero de 1998, en ocasión del aniversario 40 de su ascenso a Comandante en la Sierra Maestra.
Autodidacta de vocación, Almeida fue autor de una docena de libros y obtuvo el premio Casa de las Américas en 1985 por Contra el agua y el viento, donde narra los hechos tras el paso del ciclón Flora por la Isla, en octubre de 1963, y el trayecto desde La Habana de una cuadrilla de helicópteros de rescate de personas, al frente de la cual viajaba como Jefe de la Fuerza Aérea cubana.
El 11 de septiembre de 2009 falleció. Sus restos mortales reposan en el Mausoleo del III Frente Oriental, en la provincia de Santiago de Cuba, junto a otros combatientes de la Revolución Cubana, y donde su pueblo le rinde permanente homenaje.